Cada día surgen más zumerías y juice bars donde degustar los más diversos zumos (sin fibra) o batidos (con fibra) de frutas y otros vegetales recién hechos.
Podríamos pensar que nos encontramos frente a una nueva moda. Sin embargo, consumir zumos es una tradición con siglos de antigüedad.
Y no es de extrañar que resurja en nuestros tiempos con tal intensidad. Es la reacción lógica a los malos hábitos de una sociedad que abusa de los alimentos surperrefinados, modificados, cargados de químicos y azúcares añadidos, tan poco nutritivos y cuyo consumo habitual favorece la aparición de enfermedades degenerativas e inflamatorias: diabetes, colon irritable, problemas de tiroides, cáncer, afecciones de la piel...
Vegetales al rescate
Quienes consumen más frutas y verduras frescas y crudas tienen en general menor probabilidad de padecer enfermedades inflamatorias y degenerativas. Ahora bien, para beneficiarse de sus propiedades rejuvenecedoras se recomienda consumir cada día al menos 5 raciones de verduras y 3 de frutas, a ser posible crudas.
La mayoría de nosotros, con nuestra agenda llena, no dispone del tiempo ni de la oportunidad de consumir tales cantidades cada día. Añadir a la dieta zumos frescos, sobre todo de verduras, es una manera ideal de complementarla con el extracto de los alimentos más nutritivos y antioxidantes, verdaderos elixires de vida.
Los zumos no son solo una manera fácil y efectiva de obtener la ración diaria necesaria de vegetales, sino que permiten al sistema digestivo descansar al no tener que digerir tanta fibra (en las dietas exclusivamente vegetales).
Tienen un efecto energético y revitalizante casi inmediato, ya que su digestión es rápida y ligera. ¡Y más si se toman con el estómago vacío por la mañana!
2 formas de hacer zumo
Para extraer los zumos, necesitamos aplastar o triturar los vegetales, idealmente con una máquina que separe fibra y líquido. Hay diversos modelos, pero destacaría como diferencia clave la que existe entre los extractores masticadores o cold press y los extractores centrifugadores con cuchilla.
- Extractores "cold press": estos «masticadores» o extractores «de presión en frío» poseen un sistema de rodillo que gira muy lentamente para aplastar o «masticar» los alimentos sin calentarlos ni oxidarlos y preservando al máximo sus propiedades.
- Extractores rápidos: trituran mediante corte centrifugando a alta velocidad, por lo que tienen un efecto más oxidante en el zumo obtenido.
Lo importante, sea cual sea el extractor que tengamos, es pensar en hacer los zumos a diario y consumirlos recién hechos. Al separar la fibra del agua biológica contenida en los alimentos, esta se oxida muy rápidamente y sus beneficios se reducen o incluso se pierden. Lo que antes era antioxidante se vuelve oxidativo.
El caso de los batidos es distinto, pues al mantenerse la pulpa la oxidación es más lenta.
Beneficios múltiples de los zumos
Otra de las ventajas de tomar zumos crudos es la facilidad con que se asimilan los nutrientes. Cuando consumimos vegetales enteros, algunas enzimas, fitonutrientes, vitaminas y minerales quedan atrapados en la fibra; consumir zumos vegetales permite que se incorporen al torrente sanguíneo con rapidez.
Los zumos tienen, además, un ligero efecto laxante. Asisten así al organismo en la depuración diaria matinal, que ocurre de manera natural de 4 de la madrugada a 12 del mediodía.
Al aportar el agua biológica de los vegetales –cargada de nutrientes y fitonutrientes–, ayudan a reponer los líquidos perdidos en los procesos metabólicos. También aumentan la alcalinidad de los fluidos orgánicos –sobre todo los zumos menos dulces y más ricos en clorofila y minerales–, lo que estimula el buen funcionamiento de los sistemas inmunitario y metabólico.
Más verde que fruta
Es de vital importancia favorecer el uso de vegetales verdes y emplear poca fruta o ninguna, o dar prioridad a la fruta poco dulce. De lo contrario, los zumos incrementarían demasiado rápido los niveles de azúcar en sangre y, si se tomaran de forma habitual, no beneficiarían al equilibrio del sistema inmunitario ni al del cerebro.
- Menos es más: al preparar zumos, da prioridad a las combinaciones sencillas. Escoge 3 o 5 ingredientes como máximo para facilitar el trabajo al sistema digestivo y la asimilación.
- Pon clorofila: incluye hojas verdes tiernas –espinacas, lechuga, kale, perejil, albahaca, menta, hojas de remolacha...– o tallos como el apio. Alcalinizan y aportan clorofila, carotenos y minerales como magnesio y hierro.
- No olvides la piel: cuando hagas zumos incluye la piel de frutas y verduras–excepto la de los cítricos, que amarga–. En la piel es donde más antioxidantes se concentran. Eso sí, aségurate de que sean orgánicas, porque la piel también acumula más plaguicidas en los cultivos convencionales.