La idea de ser como un guerrero quizá se te antoje extraña. ¿Contra qué debes luchar? ¿Cuál es el enemigo? La respuesta puede ser tu propia mente, que te enreda en una red de pensamientos negativos. O la sociedad en la que vivimos, que secuestra tu atención, que intenta hacer que seamos todos iguales, que anula de muchas formas la experiencia humana. Quizá tan solo debas hacer frente a la vida, con sus problemas, sus vaivenes, sus momentos difíciles.

Sea como sea, Walter Riso, referente mundial en psicología, lo tiene claro: “Si careces de autodirección y de amor propio, la sociedad actual, o bien te atrae hasta enloquecerte, o te repele hasta deprimirte”, asegura en su nuevo libro Los siete pilares del amor propio (Planeta/Zenith). Su solución para encontrar fuerza en medio de este caos es convertirnos a nosotros mismos en guerreros impecables, idea que rescata de grandes pensadores y expertos, como Chögyam Trungpa Rinpoche, budista tibetano, y Carl Gustav Jung. 

Una guía interior

No perdernos en la marabunta es algo que debería preocuparnos. ¿Alguna vez has tenido la sensación de que los días pasan sin que te des cuenta? ¿Qué los problemas te ahogan tanto que no te dejan pensar? ¿Qué te cuesta llegar a todo porque no tienes energía? Si te sientes identificada con alguna de estas ideas, necesitas despertar a tu guerrero interior.

En el citado libro, Riso nos asegura que la guía interior que debería imperar en nuestra vida para conseguir vivir con mayor plenitud es la siguiente: “No me resigno a perder la alegría de vivir, no me resigno a sentir o experimentar cada día menos, me niego a no recrearme a mí mismo segundo a segundo”. Y para hacerlo, no hay nada más poderoso que convertirnos en guerreros y guerreras impecables.

Guerreros impecables

El guerrero impecable, explica Walter Riso en una ponencia para Aprendemos juntos BBVA, tiene ciertas características que lo hacen único. Estas tienen mucho más que ver con el camino de la excelencia que con el de la exigencia. Porque el guerrero impecable no es perfecto, sino valiente.

El autor nos aclara en su libro, Los siete pilares del amor propio, que esta idea del guerrero interior "es una actitud de lucha contra la adversidad externa y los obstáculos internos que nos impiden alcanzar la autorrealización". De esta fortaleza esencial, nos explica, hablaba Carl Gustav Jung, asegurando que podemos usar para enfrentar "los miedos y los desafíos internos que impiden el desarrollo del potencial humano". 

Aunque esta idea tiene orígenes más profundos. "En el budismo tibetano, el maestro Chögyam Trungpa Rinpoche, en las enseñanzas del Shambhala, se refiere al guerrero interior como un arquetipo que representa la valentía y la nobleza". A diferencia de la imagen clásica que tenemos del guerrero, el maestro hablaba de un guerrero interior que "se enfrenta a sus propios miedos, inseguridades y confusiones". Esta misma idea, nos explica el autor, se recoge también en el código ético de los samuráis, en la tradición de los indios americanos y en las ideas de algunos chamanes que hacen referencia al "guerrero impecable". 

Pero, ¿cómo debe ser ese guerrero impecable? Walter Riso explica, en la citada conferencia, que hay tres características esenciales de este perfil que podemos adoptar en nuestras vidas si queremos vivirlas con plenitud y valentía. O, mejor dicho, tres batallas que sabe que debe (o no) luchar.

La lucha contra el miedo

La primera de las batallas que debe pelear el guerrero impecable, según nos explica Riso, es la que luchamos contra el miedo. Pero ojo, porque no podemos limitarnos a pelear con el miedo actuando en lo exterior, esta es una batalla que se pelea mejor en el interior.

“El guerrero impecable”, cuenta el experto en su charla, “lucha no solamente contra el miedo externo, con el problema externo, sino contra los propios problemas”. Es decir, no basta con intentar superar los obstáculos que percibimos en el exterior, debemos encontrar las raíces de estos en nuestro interior.

Este camino nos lleva, irremediablemente, hacia la automejora. Así lo afirma Riso, que explica que “cuando ustedes están luchando y peleando para cambiar, poniéndose fuerte con todos esos problemas, están actuando como un guerrero impecable”. No se trata de olvidar los problemas exteriores y abrazar el mundo interior como un monje (quien pudiera), sino de “luchar por las dos cosas” al mismo tiempo.

La batalla del propósito

Para Walter Riso, una de las vías esenciales para alcanzar la felicidad es el propósito. Es lo que muchos expertos en psicología positiva, él entre ellos, llaman “felicidad eudaimonica”. Es decir, aquella que nace de la eudaimonia, que es el estado de satisfacción que sentimos cuando vivimos nuestra vida con propósito.

Es por eso que, para Riso, la segunda característica del guerrero impecable es que este “elige sus batallas, las que los mueven, las que le dan un propósito a su vida”.

Estas batallas pueden tener muchos rostros, muchas aristas. Puede ser sacar una carrera universitaria mientras trabajas, sacar a tus hijos adelante pese a cualquier dificultad económica o sencillamente ser amable con las personas que te rodean sin importar las circunstancias. Cada persona debe encontrar sus propias batallas, las que le dan sentido a su vida, y jamás perderlas de vista.

Aquellas que no debemos pelear

Para acabar, nos advierte Riso, hay una característica que no le gusta a nadie. Y quizá por eso es la más importante. Porque según él, “el guerrero impecable depone las armas cuando ya no le interesa”. Aprender a deponer las armas, a rendirnos, a pasar a otra cosa cuando ya no merece la pena seguir peleando, es al mismo tiempo lo más complicado y lo más valiente que podemos hacer en nuestras vidas.

Riso nos pide que imaginemos la famosa película Braveheart. Imaginemos al mítico Mel Gibson subido a caballo, acercándose a los ingleses montados en su feroz caballo y… Deponiendo las armas.

Hay batallas que merecen ser luchadas. Otras no, y aprender a diferenciarlas nos permitirá conservar nuestra energía para cuando la necesitemos. Puede que algunos nos consideren cobardes por ello, a lo que Riso responde: “no, no soy cobarde, soy una persona que sabe cuando luchar y cuando no luchar”. Y para eso, asegura, hace falta ser muy valiente.