¿Cómo te sientes estando a solas contigo mismo? ¿Enciendes la tele para sentirte acompañado, buscas una conversación rápida en redes para llenar ese vacío o haces planes que no te apetecen porque piensas que “estar solo” es de perdedores?
La soledad es una de las emociones más intensasy dolorosas, pero también es una emoción en la que podemos encontrar muchas respuestas. Evitarla no hará más que acallar las voces internas, eso que no nos permite ser auténticos. Así lo expresa en su último libro Borja Vilaseca. El escritor, divulgador, conferenciante y emprendedor social ha escrito Amar tu soledad (Ed.Vergara), un viaje terapéutico que acompaña en este proceso de desintoxicación social y que ayuda a afrontar el mayor miedo: la herida del abandono.
Revisar nuestra infancia nos ayudará a reconciliarnos con nuestro niño interior herido. Solo así, dice, descubriremos que nosotros somos nuestros mejores amigos.
la falsa sensación de compañía
-En tu libro lanzas una pregunta: ¿Quiénes son los valientes que se quedan consigo mismos a solas? ¿Hay que ser valiente para quedarse a solas con uno mismo?
-Lo que expongo en el libro es que el miedo a la soledad es tremendo, yo creo que es un miedo universal, de los más intensos y dolorosos. Inconscientemente nos lleva a todos a buscar desesperadamente esa compañía externa que normalmente proyectamos en la pareja. Y que la razón por la que socializamos en exceso hoy en día no es el amor a la sociedad, sino el miedo a la soledad. Con lo cual, los valientes que se quedan consigo mismos son los que, por los motivos que sean, tienen la fortaleza para sostener su soledad, abrazarla, amarla, y ahí, como explico en el libro, es cuando se encuentran con un niño interior herido, una herida de abandono, una falta de autoestima, la falta de amor propio…
Es precisamente en la soledad, en el acto de estar solo, donde uno va sanando y transformando eso, hasta que llega un momento en que esa soledad desaparece porque te has encontrado contigo mismo. Porque has encontrado la manera de acompañarte. Y entonces, claro, vuelves al mundo de las relaciones, pero no como un mendigo, desde la necesidad, la escasez, la dependencia… sino desde la abundancia.
-¿Y eso qué cambia?
-Cambia tus vínculos, ya no hay apegos insanos, relaciones disfuncionales, ya no hay toxicidad, porque primero te has limpiado a ti mismo. Esto es muy fácil de decir, pero es un “viajazo” ponerlo en práctica. Yo me doy cuenta de que muchas personas que están en pareja no han culminado este proceso y, por tanto, hay disfunciones, codependencia… Por eso digo que es para valientes.
"Saber estar solo es importante para disfrutar de unas relaciones más plenas, más funcionales y más auténticas"
-¿No crees que hay que aceptar que la mayoría de las relaciones tiene (o debe tener) algo disfuncional?
-Hoy en día, hay un exceso de hiperrelación e hiperapego, pero es que no hay situación perfecta. También estar solo tiene sus cosas, pero para disfrutar de unas relaciones más plenas, más funcionales, más auténticas, yo creo que es importante. Y ojalá algún día las nuevas generaciones cuando entren en los vínculos sexo-afectivos lo hagan desde otro lugar. No buscando la perfección, porque eso es neurótico, pero sí hay que ver que hay mucha disfunción y mucha más toxicidad de la que nos imaginamos en el seno de las relaciones, especialmente en las de pareja y en las familias. Lo que sucede es que, como es la norma, y la alternativa es tan dolorosa, pues al final nos resignamos y conformamos.
La sensación que tengo es que las personas que han hecho este camino, que suele comenzar con una ruptura sentimental, luego ya no se conforman con eso. Hay gente que vuelve a repetir el ciclo porque no ha amado su soledad, pero las que sí lo han hecho, y esto es lo que he estado investigando, se vuelven por amor propio mucho más exigentes. Y eso es lo que hace, como explico al final del libro, que vayan cambiando las dinámicas y los modelos de pareja. Porque cada vez hay más personas que se dan cuenta de que necesitan su espacio, su libertad.
La herida del abandono
-¿Crees que aprendemos más estando solos o en pareja?
-Yo creo que la función de la pareja no es hacerte feliz, sino ser consciente. En la pareja se despiertan muchos miedos por los apegos, y se despiertan heridas de la infancia, traumas transgeneracionales: es un lugar excelente de sanación. Pero creo que en la soledad logras hacer un aprendizaje que en pareja creo que es imposible de hacer, que es el de aprender a ser feliz por ti mismo. Cuando estás en pareja, esa felicidad es “pseudo” porque de alguna manera el otro se convierte en parche. Cuando ese parche te es arrebatado, te das cuenta de que no era del todo verdadero, porque venía de fuera. Por eso nos volvemos tan adictos y dependientes.
En un mundo ideal, mi punto de vista es que primero deberíamos aprender a estar solos y luego, claro que sí, en pareja. Lo hemos hecho al revés.
"En la soledad aprendes a ser feliz por ti mismo."
-¿De dónde proviene la herida del abandono y cómo se relaciona con el miedo a estar solo en la etapa adulta?
-La herida del abandono tiene que ver con la herida de separación. Nosotros estamos en el útero, estamos fundidos con la madre, con Dios, con el universo… Y en el parto nos cortan el cordón umbilical, y nos separan. El ombligo nos recuerda esa herida de nacimiento, de separación. El bebé desarrolla la mente, el lenguaje y el concepto del yo, nuestros pensamientos y creencias. Nos identificamos con ese yo y nos damos cuenta de que ese yo está separado de la madre, de la vida… Aprendemos a estar disociados con la vida. Nos sentimos solos, desconectados con ese cordón umbilical, que es nuestra verdadera esencia. En la jaula mental del ego, como no estamos conectados con el espíritu y con el ser, estamos gobernados por creencias muy ignorantes, creemos que la cura de nuestra soledad es la compañía externa. Por eso, buscamos excesivamente fuera.
La herida del abandono se forja desde el nacimiento, porque empiezas a desconectar de ti, te sientes separado de ti y empiezas a creer en ese personaje. Inconscientemente buscamos el cariño y el afecto de papá y mamá, porque nosotros no podemos proveernos de la autoestima necesaria, pero papá y mamá también están con sus egos y son personas narcisistas… no nos pueden colmar de afectos y entramos en la edad adulta enajenados y desconectados.
Encontrarse con uno mismo
-Nos hemos abandonado, ¿entonces?
-Dentro de cada adulto, hay una niña o un niño asustado, abandonado… La soledad es un abandono de tu parte adulta a tu parte infantil. Ese es el gran viaje terapéutico que propone el libro. Es, oye, tú te abandonaste, ¿cuánto tiempo pasas contigo mismo? ¿Qué relación tienes contigo? ¿Por qué socializas? Cuando te das cuenta de que eres adicto a los demás, ahí empieza el viaje. Esa herida de abandono se puede trascender, pero requiere de un trabajo profundo con tu cuerpo y mente.
"Cuando te sientes solo, crees que la solución es conectar con lo de fuera, pero la solución es conectar contigo."
-¿Cómo lo consigues tú?
-Cada día tengo mi rutina de mente, cuerpo y espíritu, y me doy cuenta de que no importa lo que pase fuera, lo que importa es si estás conectado dentro. La sociedad está tan profundamente desconectada de sí misma que todas las emociones que deambulan en su interior se creen que vienen de fuera. Por eso, cuando tú te sientes solo, crees que la solución es conectar con lo de fuera, pero no es verdad, la solución es conectar contigo. Este trabajo terapeútico es doloroso, por eso muchas personas lo evitan.
-¿Cómo es estar solo con uno mismo de forma sana?
-La sensación de que, independientemente de cual sea tu decorado ahora mismo, tú sabes que te tienes a ti mismo, que cuentas contigo, que en realidad tú eres tu mejor amigo, y eres el amor de tu vida. Tú eres tu apoyo, tu gurú, tu guía… Tú te das lo que necesitas. Esto no nos lo enseñan, no tenemos referentes. En eso somos autodidactas. Y eso se aprende estando solo con uno mismo.
Eso no quiere decir que no puedas contar con terapeutas y personas que te ayuden, pero nadie puede solventar este problema existencial más que tú. Para mi el gran enemigo del autoconocimiento es la industria farmacéutica, la religión, etc., son todo tipo de parches que no ayudan a hacer este trabajo solo.
-¿Cuáles son los indicadores de que no estamos bien solos?
-Cuando estás solo te aburres, coges el móvil, montas planes… Esa es la adicción a la nicotina social de la que hablo en el libro. Como te has abandonado, no te conoces. Llega un momento en que la sensación de soledad desaparece, eso es muy poderoso porque te hace libre, te hace decidir con quién te vinculas y cómo. Cuando eres un esclavo, tú no eliges. La sociodependencia es una adicción. La solitud es autoconocimiento, espiritualidad y creatividad. La gente que tiene un hobby, independientemente de si lo profesionalizas o no, tiene media vida garantizada.
"Aburrirse es necesario: es permitirse sentir el vacío y emociones reprimidas"
-También aburrirse es necesario, ¿no crees?
-Aburrirse es necesario y en esta sociedad no lo permitimos ni un instante. El problema es cuando se cronifica, que genera mucha neurosis, te lleva a actitudes compulsivas para escapar de ese aburrimiento. Aburrirse es permitirse sentir el vacío y emociones reprimidas.
-Hay un concepto que tú extraes del estoicismo que es el “amor fati”. ¿Qué es este concepto? ¿Hay que sufrir siempre para llegar a la paz mental?
-A mí el estoicismo me ha marcado mucho. En la solitud descubres tu verdadera esencia, cambia tu manera de percibir la vida y todo lo que te sucede. Hay una manera de interpretar la vida que para mí es muy inteligente, que es ver la vida como un viaje, como un proceso evolutivo, desde la herida de separación, el ego, hasta la conciencia de la unidad. ¿Cómo es eso? Ese es el amor fati, da igual lo que suceda, da igual lo doloroso y lo adverso que sea, siempre es es una oportunidad de sanación. El problema está en que hoy en día estamos gobernados por el arquetipo de víctima: en vez de aprovechar las herramientas que nos ofrece la vida, luchamos contra ellas. Una cosa que nos han enseñado los sabios es que debemos aprovechar el destino para nuestro propio crecimiento espiritual.