La esperanza de vida no ha dejado de aumentar en las últimas décadas y, si en 1960 era de 52,6 años, hoy en día es de 73,4 años. En España es aún mayor, de 84 años, lo que nos sitúa como el segundo país con mayor esperanza de vida de Europa y el octavo del mundo.

Son diversos los factores que han ayudado a que vivamos cada vez más: las innovaciones médicas, la prevención de enfermedades, las infraestructuras sanitarias, las mejores condiciones de vida, la creciente práctica del deporte… y, sin duda, la alimentación.

De hecho, tal y como indican numerosas investigaciones, la dieta es uno de los factores más determinantes para prevenir enfermedades y mantener una buena salud.

Dan Buettner, uno de los mayores estudiosos de las zonas del mundo en las que las personas viven más años, ha identificado un ingrediente que se consume en muchas de ellas y no duda en incluirla en su dieta.

Qué comparten las zonas azules

Buettner es uno de los mayores impulsores del concepto de “zonas azules”, que describe aquellas partes del mundo que destacan por la longevidad de sus habitantes. Originalmente identificó cinco, aunque sigue buscando otras: Okinawa, en Japón; Cerdeña, en Italia; Nicoya, en Costa Rica; Ikaria, en Grecia; y Loma Linda, en California (Estados Unidos).

Pese a tratarse de comunidades muy lejanas entre ellas y de culturas diferentes, todas ellas comparten una serie de características:

  • Una alimentación variada y equilibrada, basada principalmente en plantas.
  • Llevan una vida activa y se mueven regularmente durante el día.
  • El nivel de estrés es bajo.
  • Las relaciones sociales son muy importantes.
  • Tienen un propósito en la vida.

El alimento que fomenta la longevidad

alubias
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Por lo que respecta a la dieta, hay un alimento que se repite en algunas de las zonas azules que Buettner ha estudiado y que él mismo no duda en incluir en su dieta: las habichuelas (también conocidas como alubias, judías secas, ejotes, judías pintas, fabas, frijoles...).

Tanto en la península de Nicoya (en Costa Rica) como en Ikaria (en Grecia), las habichuelas son un alimento que forma parte de la dieta diaria, aunque en diferentes formas.

Estas legumbres, repletas de fibra, proteínas y nutrientes esenciales, son muy versátiles y pueden incorporase a la dieta de diversas formas: en guisos, en ensaladas, en potajes, en sopas… hasta en platos dulces.

Propiedades y beneficios de las habichuelas

Hay diversos tipos diferentes de habichuelas: rojas, negras, pintas, blancas, azuki, mungo… cada una con su sabor y textura diferentes.

Destacan por su elevado contenido en proteínas de origen vegetal, alrededor de 23,6 gramos por cada 100 gramos de habichuelas crudas. Además, proporcionan carbohidratos complejos, que liberan energía de forma lenta.

Son ricas en fibra, tanto soluble como insoluble, lo que las convierte en una magnífica opción para cuidar la salud intestinal, evitar el estreñimiento y cuidar la microbiota intestinal. En total, aporta unos 24,9 gramos de fibra por cada 100 g.

También son una buena fuente de vitaminas y minerales, como el folato, el hierro, el magnesio, el potasio y el zinc. Muchos tipos (en especial los de color oscuro) contienen además poderosos antioxidantes.

 

La receta de habichuelas más fácil de Dan Buettner

En su propia página web, el experto en longevidad propone una receta muy fácil de hacer para incorporar las habichuelas a la dieta. Se elabora con estos ingredientes:

  • unos 500 gramos de habichuelas del tipo que prefieras (pintas, negras, rojas, blancos grandes…)
  • 1 cebolla picada
  • 1 cucharada de ajo picado
  • 1 cucharadita de tomillo seco
  • una pizca de sal.

Preparación:

  • Lo único que tienes que hacer es colocar las habichuelas en un cazo o un bol grande, cubrirlas con abundante agua fría y dejarlas en remojo entre 8 y 16 horas (una noche).
  • Después, escúrrelas y ponlas en una olla de cocción lenta, junto con la cebolla y el ajo picados, el tomillo y 5 tazas de agua.
  • Tapa la olla y cocínalo hasta que las habichuelas estén tiernas (unas 5 horas) a temperatura alta, o 9 a 10 horas a temperatura baja.
  • Por último, añade un poco de sal, tápalo, y cocínalo durante 10 minutos más.

Puedes guardar lo que te sobre en el congelador durante unos 4 meses.