Las frecuencias de determinados sonidos ayudan a calmar la mente. Nuestras abuelas lo sabían y por eso cantaban nanas a los bebés para ayudarles a conciliar el sueño.

Además de la sonoridad de ciertas canciones, el silencio, los mantras o la naturaleza son otras fuentes de las que beber para disfrutar de la acústica que nos aporta serenidad y bienestar. El fluir de un río, el viento entre las hojas de los árboles o el vaivén de las olas nos relajan, pero también el silencio, tan escaso en nuestro día a día, nos aporta paz y frena la dinámica frenética de vida que solemos tener.

Elegir lo que oímos

Según ha determinado un estudio científico del investigador Imke Kirste, de la Universidad de Durham en Estados Unidos, el cerebro necesita el silencio para regenerarse e integrar la gran cantidad de información que recibe a diario, lo que redunda en una mejor capacidad memorística.

Al igual que cuidamos nuestra alimentación, deberíamos ser selectivos con lo que consumen nuestros oídos. Somos tolerantes con la contaminación acústica o ruido que nos rodea: pitidos, gritos, tráfico...

No solemos ser conscientes de cómo afecta a nuestra salud este tipo de acústica: aumenta el estrés y provoca insomnio. Así lo afirma un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que señala al ruido como la principal molestia medioambiental en los países industrializados.

Los expertos de esta organización afirman que lo que escuchamos nos puede transmitir paz y relajación o favorecer enfermedades cardiovasculares, como la hipertensión, la angina de pecho o la apoplejía.

El sonido natural es relajante

El canto de los pájaros, las olas, la lluvia o el chapoteo de un manantial; en definitiva, la voz de la naturaleza, contiene el sonido de la calma. Según un estudio de Jason Strauss, psiquiatra geriátrico de la Universidad de Harvard, los sonidos calmantes naturales o el silencio al aire libre pueden reducir la presión arterial y los niveles de la denominada hormona del estrés, el cortisol.

La sonoridad de la Tierra es un patrimonio de la humanidad y un tesoro que merece ser preservado. Así lo promueve la organización artística y cultural World-Beat Center, que ha creado los denominados santuarios de sonido curativos, lugares de encuentro donde escuchar la voz de la naturaleza, y de instrumentos como los gongs, los cuencos tibetanos, los didgeridoos, las campanas o los tambores.

Incluso las plantas tienen su propia voz, según esta asociación, que investiga la música que emiten y la graban para aplicarla como herramienta de sanación. De hecho, World-Beat ofrece conciertos de plantas que aportan conexión con la naturaleza y alivian el estrés.

El canto de las aves es, según un estudio del Servicio de Parques Nacionales (NPS) y la Universidad de Colorado (Estados Unidos), el que más alivia el estrés.

Asimismo, la musicalidad del agua es especialmente beneficiosa para favorecer la salud y fomentar la tranquilidad.

Sonidos que calman

Sonidos que calman

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Sonidos ancestrales que sanan cuerpo y alma

Los primeros seres humanos descubrieron las propiedades sanadoras del sonido y lo hicieron a través de la naturaleza, a la que intentaron emular construyendo los primeros instrumentos musicales, como el tambor o la sonaja.

Las culturas nativas siguen usando estos sonidos, sobre todo a través de la figura del chamán, que accede a un estado alterado de conciencia con el ritmo de la música y el canto para tratar las enfermedades de los miembros de su comunidad.

Los chamanes conocen las propiedades curativas de la voz humana. En sus rituales emulan los sonidos de la naturaleza y de los animales. Pero la acústica cotidiana también puede aportar calma. Es el caso del ronroneo de los gatos, que se produce a una baja frecuencia, entre los 20 y los 30 Hz, pero también la voz de un ser querido, el latido del corazón o el repiquetear de la lluvia en la ventana.

Los mantras o sonidos repetitivos que se entonan tienen la propiedad de calmar la mente y ayudan a entrar en estados meditativos. El origen etimológico de la palabra mantra se compone de man (mente) y tra (vehículo). Esta palabra sánscrita se traduce como: «vehículo de la mente».

El sonido om es el mantra básico. Se asocia en la cultura hindú al origen del universo y representa la unión de la mente, el cuerpo y el espíritu. Herbert Benson, profesor de Medicina de Harvard, pionero en el estudio de la respuesta de relajación, observó que las personas que cantaban mantras aumentaban su relajación y la capacidad para hacer frente a situaciones estresantes.

Resonancia entre la tierra y el ser humano

La Tierra tiene su propio latido, que se asocia con las denominadas frecuencias solfeggio, basadas en el descubrimiento del científico Winfried Otto Schumann, que consiguió medir las resonancias electromagnéticas que se producen entre la superficie de la Tierra y la ionosfera. Este investigador descubrió que la frecuencia básica es de alrededor de 8 Hz y en honor a su hallazgo se la denominó resonancia Schumann.

Por su parte, un discípulo de este científico, Herbert König, determinó que las resonancias terrestres coincidían con las frecuencias de las ondas cerebrales: delta, theta, alfa, beta y gamma, que regulan la actividad mental.

Cuencos tibetanos en el laboratorio

La creatividad ha dado como resultado, en el campo de los sonidos aplicados a la terapia, la invención de instrumentos como el gong, el cuenco tibetano, las campanas o los tambores. Con ellos, se ha refinado la acústica terapéutica destinada a reproducir los sonidos que nos aportan bienestar.

Uno de los que más se acerca a la frecuencia de la tranquilidad es el cuenco tibetano. Según un estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona, dirigido por el doctor Cristóbal Río-Álamos, este instrumento reduce el estrés. La investigación determinó que sus frecuencias sonoras mejoran la salud cardiaca y alivian la angustia, la ansiedad o el cansancio.

Instrumentos que nos armonizan

Las terapias de sonido que nos aportan más beneficios son las que se llevan a cabo con cuencos tibetanos, cuencos de cuarzo, gongs y diapasones, explica Chema Pascual, de Ritual Sound.

  • Los cuencos de cuarzo son los que menos actividad mental provocan porque tienen pocos armónicos. Sin embargo, producen vibraciones reparadoras, dado que es un material muy ordenado: su estructura molecular se forma en hexágonos y estructuras geométricas.
  • Los cuencos tibetanos se colocan en diferentes partes del cuerpo, según su tamaño. Los más grandes se posicionan cerca de los pies; y los pequeños, cerca de la coronilla. Estos baños de sonido crean un espacio de apertura en la mente, que se llena con la vibración y el sonido, por lo que se experimenta una sensación de relajación y descanso.

Ruta para encontrar la calma

María José Lladó, que realiza psicoterapia con sonido, ofrece consejos para conseguir mayor bienestar en el día a día.

  • Pasar tiempo en entornos naturales: Los sonidos naturales son reconocidos por todo nuestro organismo. Crean una química que reduce el estrés y contribuye a la calma.
  • Puedes escuchar, recibir las vibraciones de la naturaleza, con los pies, con actividades como andar descalzo por la tierra; con las manos, al tocar plantas o árboles, y con toda la piel con actividades como el baño de bosque.
  • Escuchar música compuesta en tono 432 Hz, que permite la afinación natural de la voz y los instrumentos. Esta frecuencia hace que la música resulte más relajante.
  • Cantar en solitario o con otras personas porque genera endorfinas y reduce la ansiedad.

La música de los chakras

Roberto Pacheco, músico e investigador, explica cómo activar los centros energéticos (chakras) con las notas y el contacto con la naturaleza.

  • Muladhara (raíz o base). Nota: Do. Funciones: Instinto, supervivencia, estabilidad. Acciones: Andar descalzo por la tierra. Contemplar un amanecer o un atardecer.
  • Svadhisthana (sacro). Nota: Re. Funciones: Emoción, reproducción, energía sexual, entusiasmo, creatividad. Acciones: Tener contacto con el agua, en un río o mar. Bebiendo más líquidos y activando la creatividad.
  • Manipura (plexo solar). Nota: Mi. Color: Amarillo. Funciones: Libertad propia, autocontrol, voluntad, vitalidad, poder, energía, confianza. Acciones: Establecer objetivos claros y realistas. Hacer ejercicio. Incluir en la dieta alimentos picantes y nutritivos. Exponte a la luz dorada.
  • Anahata (corazón). Nota: Mi. Funciones: Amor, aceptación. Acciones: Practicar la gratitud, realizar paseos silenciosos por la naturaleza.
  • Vishuddha (garganta). Nota: Sol. Funciones: Comunicación, autenticidad. Acciones: Tumbarse relajado y sentir el aire libre; escuchar las olas del mar.
  • Ajna (tercer ojo). Nota: La. Funciones: Intuición, clarividencia realista. Acciones: Contemplar el cielo estrellado, visualizar. Confiar en la intuición.
  • Sahasrara (corona). Nota: Si. Funciones: Conciencia, espiritualidad. Acciones: Contemplar la inmensidad desde la cima de una montaña, desapegarse de lo material.