La felicidad, ese concepto tan etéreo y fugaz, es a lo que todos aspiramos, pero a menudo no sabemos cómo conseguir. Tiene que ver con un sentimiento de bienestar, de plenitud y de satisfacción con lo que somos y lo que hacemos.
A medida que sumamos años, puede que la nostalgia por los tiempos pasados o la insatisfacción con el paso del tiempo nos hagan creer que la felicidad plena es algo inalcanzable. ¿Cómo podemos aumentar la felicidad en la segunda mitad de la vida? De acuerdo con los expertos de Harvard, es mucho lo que podemos hacer, si estamos dispuestos a tomar un rol activo en la búsqueda de la felicidad. Estos son algunos de sus consejos.
Encuéntrate a ti mismo
A menudo buscamos la felicidad en el exterior, llenando nuestra vida de experiencias y actividades que, si bien pueden aportarnos momentos de disfrute que se acercan a este estado de plenitud tan ansiado, no son la verdadera felicidad.
Arthur Brooks, experto en felicidad de Harvard y autor de diversos libros sobre cómo encontrar la felicidad, explica que en el arte occidental solemos buscar llenar el lienzo en blanco de pintura, mientras que el arte oriental se basa en la idea de que la escultura está oculta en el bloque de piedra (él habla de bloque de jade) esperando a que el artista la encuentre. En las personas sería igual, debemos eliminar la piedra (aquello que nos sobra) para encontrarnos a nosotros mismos, para ver qué es lo esencial. "Tu porqué es la escultura dentro del bloque de jade", asegura.
En este vídeo encontrarás otros consejos generales para aumentar tu felicidad en el día a día según los expertos:
Valora tu sabiduría
Enfadarse porque el tiempo pasa o porque las nuevas generaciones nos pisan los talones, además de ser algo inútil es un camino asegurado a la depresión. Brooks explica que al principio de la vida tenemos lo que él denomina “inteligencia fluida”, una capacidad de razonar y resolver problemas de forma más rápida e innovadora. Con el tiempo adquirimos una “inteligencia cristalizada”, es decir, que amalgama todos los conocimientos adquiridos a lo largo del tiempo y que es un tipo de inteligencia más reflexiva e integral. Ambas son valiosas y pueden ser complementarias.
Brooks recomienda que, a medida que nos hacemos mayores, nos movamos hacia roles o sectores (en lo laboral) que requieran y valoren la inteligencia cristalizada o un mix entre diferentes tipos de inteligencia. Evidentemente, no todo el mundo podrá cambiar de trabajo a medida que suma años, pero lo que sí está en nuestras manos es dar valor al tipo de sabiduría que vamos adquiriendo con los años y aprovecharla en nuestro favor.
Cultiva tus relaciones
Hace un tiempo, Harvard llevó a cabo un gran estudio sobre la felicidad que evidenció que el amor y las relaciones sociales son claves ineludibles para alcanzarla. En palabras de su director, el Dr. Robert Waldinger, "la conexión personal crea estimulación mental y emocional, que automáticamente mejora el estado de ánimo, mientras que el aislamiento destruye el estado de ánimo". Es por ello que, más que invertir esfuerzos en buscar alicientes externos, los especialistas de Harvard recomiendan cultivar las relaciones personales y prestar atención a los seres queridos.
Brooks nos compara con los álamos, unos árboles que viven en grandes extensiones de tierra con sus raíces conectadas entre sí, de tal forma que se nutren y dependen unos de otros. Del mismo modo, no solo nuestra supervivencia sino también nuestra felicidad, dependen de los demás.
Deja ir lo malo
Aferrarnos a las rencillas del pasado, a viejas enemistades o guardar rencor por cosas que nos pasaron hace tiempo no nos aporta nada y nos hace perder el tiempo.
Los adultos que afirman ser más felices, de acuerdo con el Dr. Waldinger, "Tienden a darse cuenta de que la vida es corta y es más probable que presten más atención a lo que los hace felices ahora". Sea lo que sea lo que te hace feliz (leer, coleccionar sellos, cantar...), invierte tu energía en ello.
Cuida tu cuerpo y tu mente
La salud y la felicidad van de la mano y es difícil tener una sin la otra. A medida que envejecemos es habitual tener más achaques, pero puedes minimizarlos con un estilo de vida activo y una alimentación sana.
Practicar ejercicio de forma regular, comer de forma saludable, estar en contacto con la naturaleza (aunque sean zonas verdes dentro de las ciudades), hacer algún tipo de voluntariado o simples actos de amabilidad a diario y romper las rutinas de vez en cuando son algunas de las estrategias que ayudan a cuidar tu cuerpo y tu mente.