Elaine Saint James, autora del clásico Simplifica tu vida, decía que llevar una vida complicada es la excusa perfecta para no cambiarla. Cuando nos decimos que "no nos da la vida", en lugar de asumir que es así y no podemos hacer nada, lo que corresponde es actuar. Ha llegado la hora de descomplicar.
En la infancia, la vida fluye como un río tranquilo. Hacemos pocas cosas con toda nuestra pasión. Estamos totalmente presentes y tenemos tiempo para lo verdaderamente importante: la familia, la pandilla de amigos, nuestras aficiones y sueños. A partir de la adolescencia, la ecuación de la vida se vuelve cada vez más compleja.
Estudiar para aprobar exámenes, trabajar, encontrar pareja, tener hijos quizás, buscar mejores oportunidades, pagar un coche, una casa o dos... Cuando logramos un grado aceptable de logros y bienestar, lo cual depende de los objetivos fijados, descubrimos con fatiga que debemos atender demasiados frentes, que la agenda está a reventar y no tenemos tiempo para nosotros.
Y lo peor de todo es que buena parte de esa acumulación de obligaciones y compromisos la creamos nosotros. ¿Por qué lo hacemos? Para contestar a esa pregunta, expondré el caso de un amigo cercano.
cumplir tu objetivo de vida
El sueño de muchas personas es publicar alguna vez un libro en una gran editorial. Si encima tiene éxito, puede considerarse una enorme fortuna. Menos del uno por ciento de los escritores logran algo así. Para preservar la intimidad del protagonista, en esta historia le llamaremos Miguel.
Tras varios años desarrollando una nueva terapia, Miguel recibe la llamada de una editorial para que escriba un libro sobre el tema. Es un sello grande con distribución en todas las librerías. El terapeuta, que no cabe de gozo, redacta el libro con pasión y lo entrega a la editorial. Cuando se publica, los medios pronto se hacen eco de esta novedad y el libro se reedita numerosas veces, además de lograr media docena de traducciones a otras lenguas. Con ello, la consulta de Miguel se llena, puede elevar los precios y le llegan ingresos extras, como charlas.
Ha encontrado su piedra filosofal. Sin hacer nada más, podría vivir el resto de su existencia gracias a este golpe de fortuna. Le permitiría trabajar solo la mitad de la jornada y dedicar la otra media a su familia o a sus aficiones. Se encuentra, además, en situación de ahorrar dinero y tener su propia casa dentro de un tiempo. En suma, está cubierto y lo tiene todo para ser feliz.
El fracaso del éxito
Sin embargo, Miguel es humano, y esa condición hace que su tendencia natural sea complicarse la vida. Dos años después de la publicación del libro, abre una compañía para franquiciar su terapia en la que debe pagar a varios empleados. Como le falta tiempo para ocuparse de todo, contrata a un CEO al que tiene que despedir poco después. Lo que podría ser una vida plácida y acomodada se convierte en reuniones y viajes constantes. Para complicar aún más las cosas, Miguel abre su propia editorial con unos socios con los que tendrá que negociar a partir de ahora, además de ocuparse de tiradas, distribución... Cuando se da cuenta de los embrollos en los que se ha metido, tiene más preocupaciones que nunca y se pregunta cómo ha llegado hasta ahí.
Tal vez el caso anterior parezca un problema de ricos; pero a menor escala, casi todos tendemos a hacer como Miguel. Mi propia agenda está siempre a reventar, sin tener necesidad de ello. Sea por- que digo «Sí» a demasiadas cosas o porque, simplemente, soy demasiado optimista con mi tiempo, podría vivir una existencia mucho más tranquila.
Complicaciones que nos podemos ahorrar
Para cualquier persona, querer abarcar demasiado es la madre de todas las complicaciones. Y viene promovido por un sistema que prima, sobre todo, dos cosas: hacer y gastar. Las personas muy ocupadas y con elevados gastos son identificadas como exitosas, pero son pobres en tiempo y en serenidad. En eso fracasan de forma peligrosa. Así como obtener reconocimiento, aunque sea a pequeña escala, nos empuja a hacer más y más, con las finanzas ocurre algo parecido.
Lo explicaba de forma muy didáctica Robert Kiyosaki en su libro "Padre rico, padre pobre" al hablar de la carrera de la rata. Afirma que nuestros gastos tienden a aumentar al mismo ritmo que crecen nuestros ingresos. Un trabajador que va con un coche sencillo de segunda mano, en cuanto obtiene un ascenso acostumbra a comprar un coche mejor. Y lo mismo se aplica a la vivienda y a los hábitos de consumo en el tiempo libre. No puede salir de la rueda del hámster, como la rata. Son trampas que nos llevan a complicarnos la vida. Veamos ahora cómo descomplicarla.
4 pilares para descomplicarse
En una ocasión, preguntaron a Miguel Ángel, el escultor florentino, qué técnica había empleado para esculpir La Piedad, la impresionante pieza creada a partir de un único bloque. La respuesta del genio renacentista aún se recuerda hoy: «La escultura ya estaba dentro de la piedra. Yo, únicamente, he eliminado el mármol que le sobraba».
La principal herramienta para descomplicar la vida es la misma que utilizaba el artista italiano: quitar lo que sobra. Podemos proceder en cuatro "departamentos" de los grandes almacenes de la complicación:
1. DINERO. ¿Cuántos gastos de mi presupuesto mensual son prescindibles o superfluos? ¿Qué maneras tengo de vivir de forma más económica, de modo que no tenga que tirar de tarjeta y de préstamos? Hacer un plan para, a medio plazo, no vivir a crédito facilita la vida enormemente.
2. TIEMPO. ¿Qué obligaciones y compromisos puedo eliminar de mi agenda? ¿Cuáles son las «fugas» de minutos y horas en mi vida cotidiana? Si pasas demasiado tiempo en las redes sociales, a no ser que seas influencer y vivas de eso, tendrás que plantearte cómo hacer una dieta digital.
3. RELACIONES. ¿Por qué gasto energías con personas que aportan más problemas que satisfacciones? ¿Qué sentido tiene tratar de cambiar a otros, cuando solo puedo cambiarme a mí mismo? Dado que buena parte de las complicaciones vienen por las relaciones interpersonales, esta es otra gran área a sanear.
4. PENSAMIENTOS. ¿Qué creencias y suposiciones me ayudan a vivir mejor? ¿Cuáles me limitan o me hacen sufrir? Este ejercicio de hacer consciente nuestro «run-rún» mental, para lo cual ayuda la práctica del mindfulness, es una manera de simplificar nuestra vida desde dentro hacia afuera.
El paso a paso para simplificar
- HACER LA LISTA: Así inició su revolución Elaine Saint James, una empresaria estresada que decidió retirarse a una cabaña un fin de semana para anotar en un papel todo lo que podía hacer para descomplicar su día a día. Tras llevarlo a cabo, narró su éxito en el clásico "Simplifica tu vida", publicado hace tres décadas.
- MENOS ES MÁS: Los objetos que acumulamos en casa, además de lugar, ocupan espacio mental. Así como una mesa despejada ayuda a concentrarnos mejor, vender y donar lo que no necesitamos facilitará nuestra vida. Deshacerse de cosas es una manera de ahorrar dinero y de tener más claridad ya que, como decía el Kybalión, "Como es adentro, es afuera".
- FOCO: El multitasking añade estrés a nuestra vida, y no es tan eficiente como parece. Más que hacer varias cosas a la vez, lo que sucede es que cambiamos de actividad constantemente, lo cual nos desgasta y fatiga. Hacer una sola cosa, con cariño y atención, nos hará sentir mejor —logra- remos el flow— y obtendremos además mejores resultados.
- ACEPTAR: Otra forma de complicarnos la vida es desear que todo sea perfecto, algo que es imposible, puesto que la existencia es puro wabi sabi, la expresión que usan los japoneses para definir «la belleza de la imperfección». Cuando las cosas salgan mal, relájate. Simplemente, toma buena nota y la próxima vez lo harás mejor.