Hay algo que de forma inconsciente todos aprendemos desde pequeños: para ser felices, tienen que sucedernos grandes cosas. Aprobar ese examen, ganar el partido, ser el más rápido, el más fuerte, el más listo o, sencillamente, el mejor en aquello que te propongas. Acabamos asociado la felicidad con aquello que nos sucede, con el éxito, con los logros, con la suerte. Qué gran error.
Esto es lo que nos enseña el Dr. Joe Dispenza a lo largo de toda su obra. Que la felicidad no depende de grandes condicionantes. Tanto la ciencia, como la espiritualidad y hasta la experiencia personal, apuntan hacia una dirección mucho más sencilla, mucho más pura. Cultivar tu estado emocional es, posiblemente, la única forma de cambiar la forma en la que ves el mundo.
La felicidad condicionada
Es fácil caer en la trampa de la felicidad condicionada. Creemos que debemos esperar, luchar y esforzarnos hasta llegar a ese momento en el que al fin seremos felices. Incluso postergamos ciertos placeres, necesidades o deseos, condicionándolas a lo externo. ¿Cuántas veces has dicho que ya descansarás, o que ya harás ese viaje con el que sueñas, cuando acabes determinado proyecto? O cuando los niños crezcan. O cuando consiga ese ascenso. Y mientras tanto, la vida se te escapa entre los dedos de las manos.
El problema de este enfoque no es solo que pierdas años de tu vida esperando a que las condiciones adecuadas te permitan disfrutar. Es que crees que, para ser feliz, necesitas que se den esas condiciones. A esto la psicología lo llama “la cinta de correr hedónica”. Corremos eternamente persiguiendo la búsqueda de la felicidad, sin darnos cuenta de que quizá lo mejor sería apagar la máquina, bajarnos y descubrir que ya éramos felices.
Es eso, precisamente, lo que Dispenza plantea cuando dice “no esperes a que algo externo cambie para sentirte bien. Siéntete bien y observa como todo cambia”.
El poder de sentirse bien
La idea que nos plantea Dispenza, neurocientífico y referente en el plano del crecimiento personal, es profundamente transformadora. Parece casi mágica. ¿Puede cambiar el mundo solo porque cambiemos la forma en la que nos sentimos? Joe Dispenza asegura que sí, y lo que dice no tiene nada que ver con la magia. Es ciencia.
Cuando te llenas de gratitud, de amor, de entusiasmo o de alegría, empiezas a ver las cosas de otra manera. El optimismo, la positividad y la esperanza facilitan que el mundo deje de parecer un lugar oscuro. No es que el mundo haya cambiado, lo que cambia son las gafas con la que lo miras.
Esto conecta con nuestro cerebro de forma especial gracias a la neuroplasticidad. La ciencia ha demostrado que nuestro cerebro no es estático, cambia constantemente según lo que pensamos, sentimos y hacemos. Por tanto, si todos los días cultivamos pensamientos de optimismo, emociones positivas y autoconfianza, literalmente estaremos reconfigurando nuestra biología. Esta es una de las grandes teorías de Dispenza que le ganaron su lugar como experto en el campo de la felicidad.
Además, sabemos que las emociones influyen de forma directa en nuestra salud física, afectando nuestro sistema inmune, hormonal y nervioso. Sentirte bien contigo misma, por tanto, no solo te ayudará a pensar y ver el mundo de forma distinta. Te hará más saludable, más creativa y resiliente.
Para rematar, debemos hablar del sistema reticular activador ascendente (SRAA). Es una red neurona ubicada en el tronco encefálico que juega un papel crucial en la regulación del estado de alerta, como nos explican otras expertas, como la psiquiatra Marian Rojas Estapé. Cuando cambias tu forma de sentir, cuando te convences a ti misma que vas a conseguir lo que quieras, cuando visualizas tus objetivos, este sistema se activa y te enseña las oportunidades para conseguir lo que quieras. Si le dices a tu cerebro que eres una fracasas, en cambio, el SRAA te ensañará únicamente aquello que sin duda está dispuesto para que fracases.
Claves prácticas para sentirte bien ahora mismo
Los beneficios de cambiar la forma en la que nos sentimos quedan claros. Para empezar, sentirse bien no es algo que desagrade a nadie. Pero es que, además, puede ayudarnos a desbloquear todos esos obstáculos que creemos que nos separan de nuestra propia felicidad.
Sin embargo, sentirse bien no es tan sencillo como decirlo y, abracadabra, emociones positivas. Para conseguir conectar con el bienestar, por suerte, tampoco hacen falta grandes cambios externos. Tan solo necesitas un poco de compromiso contigo misma.
- Respira y vuelve al cuerpo. Empieza a hacer pausas en tu día a día para respirar profundo, sentir tu corazón y conectar con el momento presente.
- Da las gracias. La gratitud es la más poderosa de las emociones. Escribir tres cosas por las que te sientes agradecida cada día puede ser transformador, porque te enseña todo lo bueno que hay en tu vida, por pequeño que sea.
- Visualiza con emoción. Cierra los ojos e imagina como te sentirías si ya vivieras eso que deseas. No se trata de generar imágenes o de pensar en cómo sería tu vida, tienes que sentirla como real. Así activarás el SRAA del que hemos hablado antes.
- Sé constante. Repite estos hábitos emocionales todos los días, y poco a poco crearás una nueva versión de ti misma. No es magia, es práctica.
Si te ha interesado este artículo y te gustaría recibir más sobre estilo de vida saludable, únete al canal de WhatsApp de Cuerpomente.
Descarga gratis el eBook "El plan antiestrés: Regula tu cortisol" con los alimentos y los hábitos de vida que te ayudan a mantener unos niveles saludables de cortisol, la hormona del estrés.