¿A quién no le ha pasado alguna vez que sin darse cuenta ha echado más sal de la cuenta? El problema es que ese plato, la mayoría de las veces, se ha echado a perder. Así que, lo primero que se nos pasa por la cabeza es tirarlo y empezar de nuevo. Sin embargo, no hay por qué llegar a ese extremo.
Existen numerosos trucos que nos pueden ayudar a salvar ese plato y poder disfrutarlo sin problemas, y sin necesidad de tirarse el resto del día bebiendo vasos de agua.
Un chorrito de zumo de limón
Como decíamos, existen infinidad de cosas que se pueden hacer para contrarrestar los efectos de un exceso de sal. Una de las más conocidas es echar unas gotas de limón o de vinagre. Su eficacia reside en que el ácido que contienen compensa el sabor salado.
Ahora bien, conviene tener mucho cuidado con la cantidad que echas, ya que ambos, el limón y el vinagre, aportan un sabor fuerte. Así que, si nos pasamos con el limón o el vinagre, probablemente estaremos arreglando el tema de la sal, pero también estaremos estropeando el sabor del plato.
Los lácteos también ayudan
El segundo truco más utilizado por los cocineros es añadir nata líquida, leche o pequeños trocitos de queso fresco. Un truco muy efectivo, pero que solo se puede utilizar cuando la receta en cuestión lo permite. Por ejemplo, si has hecho una salsa de tomate demasiado salada, le puedes incorporar nata y convertirla en una deliciosa crema para tomarla tal cual o con acompañando un plato de pasta.
Compensar con azúcar
Además de los dos trucos anteriores, otra manera de arreglar el "desaguisado" es añadiendo una pizca de azúcara la salsa, el guiso, o la receta que estés preparado. Si optas por esta solución, y el plato es oscuro, siempre puedes echar azúcar moreno.
Echa más de todo lo demás
En el caso de los platos de verduras, legumbres, arroz, cereales o fideos, uno de los trucos más eficaces puede ser añadir más cantidad de los ingredientes principales. Es una cuestión de proporciones. Es decir, si le echas más ingredientes, la misma sal de antes no parecerá tanta, y por tanto, el plato no estará tan salado.
hierbas aromáticas
En el caso de aliños o vinagretas podemos probar a añadir algunas hierbas aromáticas. También puede funcionar agregar miel o zumo de naranja. De este modo, el dulzor "tapa" el sabor salado.
Más allá de todos estos trucos, lo mejor sería no pasarse con la sal. Es en este momento, que surge la pregunta de ¿cuánta sal deberíamos echar a la comida? Para responder a esta cuestión, habría que tener en cuenta que la recomendación de la OMS es consumir menos de 5 gramos de sal al día. Con la que agregamos a la comida que cocinamos no habría problema, pero dado que muchos alimentos procesados sobrepasan esa cantidad, lo mejor es limitar su consumo al mínimo. Así, no solo estará más rica, también será más saludable.
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