Se cuentan por decenas las estrategias a seguir para acercarse cada día un poquito más a la felicidad. Ese sentimiento o estado emocional que desde el principio de los tiempos el hombre ha tratado de alcanzar es, paradójicamente, universal y único. Es decir, por un lado, es un estado que el ser humano ha buscado siempre a lo largo de la historia; y por otro, para cada persona es algo muy concreto, lo que significa que mientras para unos, la felicidad es contar con una abultada cuenta corriente en el banco, para otros, ese dato no les interesa en absoluto, y lo que les hace realmente felices es poder tener a sus seres queridos cerca y en todo momento.
Partiendo de esta idea, uno de los muchos caminos que conducen a tan ansiado destino es el que proponen los investigadores de la Universidad de Harvard, centro de referencia mundial en lo que a estudios sobre la felicidad y bienestar se refiere, entre otras cosas. En concreto, uno de sus profesores, Arthur Brooks, reconocido experto en estas lides, recomienda una práctica que considera una poderosa herramienta para mejorar la calidad de vida, y según algunos estudios recientes, incluso para prolongarla.
Se trata de una práctica muy sencilla que todos realizamos cada día, pero a la que el profesor añade un enfoque muy concreto. Así, la actividad en cuestión es caminar. Eso sí, haciéndolo de un modo determinado. Brooks cree que combinar el ejercicio de andar con una actitud de agradecimiento es una práctica transformadora.
Caminata de la gratitud
La "receta" de Brooks para la felicidad, parece fácil. Y en realidad, lo es. La propuesta del profesor, que muchos llaman, "caminata de la gratitud", consiste, básicamente, en caminar procurando centrar la mente en los aspectos positivos de la vida, en esos momentos del día a día que nos proporcionan motivos para estar agradecido. Este ejercicio mental, según ha explicado el profesor Brooks, puede cambiar la forma en que se experimenta la vida diaria.
Por tanto, la caminata de la gratitud cuenta con dos elementos. Por un lado, el hecho de caminar; y por otro, el enfoque con que se hace. Para imprimir en nuestros pasos esa actitud, es clave ser una persona agradecida. Algo que puede que seas o no. Si no lo eres, no te preocupes, ya que contamos con una importante ventaja, y es que según Brooks, la gratitud es una emoción modificable. Es decir, que se puede entrenar y potenciar. Al combinar el acto de caminar con la práctica consciente de la gratitud, puedes saborear más intensamente los momentos felices.
No es intuición, es ciencia
La caminata de la gratitud cuenta con el respaldo de la ciencia. No solo porque su autor pertenezca al mundo académico, sino también porque cada vez hay más estudios que corroboran la propuesta de Brooks. Dos de los más recientes han sido publicados en la revista JAMA Psychiatry yJAMA Cardiology.
En primer lugar, un estudio de la Universidad de Harvard, publicado en la revista JAMA Psychiatry, ha revelado que las mujeres que practican la gratitud regularmente tienden a vivir más años. Por tanto, la gratitud parece tener un efecto protector contra el estrés y las emociones negativas, lo que a su vez repercute en una mejor salud física y mental.
Y en segundo lugar, es un estudio de la Universidad de Buffalo, publicado en JAMA Cardiology, que ha determinado que caminar al menos 3.600 pasos al día puede reducir significativamente el riesgo de mortalidad en mujeres maduras.
¿Qué cosas buenas que te han sucedido hoy?
Incorporar la caminata de la gratitud a tu día a día es sencillo, solo necesitas reservar unos minutos al día para ti. Si consigues que sea media hora, mejor. Elige un lugar agradable para pasear, el campo o un parque sería perfecto, ya que el contacto con la naturaleza incrementa la sensación de bienestar.
Al caminar piensa en las cosas buenas que te han pasado ese día, en la persona que te ha hecho sonreír o esa que te ha cedido el asiento en el metro. En definitiva, piensa en los actos y personas que han hecho que el día fuera mejor. Si no eres capaz de identificar esos momentos, puedes detenerte a valorar y disfrutar de la belleza que te rodea sin más. Ser testigo de la belleza de muchas de las cosas que nos rodean es motivo suficiente para dar las gracias.
Por otro lado, según Brooks, existen dos formas de practicar la caminata de la gratitud:
- La primera es vincular tus pensamientos de gratitud con tus pasos, manteniendo un ritmo uniforme.
- La segunda es hacerlo de manera más pausada, deteniéndote en ciertos momentos para reflexionar y, si lo prefieres, escribir en un diario de gratitud. Esta última opción no solo te permite profundizar en tus pensamientos, sino que también te ofrece la oportunidad de revisitar esos momentos de gratitud más adelante.
un hábito que hace coraza
Los beneficios que proporciona la caminata de la gratitud se aprecian a corto y a medio plazo. De hecho, la sensación de bienestar puede apreciarse incluso de forma inmediata, es decir durante el mismo acto de caminar. Además, si se practica con regularidad, sus efectos sobre la salud física y mental aflorarán días después, o incluso, unas semanas más tarde.
Tanto es así que, si estos paseos se convierten en un hábito, según Brooks, podrían convertirse en un potente escudo protector frente a las adversidades de la vida, ya que poco a poco, aprenderemos a centrarnos en lo positivo bloqueando las emociones tóxicas.