La inflamación es una respuesta del organismo ante un desajuste interno o una agresión externa. Es, por tanto, una respuesta natural y deseable, pero en ocasiones conviene reducirla al tiempo que se favorece la solución del desequilibrio.
Ante una lesión o daño, sea un esguince, un golpe, una quemadura, una picadura de insecto o la acción de un microorganismo, el organismo produce unas sustancias similares a las hormonas llamadas prostaglandinas, y como resultado se produce la inflamación. Se genera un aumento del aporte de sangre y de leucocitos a la zona dañada para repararla y eliminar microorganismos.
Los fármacos antiinflamatorios de síntesis disminuyen la producción de prostaglandinas, responsables de la inflamación y del dolor más o menos agudo o persistente que padecemos, al bloquear las dos enzimas fundamentales para su síntesis, las ciclooxigenasas 1 y 2.
No obstante, los antiinflamatorios sintéticos pueden provocar irritación en las mucosas gástricas, sobre todo si se toman de forma prolongada o a dosis elevadas. Por ello, encontrar alternativas más suaves puede ser una buena opción para combatir la inflamación.
Remedios naturales antiinflamatorios
Algunas plantas medicinales actúan también sobre las ciclooxigenasas, por lo que tienen propiedades antiinflamatorias, pero no tienen los mismos efectos secundarios que los fármacos.
Además, reducen la inflamación gracias a su poder antioxidante, o bien gracias a que modulan la respuesta inmunitaria o bloquean las señales inflamatorias y del dolor.