La ira, el resentimiento, la frustración, la impotencia, la desesperanza. Todas ellas, al igual que la culpa y la vergüenza, parecen emociones normales e inevitables. Pero, aunque reprimirlas está lejos de ser una solución, lo cierto es que los grandes expertos en salud mental y felicidad nos advierten sobre ellas. Pueden intoxicar nuestro bienestar y acabar con nuestra satisfacción en un santiamén.
El problema, quizá, es que no es fácil evitarlas. Si las cosas no salen como querías, sentirás ira, frustración, puede que incluso impotencia. Y si te has equivocado, si has metido la pata, la culpa y la vergüenza no tardarán demasiado en aparecer. Entonces, ¿qué podemos hacer para lidiar de forma más saludable con estas emociones? Mario Alonso Puig nos da la clave.
Bailando con las emociones negativas
Las emociones negativas forman parte de la vida. Ya sabemos que evitarlas no nos lleva a nada. Muchas personas acaban sumidas en ciclos de adicción en la lucha por evitar emociones como la culpa, la tristeza o la vergüenza. No es una solución, está lejos de serlo.
Pero es innegable que muchas de estas emociones repercuten a un nivel profundo en nuestra satisfacción y bienestar, así que tampoco podemos dejar que campen a sus anchas.
De hecho, Alonso Puig asegura que “la culpa es una forma de autoagresión y la vergüenza una forma de autoanulación”. Es decir, con la culpa no logramos más que hacernos daño. Con la vergüenza, sencillamente nos anulamos, nos borramos, desintegramos nuestra identidad. Estas emociones, por tanto, no parecen cumplir un rol evolutivo tan claro como la tristeza, que suele aparecer para avisarnos de que algo no va como debería.
Aunque hay algo de importante en la culpa y la vergüenza (nos ayudan, sin duda, a encajar y no cruzar ciertos límites) pueden acabar siendo muy disfuncionales. Y por eso es importante que aprendamos a lidiar con ellas cuanto antes.
Esto, por supuesto, no quiere decir que cuando hagamos algo mal no debamos sentir arrepentimiento. “El arrepentimiento es necesario”, asegura Puig, “si no seríamos psicópatas o sociópatas”.
Entonces, ¿qué debemos hacer cuando estas emociones aparecen en nuestra mente? El experto nos asegura que el primer paso es conocernos bien, para poder identificar esos pensamientos que vienen cargados de ira, culpa o vergüenza en cuanto aparezcan en nuestra mente.
Una forma más saludable de reaccionar
Imagina que ha sucedido algo malo, algo que va a generar una emoción desagradable. No tiene por qué ser nada grave. Estabas caminando, has tropezado y has tirado a una persona al suelo. Puede sucederle a cualquiera, pero automáticamente en tu mente empiezan a aparecer diferentes pensamientos. Quizáte sientas culpable, y pienses “otra vez me he tropezado, es que no miro por donde voy”. Quizá sientas vergüenza, y tu mente no deje de analizar los rostros que te miran, la gente que se acerca. Puede, incluso, que sientas ira, “¿pero esta persona de dónde ha salido? ¿Es que no mira por donde va?”
En este punto, nos dice Alonso Puig, es cuando debemos detenernos. “En lugar de decir, voy a seguir pensando como siempre, te paras y dices, esto es una energía que está moviendo todo lo que sucede en mi vida.” Reconocer el poder de estos pensamientos es esencial.
Como el autor ha explicado en múltiples ocasiones, nuestros pensamientos producen emociones, y estas a su vez generan nuevos pensamientos, que siguen alimentando el mundo emocional. Se forma así un ciclo sin final que debemos parar de raíz. Pero para hacerlo, nos explica, no debemos luchar “contra el pensamiento”, porque “lo que se resiste persiste”. En lugar de ello, Puig nos invita a cambiar este pensamiento negativo por otro: “Distopy busca un pensamiento que sea diferente”.
El poder del pensamiento
Igual que un pensamiento negativo puede generar una emoción negativa, un pensamiento positivo puede impactar de forma positiva en nuestro mundo emocional. Por eso, la clave, según Puig es elegir “un pensamiento que, de alguna manera, oriente, tu atención y tu vida mental en otra dirección.”
“No somos conscientes del poder del pensamiento”, asegura Puig. Todos queremos tener vidas más plenas, queremos sentirnos mejor, pero “¿cómo te vas a sentir mejor si te estás machacando?”. Precisamente por esto, el autor concluye con la solución que parece más sencilla y, a la vez, poderosa, para reformar la forma en la que nos hablamos y reaccionamos a las emociones negativas: “Piensa de otra manera y te sentirás de forma diferente. Es muy difícil gestionar directamente el sentimiento, si no paso por el pensamiento o por el cuerpo”.