Cada vez vivimos más años, es un hecho. La esperanza de vida aumenta desde hace décadas y parece que lo seguirá haciendo, pero eso no nos garantiza vivir tanto como lo hizo Maria Branya, la mujer más longeva del mundo, que falleció hace un año a los 117 años en una residencia de Olot, en Cataluña. Por petición e insistencia propia, nos explican en National Geographic, Branya fue estudiada por una de las grandes eminencias médicas de nuestro país, el Dr. Manel Esteller, jefe del Grupo de Epigenética del Cáncer del Instituto Josep Carreras y catedrático de Genética en la Universidad de Barcelona.
En una reciente entrevista ofrecida para National Geographic, el experto analizaba cuáles son los componentes que garantizan una vida larga y saludable, comentando algunas de las conclusiones extraídas de su Estudio multiómico de la longevidad humana extrema, la investigación más completa que se ha realizado jamás sobre una persona supercentenaria (aquellas que superan los 110 años). Según Esteller, no tenemos que buscar una fuente de la eterna juventud, como hacían los clásicos, sino “pequeños grifos” que van llenándola. Te contamos cuáles son los que recomienda el experto.
¿De qué depende la longevidad?
El secreto de la eterna juventud es algo que la humanidad lleva buscando conquistar desde tiempos inmemoriales. Quizá, desde que tuvimos la conciencia plena de que moriríamos en algún momento. Esta lucha contra lo perecedero ha llevado a grandes expertos, como el Dr. Manel Esteller, a investigar a aquellas personas que viven mucho más que la media, como es el caso de Maria Branya, que vivió hasta los 117 años.
Sus investigaciones le han llevado a concluir que, en realidad, lo mucho o poco que vivimos depende principalmente de dos factores: “Un 50% es lo que tenemos —la genética— y el otro 50% es lo que hacemos -nuestro estilo de vida-”, explicaba en una entrevista para National Geographic.
María fue prueba de ello, nos asegura. “Tenía una excelente genética, que sin duda la ha ayudado a vivir más tiempo, pero si hubiese tenido hábitos tóxicos, esa buena genética habría servido de poco”.
Enemigos de la longevidad
Sobre la genética, es evidente, tenemos poco que hacer. Nacemos con los genes que nacemos, pero tenemos todavía un 50% de margen de actuación para garantizarnos, al menos, llegar sanos a la esperanza de vida media de nuestra población, que como explica el Dr. Esteller ronda los 85 años en España.
Sus investigaciones le han permitido detectar algunos de los principales enemigos de esta longevidad saludable, más allá de las limitaciones de la genética. Por ejemplo, el cambio climático parecer ser un motivo de preocupación para los expertos. “Sabemos que el calor extremo acelera el envejecimiento y afecta la calidad de vida. Lo mismo sucede con la contaminación, especialmente en las grandes ciudades, donde el aire contaminado —ya no tanto por las fábricas, sino por el tráfico— puede tener un impacto importante en nuestra salud y longevidad”.
Este, sin embargo, no es el único factor que debería preocuparnos. El microbioma intestinal juega también un papel clave, y en especial la famosa inflamación crónica de la que tanto hemos oído hablar.
“Sabemos que la inflamación crónica está relacionada con muchas enfermedades, así que tener un perfil microbiano antiinflamatorio supone una gran ventaja”. Cuando la genética no nos acompaña en este sentido, toca hacer cambios en la dieta.
“Evitar una inflamación excesiva es clave”, asegura el Dr. Esteller, que añade que “también lo es prevenir el daño genético”, así como “evitar una oxidación excesiva”, dado que esto daña nuestras células (en especial las mitocondrias) y, como está demostrado, “muchas enfermedades y el propio envejecimiento están relacionados con lesiones en las mitocondrias”.
Claves para una vida larga
Comprender los factores que influyen en la longevidad es clave, pero, como explica el experto, seguimos tenemos un amplio margen de actuación para controlar nuestra salud y esperanza de vida: un 50% depende del estilo de vida.
En su investigación, en el Dr. Esteller ha descubierto algunas claves que podrían ser esenciales para seguir alargando nuestra esperanza de vida. De hecho, declara en el citado medio, “cada vez hay más personas que llegan a los 90 o incluso a los 100 años, así que es razonable pensar que mi generación pueda alcanzar esas edades”. Para ello, por supuesto, tenemos que adoptar hábitos más saludables.
Pese a todos los esfuerzos, sin embargo, nos advierte que las investigaciones sugieren que hay “límites físicos del cuerpo humano” que impedirían que superásemos los 120 o 125 años de edad. Sin embargo, contando con este amplio margen, hay mucho que podemos hacer para vivir más y mejor.
La dieta
Para comprender el caso de longevidad de Maria Branyas es importante recordar que vivía en Cataluña, cerca del Mediterráneo, que, como bien indican en National Geographic, es cuna de las famosas “zonas azules”, aquellas poblaciones que acumulan vidas centenarias. Y es importante porque, además de ofrecer temperaturas moderadas, muchas de estas ciudades comparten la famosa dieta mediterránea, que se compone de “alimentos como el aceite de oliva”, destaca el Dr. Esteller, pescado, legumbres y vegetales.
En el caso específico de Branyas, explica el catedrático, “su dieta era sencilla, frugal y variada”, un punto sin duda alguna positivo.
Más allá de la dieta mediterránea, las conclusiones del Dr. Esteller nos hacen pensar en otros dos puntos clave que debería cumplir la dieta. Incluir alimentos antiinflamatorios como las espinacas o el pescado azul, puede ayudarnos a combatir esa inflamación crónica de la que nos advierte el especialista. Por otro lado, una dieta rica en antioxidantes, como los que nos ofrecen los arándanos, las fresas o las frambuesas, pueden facilitarnos la tarea de prevenir la oxidación excesiva de la habla el experto.
Ejercicio físico moderado
Del caso de María Branyas podemos sacar también una importante lección con respecto al deporte, y es que, como explica el genetista, “María era una persona que practicaba ejercicio físico moderado, algo que sin duda contribuyó en su propia salud”.
Este es, por tanto, el segundo elemento que podemos incluir en nuestra rutina para tener una vida más larga. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda realizar entre 150 y 300 minutos semanales de actividad física aeróbica moderada (como caminar a paso ligero, nadar o montar en bicicleta, además de incluir ejercicios que trabajen los principales grupos musculares al menos dos días a la semana.
Relaciones sociales
Como ya apuntan otros estudios, como el realizado por la Universidad de Harvard sobre el Desarrollo Adulto, las relaciones sociales juegan un papel crucial en la longevidad. Como explica el Dr. Esteller, “muchas veces se subestima” este factor, pero el caso de Maria Branyas deja claro que es esencial. “En su caso tenía un núcleo familiar fuerte y amigos cercaos. Ese vínculo emocional, ese afecto, probablemente la ayudó a mantenerse protegida frente a enfermedades neurodegenerativas”.
Ausencia de hábitos tóxicos
Para acabar, el Dr. Esteller destaca que Branyas fue una mujer que nunca fumó ni tomaba alcohol, lo que sin duda fue clave para su longevidad. “El tabaco, por ejemplo, es responsable de alrededor del 30% de las enfermedades humanas del mundo occidental”, asegura. Por su parte, “el alcohol, en exceso, también tiene consecuencias importantes”.
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