Vivimos en una era complicada para el debate. Pieles finas, ideas polarizadas e insultos muy a mano, una escalada de tensión que vemos reflejada incluso en la política. Los medios de comunicación, las fake news, las redes sociales y otros tantos elementos del panorama social actual son los causantes de esta tendencia a los polos, que hace que sea tan complicado tener una conversación, un debate. No se puede vencer sin convencer.

Por eso, el psicólogo Kurt Gray nos propone una estrategia totalmente diferente a la hora de afrontar las diferencias en cualquier tipo de conversación. Y no se trata de defender tus ideas con hechos y argumentos, es algo mucho más sencillo y primario.

La crisis de los hechos

En nuestro mundo actual, explica el profesor de psicología social de la Universidad de Carolina del Norte, cometemos el error de “pensar que los hechos son poderosos y que influyen en la gente”.

Hace unos años, los hechos, las estadísticas y las cifras se consideraban argumentos de peso. En la actualidad, con las fake news y los montajes, uno ya no sabe qué es real y qué no. Hasta un vídeo o una imagen puede ser falseado. Esto ha creado una crisis de fe en los hechos. No podemos confiar en ellos para convencer, aunque sin duda deberíamos contar con ellos para formar nuestra propia opinión.

Si queremos convencer con hechos, explica Gray, es probable que te respondan: “Buenos, esos hechos no son ciertos. Esos hechos son inventados”. Es la consecuencia de vivir en “diferentes ecosistemas mediáticos en cuanto a qué hechos son ciertos”, explica el experto, lo que ha hecho que “los datos no tengan la misma vigencia que antes”.

Sin embargo, hay algo que es evidente e indiscutible. Todos, sea cual sea nuestra postura u opinión, defendemos aquello que creemos por pensar que es, honestamente, la mejor alternativa disponible. “Todos tratamos de protegernos a nosotros mismos, a nuestras familias, a nuestros hijos y a nuestra sociedad”, afirma el experto, “pero estamos obsesionados con diferentes daños”.

Cuando las cifras no alcanzan

Si las cifras, las estadísticas y los hechos no son suficiente para convencer, ¿qué podemos hacer entonces para comprendernos con los demás? La negociación es la base de las relaciones humanas, si perdemos esta capacidad de entendernos con los otros, acabaremos aislados. ¿Qué podemos hacer entonces, cuando los datos no son suficiente?

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El primer paso, posiblemente, sea no entrar jamás en ninguna conversación con la certeza de tener la razón absoluta, sino más bien con curiosidad. “Mi consejo número uno es que, si entras en estas conversaciones intentando ganar, ya has perdido, porque nadie admite la derrota cuando se trata de moralidad”, afirma el profesor de psicología.

Según el experto, “muchas veces entablamos conversaciones que no son una conversación”. En lugar de verlas como un intercambio amable, entendemos estos encuentros como “una oportunidad para ganar puntos o para intentar hacer que la otra persona parezca estúpida”. Frente a este tipo de discusión, Gray destaca que “una conversación real es aquella en la que se hacen preguntas”.

Una vez que seamos capaces de comprender que, posiblemente, no tengamos la verdad absoluta de nuestro lado, podemos adquirir tácticas que nos ayudan a convencer al otro o, al menos, a tener un intercambio más amable de ideas.

El primer objetivo, por tanto, es conectar: “creo que establecer una conexión con alguien y verlo como un ser humano es de gran ayuda”, asegura el psicólogo, “en lugar de eso, puedes intentar comprender”.

Tres pasos para tener mejores conversaciones

Asumida la premisa de que no siempre tenemos la razón, Gray nos ofrece tres claves con las que podemos desarrollar una conversación mucho más amena, y en la que, probablemente, consigamos convencer mejor al otro que si nos limitamos a exponer hechos sin ton ni son.

Intenta comprender su motivación

El primer paso para tener buenas conversaciones es intentar comprender al otro. Etimológicamente, explica el filósofo José Carlos Ruiz en su libro Una mujer educada, la palabra conversar significa “dar vueltas acompañado”. Nada que ver con monólogos encriptados, peroratas de datos ni discursos morales, ¿verdad? Entonces, acompañemos al otro en sus propias vueltas.

La mejor forma de hacerlo es por medio de la curiosidad y de las preguntas. Pregunta cada duda que te surja, intenta comprender de verdad su punto. Y no solo sus argumentos, sino también sus razones, sus motivaciones tanto racionales como emocionales. “Para superar las diferencias”, explica a raíz de la entrevista con el experto la CNBC, “es necesario comprender los miedos de la otra persona”.

Valida la motivación

Es probable que, si estás hablando con alguien con una ideología muy diferente a la tuya, o con quien sencillamente no tienes mucho en común, te cueste coincidir con sus ideas. Puede, incluso, que no te sientas identificada con sus motivaciones. Y, sin embargo, es posible que puedas llegar a entenderlas.

El tercer paso que Gray nos recomienda para aprender a conversar es, por tanto, validar las motivaciones del otro. “Incluso si no estás de acuerdo con su punto, puedes afirmar que entiendes cómo llegó allí”.

Enfatiza la conexión personal

Por último, no olvides que sois dos personas hablando. Dos seres humanos. Y esto no quiere decir, exclusivamente, que hables desde el respeto o con amabilidad. Esto también es importante, pero la verdadera clave es recordar que existe una conexión emocional con aquello que estáis debatiendo. Al menos, casi siempre es así. Puede que te hayas enfrascado en una profunda discusión sobre cuál es el mejor motor de tren a vapor de la historia, y aun así es posible que tengas una conexión emocional y personal con tus argumentos.

Este punto, que Gray considera esencial, pasa por mostrarnos vulnerables y explicar tu descuerdo con la otra persona a nivel personal. Es más probable, asegura, que el otro encuentra algún mérito en tu argumento si compartes una anécdota personal, en lugar de estadísticas y datos.

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