Lidiar con personas emocionalmente inmaduras es casi un rito de adultez: todos lo vivimos en algún momento, y cuando sucede, sabemos por contraposición que hemos madurado (al menos un poco). Estamos hablando de esas personas que, ante cualquier crítica, reaccionan a la defensiva, desvían responsabilidades o incluso intenta manipularte con comentarios que te hacen dudar de tu percepción. Comunicarse con ellas puede ser un reto agotador, tanto en el entorno familiar como en el trabajo.
Lo curioso es que, sin darnos cuenta, también podemos caer en el uso de ciertas frases que reflejan esta inmadurez emocional. Identificarlas y evitarlas es crucial para comunicarnos de forma asertiva (y reaccionar bien cuando las escuchamos en bocas ajenas). Kathy y Ross Petras, expertos en comunicación y autores del bestseller You’re Saying it Wrong han identificado algunas de las expresiones más comunes que delatan una actitud emocionalmente inmadura. Toma nota, porque aprender a reconocerlas puede hacerte la vida mucho más sencilla.
No es mi culpa, yo no he hecho nada
Si escuchas a un niño de unos cinco años diciendo esto al ser regañado por su profesora, la frase encaja a la perfección. El problema es cuando lo escuchas en boca de Ramón, 45 años, gerente de tu empresa. Cuando algo sale mal, las personas emocionalmente inmaduras suelen evitar asumir su parte de responsabilidad, da igual que tengan 5 o 45 años. Por ejemplo, si llega tarde a una cita, se excusará diciendo que “había mucho tráfico”, en lugar de reconocer que no salió a tiempo.
Esta frase refleja una dificultad evidente para aceptar los propios errores y aprender de ellos. Según los expertos, asumir la responsabilidad es una de las claves de la madurez emocional, puesto que permite el crecimiento personal y la comunicación honesta.
Si no hubieras hecho eso, esto no habría pasado
Llevamos dos, y ya vemos un patrón claro: el objetivo es siempre quitarse de encima la responsabilidad. En este caso, la frase lo consigue trasladando esta responsabilidad a otro. Es habitual escucharla en discusiones en la que una persona (emocionalmente inmadura) siente que ha perdido el control. En lugar de analizar lo sucedido, prefiere culpar a otro, lo que puede generar dinámicas muy tóxicas en la relación.
Aunque puede parecernos divertida en frío, esta frase puede volverse realmente peligrosa cuando, por ejemplo, aparece tras una agresión dentro de la pareja. Nunca eres responsable de la forma en la que actúa otra persona. Cada uno es responsable, única y exclusivamente, de sus propios actos. Y nada justifica una agresión, en ningún contexto.
Estás exagerando
Si estás rodeada de inmaduros emocionales, la habrás escuchado mil veces y de mil formas diferentes: “¡Qué sensible eres!”, “Estás exagerando”, “No es para tanto”. Estas frases descalifican las emociones de la otra persona y son un claro ejemplo de invalidación emocional. Cuando alguien dice esto, está enviado el mensaje de que los sentimientos del otro no son legítimos, lo que puede generar culpabilidad, inseguridad y frustración.
Este tipo de actitud se relaciona con lo que en psicología se conoce como gaslighting o “bomba de humo”, una manipulación que busca hacer dudar al otro de su percepción de la realidad. Las personas maduras, en cambio, saben validar las emociones ajenas, incluso cuando no las comparten.
Sí, lo que sea
Detrás de esta frase, que quizá te suene, hay una negativa a seguir dialogando y a resolver un conflicto. Es una forma pasivo-agresiva de dar por finalizada una conversación sin abordar el problema real.
Las personas que recurren a esta expresión, por lo general, se sienten incómodas con las discusiones y prefieren evitarlas, aunque esto implique dejar sin resolver cuestiones importantes. La madurez emocional implica, precisamente, aprender a enfrentar las diferencias con empatía y disposición al diálogo.
¿Qué dices? ¡Yo nunca dije eso!
Un clásico en discusiones que puede convertirse en una peligrosa forma de manipulación comunicativa. Quien la utiliza (a sabiendas de estar mintiendo) intenta reescribir la realidad para evitar asumir un error o una mentira, aseguran los hermanos Petras. Aunque puede que ser una respuesta impulsiva, su repetición constante puede minar la confianza en una relación.
La madurez emocional requiere reconocer cuando uno se equivoca, aunque implique afrontar una conversación incómoda. Asumir los propios actos fortalece la credibilidad y el respeto mutuo.
Es tu problema
Esta expresión refleja una actitud evasiva peligrosa frente a los conflictos. Quien la dice, está evitando implicarse en la resolución del problema, desentendiéndose de la relación.
En cualquier vínculo saludable, la cooperación y la disposición a ayudar son claves. Las personas emocionalmente maduras entienden que, aunque un problema no les afecte de forma directa, pueden contribuir a encontrar una solución si es importante para el otro.
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