La ira y el enfado son emociones que tendemos a retener dentro de nosotros mismos, las negamos y queremos obviar que las sentimos. ¿Hay una forma correcta de enfadarse? O una pregunta todavía más difícil de responder, ¿cuál es la forma adecuada de expresar un enfado? ¿Es siempre sinónimo de perder los papeles?
Muchas veces el enfado es un paso previo a la tristeza; de hecho, podemos estar sintiendo ambas emociones a la vez. Es como el juego de piedra, papel y tijera. ¿Has jugado alguna vez? El papel gana a la piedra, porque la envuelve y la inmoviliza. Lo mismo sucede aquí, el enfado recubre la tristeza. Sin embargo, si conseguimos expresar el enfado, este se disipará y podremos sentir la emoción que nos llevará a la sanación: la tristeza.
Y es que estas suelen ser las fases de un duelo: negación, negociación, ira, tristeza y, finalmente, aceptación. Si comprendemos el enfado como la parte natural del camino de la vida, podremos no castigarnos por ello, atravesar la emoción y, por fin, dejarla ir para continuar caminando.
La mejor forma de canalizar el enfado
Recientemente, la revista Nature ha publicado los resultados de un estudio sobre la mejor forma de dejarte sentir el enfado y de canalizarlo. Es un método sencillo, indoloro y de fácil aplicación.
El estudio concluye que la mejor fórmula es escribir en un papel lo que te ha provocado el enfado y también cómo te estás sintiendo. No obstante, la clave no está solo en redactar, sino en el paso siguiente: arrugar el papel y tirarlo a la basura.
Los científicos se sorprendieron al observar que, siguiendo el método, las personas enfadadas no solamente reducían su enfado, sino que volvían al estado emocional que tenían antes de que se sintieran irritados.
Siempre he estado muy de acuerdo con los efectos terapéuticos de la escritura; sin embargo, arrugar lo escrito durante un enfado y tirarlo a la basura me parece un acto simbólico maravilloso que puede resultar de gran ayuda para avanzar en nuestro camino y no quedarnos paralizados en el papel de personas enfadadas (que por algún motivo rima con personas estancadas).
Enfadarnos bien siempre será un reto que como seres humanos tendremos. Afortunadamente, cada día aprendemos y ya vemos que expresar el enfado sí que tiene algo que ver con perder los papeles, solo que no de la forma que tradicionalmente imaginamos bajo esa expresión.
No obstante, podemos ponernos de acuerdo y resignificar todo lo que necesitemos para avanzar en nuestro camino y evolucionar.
Naturalizar la emoción desde pequeños
Aprender a naturalizar las emociones empieza en la infancia. Actualmente, la educación emocional empieza a estar de moda y hablamos con los niños arrodillados, para poder mirarlos a los ojos y así empatizar mejor con ellos.
Después, comprendemos que sus reacciones emocionales tienen la función de regular su sistema nervioso todavía en crecimiento. Un niño, cuando expresa ira llorando o gritando, no lo hace con el objetivo de fastidiar, lo hace porque es la única forma que tiene su cuerpo de regularse. Deberemos esperar unos años para saber qué resultados tienen las nuevas formas de educar emocionalmente en la actualidad.
No obstante, los que ya somos adultos no nos hemos criado en ese clima y debemos emprender la andadura de la educación emocional ya de mayores para vivir una vida más plena y feliz.
Una solución bonita es la de maternarnos a nosotros mismos. Comprender que, cuando surgen las emociones, lo hacen en nuestras partes internas más tiernas y vulnerables. Es vital no castigarnos por ello y mirarnos con la mirada de una madre compasiva y amorosa.
Incluso, en muchas ocasiones, no sabemos por qué nos sentimos como nos sentimos. No obstante, no hace falta tener motivos. En el momento en el cual aparece la emoción: esa situación es real para ti y más que suficiente para tomar las decisiones que necesites para seguir en coherencia contigo mismo.
Todas las emociones merecen su espacio
Crecimos clasificando las emociones como “buenas” y como “malas”, pero nada más lejos de la realidad. Todo lo que sentimos tiene una función: la función de, eventualmente, hacernos felices y recalibrarnos hacia nuestro camino.
A veces, caemos en el error de considerar que, si sentimos más emociones “buenas”, seremos mejores personas que si tendemos a sentir emociones “malas”. Pero lo único que podría llevarnos a actuar de una forma incoherente y dolorosa es ignorar todo lo que estamos sintiendo en nuestro fuero interno.
En ocasiones, lo que necesitamos es un momento de stop para saber qué nos está ocurriendo. Siempre estamos avanzando y tomando decisiones a toda velocidad, cuando en muchas situaciones la mejor solución es parar y observarse. No siempre el movimiento es la solución.
Date el tiempo y el espacio para estos momentos de calma e, incluso, conecta con todo lo que te esté sucediendo para darte esta oportunidad de escribir o de sentir lo que necesites.
Recuerda que estás en un camino valiente y difícil, pero ignorar lo que estás sintiendo y convencerte a ti mismo de que todo está bien, también es difícil. Así que solamente nos queda escoger con qué dificultad queremos lidiar y vivir.
¿Y tú? ¿Escoges enfadarte bien o camuflar lo que te está sucediendo?