En esta vida ajetreada que nos gobierna muchas veces sentimos la necesidad de parar para tomar aliento. Parar y tomar una bocanada de aire que nos permita seguir en la espiral del obligaciones que mantienen nuestro cuerpo y nuestra mente en alerta constante. Pero esta dinámica nos agota, la energía emocional va descendiendo y, a menudo, ese aliento que le hemos robado al tiempo no es suficiente.
En la tradición japonesa, el ki es la energía vital que habita en el mundo y fluye en cada uno de nosotros, en nuestro cuerpo y nuestra mente. Descubrir y practicar el arte del fortalecimiento del ki nos permitirá recuperar ese aliento que nos dotará del equilibrio interior que necesitamos para seguir adelante.
En el libro Ki No Renma: el arte japonés de la respiración (ed. Lunwerg), el maestro japonés Hiroshi Tada nos enseña de una forma muy práctica como trabajar nuestro ki. Este prestigioso profesor de aikido, un arte marcial japonés que gana cada vez más adeptos en nuestro país, aplica todo su conocimiento de décadas de dedicación a las artes marciales y a la historia y filosofía japonesas a mejorar nuestro cuerpo y nuestra mente.
Cultiva y mueve tu Ki
Como nos cuenta el maestro Tada, el Ki es energía, es impulso, es la fuerza vital que fluye por los meridianos de nuestro cuerpo, y mejorar el ki es mejorar el equilibrio de este flujo vital y, en consecuencia, mejorar nuestra salud.
El objetivo del ki no renma, tal y como se define en el libro, es alcanzar una gran dominio de la utilización del cuerpo y del espíritu, elevar y reforzar la fuerza vital aplicando enseñanzas filosóficas que se practican desde hace más de dos mil años pero adaptándolas a nuestras necesidades de hoy. También consiste en vivir de forma positiva respetando las artes, la cultura, el amor y la paz.
Como seres humanos, considera el maestro japonés, tenemos el deber y el objetivo de alcanzar el mejor estado de nosotros mismos a través de la meditación y de las prácticas que se acercan a ella y el ki no renma agrupa todas las enseñanzas indispensables para practicar el aikido, pero también para llevar una vida meditativa satisfactoria.
En este libro, con ilustraciones y ejercicios prácticos, se combinan ejercicios de respiración, meditación, movimientos y visualizaciones para ir descubriendo qué se ajusta más a nuestro estilo y ritmo de vida y poder quedarnos con la práctica que más nos ayude. "Espero de todo corazón que el descubrimiento de esta vía aporte al lector cosas buenas en su vida diaria", afirma convencido el profesor Tada.
Cualquier trabajo para mover y equilibrar el Ki pasa primero por aprender a relajar el cuerpo y la mente para soltar cualquier tensión que pueda interferir. Para ello Tada propone algunos ejercicios, entre ellos una poderosa visualización, que podemos aplicar a nuestra vida diaria siempre que necesitemos soltar tensiones y relajarnos. Aunque solo hagamos esto, estaremos ya dando un primer paso para equilibrar nuestra energía vital.
cómo practicar La visualización
Controlar la respiración nos puede conducir a un estado de calma, mediante el cual nuestra mente colabora en el reequilibrio energético de nuestro cuerpo, haciéndonos mejorar nuestro estado de salud.
Cuando atravesamos por un periodo estresante, el espíritu y el cuerpo pueden sentirse más pesados, apunta el profesor Tada, pero contamos para aligerarlos con dos técnicas muy eficaces que nos permitirán recuperar el equilibrio. Lo ideal es practicar una detrás de la otra.
Una de ellas, la primera, se basa en relajar el cuerpo mediante la atención y pequeños movimientos. Consiste en tomar consciencia de todo el cuerpo a medida que se va tensando y relajando cada músculo del cuerpo, desde los dedos de los pies a la frente. Se asemeja a los ejercicios centrados en el movimiento que realizamos en la relajación guiada progresiva de Jacobson.
La otra técnica es mental: se trata de la visualización. Hemos recopilado aquí uno de los ejercicios de visualización que el Maestro Hiroshi Tada nos propone en su libro.
En la relajación progresiva hemos hecho fuerza y eliminado tensiones pasando por sensaciones físicas. En la visualización lo que hacemos es reducir tensiones imaginando cada parte del cuerpo gracias a una imagen mental concreta. Aquí el objetivo es aclarar las sensaciones del cuerpo gracias a la fuerza de la representación mental.
Cómo respirar durante la visualización:
En la inspiración, imagina que el ki llena tus pulmones, tu piel, tus vasos sanguíneos, tus músculos, hasta el interior de los nervios de la parte indicada.
En la espiración, imagina de manera sensible, casi palpable, que todo lo que es pesado, sordo, triste, oscuro o negativo en ti se disuelve en el aire. Una sensación de ligereza y claridad te llena.
Cómo hacer la visualización:
- Sobre el pie izquierdo, extiende primero cada dedo del pie, del mayor al menor; cúrvalos y estíralos. Siente bien cada dedo. Inspirando, imagina y siente que el aire llena el interior de los dedos, de los huesos, de los vasos sanguíneos y de los músculos. Espirando, imagina de manera sensible y palpable que lo pesado, sordo, desagradable, difuminado u oscuro, sale a la atmósfera con el aire espirado. Una sensación de nitidez y ligereza te invade.
- Sobre el pie derecho, repite paso a paso los mismos pasos que has hecho con el otro.
- Ahora tienes que ir ascendiendo poco a poco por tu cuerpo hacia arriba pasando uno por uno por cada rincón. En cada uno vas a hacer la inspiración y la espiración visualizando cómo pentera el aire en tu interior y cómo sale y se difumina lo desagradable con él.
- Tras los pies sigue con el tobillo derecho, tobillo izquierdo, cada una de las pantorrillas, una rodilla y después la otra, los muslo, la cadera, el bajo abdomen, el tórax, la espalda, el hombro derecho y luego el izquierdo, la parte alta del brazo derecho, el codo, el antebrazo, la muñeca y cada uno de los dedos. Todo lo mismo con el otro brazo.
- Cuando hayas llegado a las puntas de los dedos harás lo mismo en dirección inversa hasta llegar a los dedos de los pies. Tómate tu tiempo en cada parte del cuerpo.
Este método divide cada parte de forma detallada. Cuando te acostumbres podrás separar el cuerpo en dos grandes partes a la altura del ombligo, por ejemplo. Cuando estés totalmente habituado lograrás eliminar todas las tensiones de una sola vez.
Es un ejercicio que te ayudará a tomar conciencia de cada parte de tu cuerpo, a agudizar tus sentidos, a mejorar tu concentración, pero también a distinguir la diferencia entre concentración y apego, la base del control del sentido y las sensaciones.
Con la práctica regular, prestarás más atención a tus sensaciones de forma natural y conseguirás una respiración más eficaz que te permitirá calmar tu espíritu rápidamente si se produce un acontecimiento estresante.