El yoga es una disciplina que hunde sus raíces en la antigua civilización del Valle del Indo, en la región que ahora conocemos como India y Pakistán. En cuanto al momento en el que que dio sus primeros pasos, no resulta fácil señalar una fecha. Ahora bien, se cree que sus primeros practicantes vivieron hace 3.000 años, aunque hay teorías que retrasan sus inicios hasta los 5.000 años.
En cualquier caso, lo verdaderamente importante es que su esencia se ha mantenido a lo largo del tiempo: la búsqueda del equilibrio entre el cuerpo, la mente y el alma. Un objetivo al que se puede llegar a través de numerosos caminos, siendo las posturas corporales (asanas) el más transitado. Muchos estilos de yoga, como el Hatha Yoga, el Yin Yoga o el Iyengar Yoga emplean fundamentalmente las asanas para alcanzar la fusión del cuerpo y la mente. Otros, en cambio, hacen más hincapié en la energía, como el Kundalini Yoga.
Así pues, aunque existen numerosos estilos de yoga, todos comparten el mismo objetivo y los mismos beneficios generales, tanto a nivel físico como mental y espiritual. Ahora bien, cada estilo, así como cada asana, proporciona unos efectos específicos a cada practicante. En este caso, nos centraremos en una asana básica, muy sencilla, que puede ser practicada por todo el mundo: la postura de la paloma.
gran estiramiento
Esta asana, como la mayoría, presenta numerosas variantes. En este artículo, hemos puesto la atención en la postura de la media paloma o Ardha Eka Pada Kapotasana. Para practicarla tienes que llevar la pierna izquierda hacia adelante, doblando la rodilla y colocando el pie izquierdo cerca de la mano derecha. Se ha de mantener el pecho elevado y apoyar las manos en el muslo izquierdo, o a ambos lado del cuerpo.
Se trata de un estiramiento que favorece la elongación de varios grupos de músculos: los de la espalda, los muslos, los gemelos, la ingle y la musculatura psoas. Además, añadiendo ciertas modificaciones se pueden intensificar sus efectos:
- En primer lugar, hay que mantener ambos lados de la cadera nivelados y no forzar el torso para que no cause ningún tipo de dolor o molestia y, en consecuencia, ninguna lesión.
- A continuación, has de mantener la posición durante algunas respiraciones y relajarte durante el estiramiento. Después se debe empujar hacia arriba con las manos sobre el suelo para elevar el peso del cuerpo y levantar la cadera para entrar en la postura de mesa, a cuatro patas, con la espalda recta, con el abdomen firme y hacia arriba.
¿Cómo se hace la postura de la media paloma?
Al margen de si decides intensificar o no la postura, a continuación encontrarás los pasos básicos para realizar la postura de la media paloma correctamente y aprovechar sus valiosos beneficios. Eso sí, lo ideal es que las primeras veces sigas las instrucciones de un profesor de yoga, él sabrá darte las pautas lo más adaptadas posible a tu nivel y condición física. Más adelante podrás practicar tú sola en casa y perfeccionar la postura con el paso del tiempo.
- Descalza, sobre una esterilla, ponte de rodillas y coloca las manos en el suelo, frente a ti.
- A continuación, extiende la pierna derecha hacia atrás y colócala en el suelo, con la rodilla y la parte superior del pie apoyados.
- Lleva la pierna izquierda hacia adelante, doblando la rodilla y colocando el pie izquierdo cerca de la mano derecha.
- Mantén el pecho elevado y apoya las manos a ambos lados del cuerpo.
- En esa postura, haz varias respiraciones profundas y después cambia de lado.
Estira y libera emociones
Físicamente, la postura de la media paloma nos aporta, ante todo, flexibilidad. Con este estiramiento, trabajamos el músculo psoas, los glúteos y el abdomen. Además, activamos los músculos de la espalda, los brazos y pectorales.
Fruto de todo este trabajo, obtenemos los siguientes beneficios:
- Disminuye la tensión muscular de la espalda (lumbares, dorsales y cervicales).
- Aumenta la tonificación de los hombros, brazos y muñecas.
- Se reduce la rigidez de las caderas, consecuencia de la edad y de pasar muchas horas sentado.
Por otro lado, a esta postura, igual que al resto de asanas, también se le atribuyen beneficios emocionales, energéticos, mentales y espirituales. En este caso, al se una postura centrada en abrir las caderas, es una asana liberadora de emociones. Esto es así porque trabajamos el psoas, también conocido como el músculo del alma, uno de los músculos más profundos del cuerpo, y también es el único que conecta la columna con las piernas.
Además, en la versión en la que se echa el cuerpo hacia delante (flexión), incentivamos la relajación, la introspección y la calma. Es una postura perfecta para reconectar con nuestro interior y recuperar la paz interior.
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