La sensación de falta de energía, incluso estando en reposo, es un síntoma común con el cambio de estación o en épocas en las que estás pasando situaciones de estrés, pero también lo son los dolores de cabeza, la somnolencia diurna, los mareos, los cambios de humor, la apatía, la falta de concentración y memoria, la pérdida de apetito y la dificultad para conciliar el sueño. Si estos síntomas son pasajeros, no hay por qué preocuparse, pues son reacciones del organismo frente a los cambios.

Para hacer frente a esta situación, se suele recurrir a la toma de complejos vitamínicos o a plantas estimulantes. Pero, en la mayor parte de los casos, la revisión de los hábitos y del entorno en el que vivimos debería ser prioritaria.

Las 7 rutinas anticansancio que necesitas

Los cambios de tiempo o pasar por una época complicada en lo personal o lo laboral pueden acentuar el cansancio. Organizar bien el tiempo que dedicamos a cada actividad y ponerse límites es una buena fórmula para que nuestra energía no se agote. Cada uno debe planificar razonablemente la agenda si se quiere evitar el estrés crónico y la fatiga.

1. Dormir bien

Las horas de sueño son fundamentales para recuperar la energía y vitalidad ya que durante la noche nuestro organismo se desintoxica y recarga.

El ciclo de horas de sueño debe ser regular, aunque haya ligeras variaciones durante el fin de semana. Pasar noches sin dormir de forma periódica e intentar recuperar esa falta de descanso durante el día altera los ciclos circadianos y conlleva cansancio, somnolencia diurna y falta de concentración.

Pero también hay personas que, a pesar de dormir 8 o 9 horas, se despiertan cansadas. En este caso, el problema es la calidad del sueño. Cuando no se consigue entrar en las 4 fases REM y el sueño es disfuncional o interrumpido, se altera el equilibrio. Buscar la causa y corregirla es esencial para recuperar la vitalidad. Puede haber una razón de típo anímico, como una preocupación que no se nos va de la cabeza. O la explicación puede ser más prosaica: una cena tardía o pesada puede afectar al descanso.

2. Practicar ejercicio

Llevar una rutina deportiva durante todo el año ayuda a prevenir la aparición de periodos de cansancio. El ejercicio moderado contribuye a evadirnos del estrés y la presión laboral, aumenta los niveles de endorfinas, mejora la forma física, fortalece el sistema inmunitario y potencia el bienestar.

Si se realiza al aire libre, ayuda a oxigenar el cuerpo, a reequilibrar los ritmos circadianos y a sintetizar vitamina D, un nutriente esencial cuyo déficit produce dolor muscular, debilidad y apatía.

3. Buena alimentación

La alimentación es fundamental en la prevención de la fatiga. Además de evitar productos procesados, grasas saturadas y tóxicos como el alcohol, las bebidas azucaradas o el tabaco, conviene incluir en el menú diario proteínas de alto valor biológico, frutas y verduras que aportan vitamina C, bioflavonoides y polifenoles, y cereales integrales ricos en vitaminas del grupo B, nutrientes que aportan energía y vitalidad. También resulta clave la hidratación, pues un déficit leve de agua ya provoca fatiga, mareos y falta de concentración.

4. Disfrutar de pequeños placeres

Organizar la agenda implica reservar tiempo para uno mismo. El cansancio a veces viene dado por dedicar muchas horas a obligaciones laborales, familiares e incluso sociales, y las mujeres son especialmente proclives a ello. Repartir las tareas domésticas, buscar ayuda externa si es necesario y no pretender controlarlo todo es esencial para no agotarse. Además, cada cual debe escoger sus «autorregalos», que contribuyen al bienestar emocional y mejoran el estado de ánimo. Hay personas que disfrutan dando un paseo, otras leyendo, regalándose un masaje o realizando una escapada de desconexión.

5. Encontrar una afición

Tener un hobby ayuda a desconectar, nos aleja de las preocupaciones y problemas, favorece el crecimiento personal y fomenta el desarrollo del potencial creativo. No importa cuál sea, lo fundamental es que se trate de algo por lo que tengamos pasión. Este tipo de actividades hacen que el cerebro segregue más dopamina, endorfinas y serotonina, conocidas como las hormonas de la felicidad. Cuando sentimos bienestar físico o mental, nuestra energía aumenta y el cansancio se desvanece inmediatamente.

6. Prevenir infecciones

Las infecciones virales debilitan el sistema inmunitario y provocan cansancio. Otras investigaciones, por ejemplo por hongos, pueden causar desequilibrios metabólicos que hacen que nuestro organismo lleve a cabo cada día una batalla para lograr recuperar el equilibrio. Esto implica un mayor consumo de nutrientes y gasto energético. La solución es reforzar la inmunidad a través de la buena alimentación, el descanso y los hábitos saludables.

7. Salud mental

El agotamiento crónico puede ser un indicio de un trastorno mental. Alrededor de un 10% de la población sufre algún desequilibrio psicoemocional que suele acompañarse de un gran cansancio. A la patología se une a menudo el uso de fármacos que, aunque al inicio ayudan, provocan toxicidad hepática y neuroinflamación. Se establece así un círculo vicioso que lleva a padecer astenia crónica. Además de un cambio de hábitos, suele ser necesario recurrir a terapias y complementos nutricionales para evitar las consecuencias de un desequilibrio del sistema nervioso.

Alimentos que dan energía

Conocer qué alimentos nos pueden proporcionar un extra de energía es una buena forma de prevenir la fatiga. Apunta los siguientes:

  • Arándanos: ricos en antioxidantes y vitamina C, aumentan los niveles de energía y reducen el cansancio.
  • Avena integral: aporta nutrientes, sobre todo vitaminas del grupo B, que nos confieren energía sostenida y mejoran el estado de ánimo.
  • Espirulina. facilita la limpieza del organismo, puesto que ayuda a hígado y riñones a eliminar toxinas. Lentejas. Aportan hierro, un mineral vital para prevenir la anemia y la fatiga relacionada con la falta de oxígeno en el cuerpo.
  • Frutos secos: proporcionan grasas saludables, aminoácidos y vitaminas que dotan de energía al organismo.
  • Plátanos: aportan potasio y carbohidratos, que proporcionan energía rápida y ayudan a combatir la fatiga.

Ayudas naturales para no estar tan cansada

Hay complementos muy útiles para la fatiga. Son más eficaces si se complementan con un estilo de vida equilibrado.

  • Coenzima Q10: es un cofactor clave para la síntesis de ATP, molécula que interviene en la generación y transferencia de energía. Ayuda a aumentar la vitalidad en estados de fatiga crónica. Dosis recomendada: de 30 a 120 mg diarios.
  • Maca: se trata de un tubérculo rico en aminoácidos esenciales, carbohidratos, fibra, vitaminas del grupo B, carotenos y minerales. Su ingesta promueve la actividad mental y la resistencia. Dosis recomendada: en polvo (20-40 mg al día) o en cápsula (4-6 al día).
  • L-Tirosina: aminoácido precursor de la dopamina y la noradrenalina, hormonas vinculadas a la ini- ciativa y al estado de ánimo. El estrés persistente agota las reservas, lo que baja el tono vital y la concentración. Las legumbres, los frutos secos, los huevos, el queso y los aguacates son buenas fuentes. Dosis recomendada: de 40 a 120 mg diarios.
  • Coenzima NADH: se halla en todas las células y que es vital para la genera- ción de energía en el cuerpo. Aunque se sintetiza de for- ma endógena, la suplementación mejora el rendimiento y reduce la sensación de cansancio. Dosis recomendada: 10-60 mg diarios.
  • Vitaminas C y B: participan en multitud de reacciones implicadas en el catabolismo de macronutrientes y la obtención de energía. Dosis recomendada: 1-3 g de vitamina C y un complejo B50.