Los niños serán los adultos del mañana. Por eso, y por el gran amor que profesamos a nuestros hijos, sobrinos e incluso alumnos, somos muchos los adultos que nos preguntamos qué podemos hacer para garantizar que se conviertan en personas de provecho. En especial cuando series como Adolescencia, de Netflix, nos hacen reflexionar sobre una clara deuda con las nuevas generaciones.
Esta misma pregunta se han hecho los expertos de la Universidad de Harvard, que tras estudiar a más de 700 personas a lo largo de 85 años en su famoso Estudio del Desarrollo Adulto, arrojan algunas conclusiones claras sobre lo que nos hace ser más felices y productivos en la adultez. Por supuesto, la clave está en lo que sucede en la infancia.
Involucrar a los más jóvenes
Lo descubierto por los profesionales de la Universidad de Harvard queda contrastado en un estudio titulado Associations Between Household Chores and Childhood Self-Competency que se publica en el ‘Journal of Developmental and Behavioral Pediatrics’, que ha observado a más de 9000 niños que ingresaron al jardín de infancia entre 2010 y 2011. Las conclusiones son claras: aquellos que realizaban tareas domésticas desde una corta edad, estaban más preparados para afrontar los desafíos que les deparaba el futuro.
Son muchos los pediatras y psicólogos que apuntan lo importante que es permitir que los más pequeños desarrollen su autonomía. Desde resolver problemas sencillos, como recoger algo que se ha caído del suelo, hasta ocuparse de tareas de la casa, como recoger sus juguetes, sentirse capaces y responsables es clave para el desarrollo de su autoestima.
Entre otras cosas, el estudio prueba que los niños que hacían tareas en casa desde una edad temprana desarrollaban una mayor autoestima, eran capaces de identificar mejor las necesidades de los demás y estaban más dispuestos a ayudar. Esto los convierte en individuos menos egocéntricos, algo esencial para desarrollar una mejor ética laboral y, en consecuencia, aumentar la posibilidad de tener éxito en su carrera profesional.
Los resultados quedaban también reflejados en el ámbito académico: “En comparación con los niños que realizaban tareas domésticas regularmente, los niños que rara vez las realizaban tenían mayores probabilidades de obtener puntuaciones en el quintil inferior en la capacidad académica, relación con los pares y satisfacción con la vida”. El estudio apuntaba, incluso, que aquellos niños que hacían tareas domésticas en casa tendían a desarrollar una mejor capacidad matemática.
Niños más felices, adultos más eficaces
La Universidad de Harvard arroja más luz sobre el asunto, apuntando otro factor clave en el desarrollo de los más jóvenes. Entre otras conclusiones, el estudio revela que, de sus más de 700 participantes, a los que han estudiado durante más de 80 años, aquellos que tuvieron relaciones más afectuosas con sus padres ganan más dinero en su vida adulta.
Es decir, hay una clara relación entre el éxito profesional y financiero y el cariño recibido en la infancia, en especial cuando el amor proviene de la figura materna. Por otro lado, una buena relación con el padre se asoció a menores niveles de ansiedad y una mayor satisfacción en la vida a los 75 años.
Esto sigue la línea principal del estudio, que se ha hecho mundialmente famoso por demostrar algo que muchos ya sospechaban: el factor más determinante para la felicidad de cualquier individuo son sus relaciones sociales. Y estas claramente mejoran en un entorno en el que priman la colaboración y se reparten las responsabilidades.
¿Qué tareas deberían hacer los niños en casa?
La pregunta que surge tras leer ambos estudios es, ¿en qué pueden ayudar los más pequeños? Las conclusiones principales es que las tareas no deben ser especialmente complicadas, pero sí deben poder convertirse en un hábito para resultar prometedoras. En particular, las tareas relacionadas con el jardín parecían mejorar considerablemente las relaciones sociales.
Aunque, en realidad, son muchas las tareas en las que los más jóvenes pueden ayudar en casa. Así lo explica el psicólogo y logopeda Álex Letosa, que destaca las tareas que pueden hacer nuestros hijos según su edad:
- Entre los 2 y los 3 años, el experto recomienda tareas sencillas en las que podemos acompañarlos, como guardar sus juguetes en una caja, limpiar su mesita o muebles de su habitación que estén a su alcance, tirar cosas a la basura, ayudar a recoger el lavavajillas, estirar el edredón de su cama, colaborar en la tarea de poner la mesa de forma sencilla, regar las plantas, guardar sus cuentos o comer solos. “Primero tienen que ver como lo hacemos nosotros, luego hacerlo con nosotros y al final podrán hacerlos solos”, asegura Letosa.
- Entre los 4 y los 5, continua el experto, puedes empezar a pedirles que alimenten a las mascotas, limpiar la mesa, hacer la cama, recoger su habitación, limpiar y ordenar los cubiertos, preparar aperitivos sencillos, usar la aspiradora de mano o recoger la mesa de la cocina.
- A partir de los 6 o 7 años, los más pequeños pueden empezar a recoger la basura, doblar las toallas, limpiar el suelo, barrer, vaciar el lavavajillas, juntar los calcetines limpios, arrancar las malas hierbas, recoger las hojas secas, pelar patatas u otras hortalizas sencillas, hacer una ensalada y colaborar en tareas como reponer el papel del baño.
- Pasando a lo 8 o 9 años, empezamos con cosas más complejas, como cambiar bombillas, poner la lavadora, doblar o colgar ropa limpia, limpiar el polvo de los muebles, preparar unos huevos revueltos, hornear galletas o sacar al perro a pasear.
- Llegados a los 10 u 11 años, pueden empezar a limpiar los baños, aspirar las alfombras, limpiar la cocina, preparar comidas simples, cortar el césped, recoger el correo, aprender a hacer algunas costuras sencillas o barrer espacios determinados de la casa, como el garaje.
- Desde los 12 años en adelante ya podemos pedirles que frieguen el suelo, que aspiren y laven el coche, que poden los setos del jardín, que pinten una pared, que vayan a comprar al supermercado con una lista, que cocinen una comida completa u hornean un pastel, reparar cosas sencillas en casa, limpiar los cristales, planchar la ropa y por último vigilar o hacerse cargo de sus hermanos o hermanas menores.
Si te ha interesado este artículo y te gustaría recibir más sobre estilo de vida saludable, únete al canal de WhatsApp de Cuerpomente.