La práctica del yoga tiene infinitos beneficios tanto para el cuerpo como para la mente. Eso sí, es imprescindible tener constancia y paciencia. Y es que, aunque los resultados siempre llegan, es probable que lo hagan más tarde de lo que desearíamos. Ahora bien, lo cierto es que al finalizar una sesión de yoga, lo que siempre obtendrás es una agradable sensación de relajación muscular, que se traduce en bienestar emocional. 

A través de las asanas o posturas de yoga conseguimos desbloquear los nudos energéticos que se generan en los canales (nadis) que recorren el organismo, algo que ya se nota desde la primera sesión y que con el tiempo se multiplica.

Cada postura es una fuente de bienestar que afecta a diferentes músculos, a nivel físico, y a varios estados, a nivel emocional. En esta ocasión, nos centraremos en la postura del lagarto o lagartija (Utthan Pristhasana), una asana que básicamente abre las caderas y estira el músculo psoas. Este músculo, también conocido como el músculo de las emociones, es uno de los más potentes del cuerpo, y se considera responsable de estabilizarnos cuando caminamos y corremos. Es el único que une vértebras lumbares con las piernas.

 

¿Cómo se hace la postura del lagarto?

Puedes incluir esta asana en una secuencia junto con otras posturas o practicarla de forma aislada. En función de lo que decidas, es posible que sus beneficios se potencien. En cualquier caso, estos son los principales pasos que has de seguir para realizar la postura del lagarto. Eso sí, recuerda que lo ideal es que un instructor de yoga te proporcione las pautas necesarias para hacerla correctamente.

  • Sobre una esterilla, descalza, ponte en posición de cuatro apoyos.
  • A continuación, dobla una pierna y coloca el pie a la misma altura de las manos. 
  • Al exhalar, baja la rodilla de la pierna atrasada al suelo manteniendo el talón alto para apoyarte en la punta de los pies.
  • La pierna adelantada debería quedar por fuera. No entre los brazos.
  • Una versión un poco más intensa sería apoyando los codos y los antebrazos en el suelo. Si lo haces así, notarás cómo el estiramiento es mucho más intenso.
  • Recuerda seguir respirando lenta y profundamente, así como mantener la mirada al frente, el pecho abierto.
  • Procura que la espalda esté relajada, ni encorvada, ni arqueada.
  • En esa posición, intenta respirar con naturalidad y mantén la postura unos ocho segundos. Con el tiempo, puedes ir prolongando este estiramiento. Lo ideal serán unos 20 segundos. 
  • Vuelve a colocar la pierna adelantada a su posición original. Descansa unos segundos y adelanta la otra pierna siguiendo los consejos anteriores. 

Principales beneficios físicos y psíquicos

Uno de los principales beneficios de la práctica continuada de la postura del lagarto es el aumento de la flexibilidad. En poco tiempo comprobarás cómo se estiran los músculos de las caderas, las ingles y los muslos. 

Por otro lado, Utthan Pristhasana es una excelente herramienta para fortalecer los isquiotibiales (parte de atrás de los muslos) y los cuádriceps (parte delantera de los muslos).

También los hombros y el pecho salen beneficiados, ya que se abren permitiendo que la caja torácica se abra, lo que se traduce en una respiración más libre y profunda.

En cuanto a sus ventajas a nivel emocional, la postura del lagarto, como otras muchas posturas de yoga, favorece la concentración, algo realmente interesante en estos tiempos en los que la distracción se está convirtiendo en un asunto que merece toda nuestra atención.

Propuestas más avanzadas

En primer lugar, es importante que tengas presente que no hay que tener prisa por avanzar en la postura. Lo mejor cuando te inicias en una nueva asana es practicar una y otra vez, para que poco a poco te familiarices con ella y la interiorices. Esto puede tardar varias semanas.

Ahora bien, cuando esto ocurra, puedes probar a introducir algunos cambios que dotarán a la postura de beneficios añadidos

Una de esas versiones es la que puedes ver en esta fotografía. En esta postura, elevamos un brazo hacia el cielo, al mismo tiempo que giramos el torso. 

Esta torsión es donde reside la peculiaridad de esta postura y de donde manan los beneficios extra. 

Cuando te sientas estable y cómoda con la postura, intenta llevar la mirada hacia la mano que tienes arriba. Parece sencillo, pero no te extrañe que te cueste un poco este pequeño cambio. Es normal. 

Además, al girar el torso, conseguimos abrir un poco más la cadera que con su versión más sencilla.

Psoas, El músculo del alma

Como decíamos más arriba, el psoas se conoce también como el músculo de las emociones o del alma. La razón que hay detrás de esta nomenclatura es que se cree que almacena el estrés que se produce cuando pasamos por determinadas experiencias, las cuales dejan una especie de "residuos" contrayendo y acortando el músculo. Por tanto, asanas como Utthan Pristhasana nos ayudan a liberarnos de esa carga emocional.