Todos hemos conocido a personas de «juventud avanzada», por muchos años que sume su experiencia vital. Da igual cuál sea su edad; son capaces de reírse de sus problemas y achaques, y se divierten con el espíritu intrépido de un niño.

A esta categoría pertenecen aquellas que siguen activas hasta el fin de sus días, porque retirarse de lo que aman hacer equivaldría a retirarse de la vida, lo cual las pondría en la sala de espera de la muerte. Este es uno de los secretos de los centenarios que conocimos en Okinawa, mientras escribíamos Ikigai en el 2015.

En el otro extremo están los «viejóvenes», que parecen haber venido al mundo con una escafandra de gravedad, siempre atentos a las amarguras y peligros de la existencia. Los reconoceremos fácilmente, a cualquier edad, porque suelen comparar el presente con un pasado en el que supuestamente había más valores y todo era mejor. A disgusto con la realidad, sus opiniones están guiadas por la nostalgia, la decepción y el miedo al cambio.

Este tipo de personas se sienten fuera de su época, como un caballero andante al cual la máquina del tiempo lo hubiera trasladado a una sociedad que no comprende ni aprueba. Va cargando con su armadura de los «buenos tiempos», buscando víctimas que quieran escuchar sus quejas. No avanzan porque viven anclados en el ayer.

Su opuesto son las personas de corazón joven, que conectan con el tiempo que les ha tocado vivir y colaboran con quienes podrían ser sus hijos, aprendiendo de ellos a la vez que enseñan lo que saben.

Una existencia así es mucho más plena e intensa, porque puedes apreciar el pasado mientras te abres a las novedades del presente, lo que a su vez te hace parte activa del futuro. Veamos cómo podemos cultivar este espíritu.

¿Cuál es el secreto de la juventud del corazón?

La actriz Betty Marion White, conocida por su papel de Rose en «Las chicas de oro», decía que una de las claves es no intentar ser joven. Y añadía: «Se trata solo de abrir tu mente, interesarte por el mundo. Hay tantas cosas a mi alrededor que no viviré lo suficiente para conocerlas todas, pero, aun así, sigo siendo curiosa.»

Tal vez por esa actitud, logró llegar a los 99 años con gran vitalidad.

La curiosidad mató al gato, afirma el proverbio, pero preserva la primavera del alma. Las personas más jóvenes de este mundo son las que se interesan por lo que fascina a niños y adolescentes, las que les apoyan en sus sueños, en lugar de criticarlos porque son diferentes a los de «su época».

De hecho, para quien es joven de corazón no existe época mejor que esta, ni hay espacio para la nostalgia, pues vive en un ahora interminable. Sabe que la felicidad y la sorpresa se conjugan siempre en tiempo presente.

 

Antiaging para el alma

La actriz Mae West afirmaba que «Nunca eres demasiado vieja para volverte más joven». Con eso se refería a que los programas de rejuvenecimiento no deberían limitarse a la piel o al cuerpo, en general, sino que pueden aplicarse al espíritu vital de la persona.

En su célebre charla La última lección, Randy Pausch apuntaba en esta misma dirección. Cuando sientas que tu existencia se ha vuelto gris, cuando la vida te pese o te resulte carente de sentido, recuerda quién eras en tu infancia.

  • ¿Qué te apasionaba? Vuélvelo a hacer.
  • ¿Cuáles eran tus sueños? Ponte ahora a cumplirlos.
  • ¿Qué afición has abandonado y podrías recuperar? Simplemente, hazlo.

El escritor C.S. Lewis decía: «Un día serás lo bastante viejo para volver a leer cuentos de hadas», en el sentido de que algunos ancianos recuperan la ligereza de los niños, cerrando así el círculo.

No hace falta ser anciano para leer cuentos de hadas. Ni tampoco ser cronológicamente joven para festejar la vida.

Se trata de hacer todo lo posible para preservar la juventud del corazón, lo cual es una fuente inagotable de vitalidad para ti y para las personas que te rodean.

Las dos mitades de la vida

En su ensayo From Strength to Strength, Arthur C. Brooks divide la existencia humana en dos mitades: la primera es para brillar, la segunda para alumbrar a los que vienen detrás. Ser inspiración para los jóvenes, a su vez, nos rejuvenece.

El psicólogo Joan Garriga comentaba en una entrevista que le causa lástima ver a personas en la segunda parte de su vida tratando de competir con los jóvenes, en lugar de ser ese faro que guía en la niebla a los navegantes inexpertos.