Si hay una película que me fascina es Drácula, de Bram Stoker. Y eso que no soy un gran aficionado al cine de terror. Tal vez sea por eso, porque esta joya de Francis Ford Coppola no es tanto un relato de miedo como un maravilloso romance. Esa clase de amor capaz de cruzar océanos de tiempo, como dice el propio conde.

¡Ay! Si pudieras verme ahora, comprobarías que se me sigue erizando la piel por el simple hecho de recordar esta escena. Además, si pudieras leer mi mente, serías consciente de las irrefrenables ganas que tengo de verla inmediatamente.

Así es mi afición por Drácula. Sin embargo, no siempre fue así. Es más, durante años decía que ni fu ni fa. A mí, que había ido al estreno, por allá el año 1992, no me había gustado. Es más, no entendía a aquellas personas que se declaraban fans incondicionales del filme. Pero cuando la volvía a ver… En el segundo visionado…

¿Cómo es posible un cambio tan radical? Para mí fue un misterio. Casi más aterrador que los vampiros. Y lo fue hasta que descubrí la regla del Peak-End (pico y final, en español). ¿Qué nos cuenta?

¿Eres víctima de la regla del Peak-End?

El Peak-End nos dice que los seres humanos tendemos a recordar una experiencia por cómo nos hizo sentir en su momento de más intensidad emocional (ya sea positiva o negativa) y/o por cómo termina esa experiencia.

En otras palabras, no hacemos una media racional y justa de todo lo que ha sucedido, no. El pico más alto y/o el final. Solo eso. El resto lo desechamos, no está presente en la historia que nos contamos. Al fin y al cabo, eso es un recuerdo: una historia que nos contamos.

Es como si en un examen de fin de curso solamente contaran, como máximo, dos de las diez preguntas. La que mejor o peor hayas contestado y la última. El resto, nada. Imagínate. El resultado, simplemente, no reflejará el verdadero nivel de las respuestas.

En mi caso, ese día, cuando fui a ver Drácula, perdí la cartera. Con mi DNI y algo de dinero. Ese fue mi momento emocionalmente más intenso. Negativo. Muy negativo. Además, el día terminó mal. Yo enfadado y más gente enfadada porque yo estaba enfadado. Puedes hacerte una idea. Así que al recordar la película que había visto… ni fu ni fa. Fui injusto en mi valoración

La pregunta es ¿cuántas veces hemos sido víctimas sin saberlo de la regla del Pico y Final? ¿Podemos usarla a nuestro favor? ¿Se puede hacer algo con esta tendencia? La respuesta es sí.

Si eres consciente de sesgo negativo, podrás cambiarlo

Según dicen, con el solo hecho de ser conscientes de este sesgo cognitivo, su poder sobre nosotros se ve atenuado. Es algo así como sucede con los monstruos de debajo de la cama, cuando éramos pequeños. Si enciendes la luz del cuarto, todo da menos miedo. 

Hay más. Al tener en cuenta esta regla, también podemos esforzarnos en mirar todas las preguntas del examen. Quiero decir, que al recordar esto o lo otro, por más que haya un momento negativo, intensamente negativo, podemos focalizarnos en todos aquellos que no lo son. O que son bastante positivos. Valorar todo el día, no solo quedarnos con el pico más alto.

Lo mismo sucede al revés. No nos dejemos engañar ni manipular. Un buen final o momento no debería borrar, a lo mejor, alarmantes signos negativos que, si bien no son tan intensos, si nos están avisando de algo. Y, los avisos, como mínimo, debemos tenerlos en cuenta.

La regla del Peak-End aplicada al futuro

Pero, cuidado, esta regla también podemos usarla orientándola al futuro. Porque teniendo en cuenta que los seres humanos nos contamos así aquello que vivimos, podemos diseñar un momento específico teniendo en cuenta su pico y su final.

Pongamos el caso que quieres sorprender a alguien invitándole a cenar o que necesitas explicar algo a un comité, eso da igual. En cualquiera de los dos casos será bueno que prepares alguna sorpresa significativa, algo que cree el momento pico, el momento estrella tanto de la cena como de la reunión. Y, además, puedes preparar un buen final. De este modo, podrás asegurarte de que la persona está en sintonía con aquellas emociones que quieres causar.

No se trata de manipular, se trata de que tanto la cena como la presentación salgan de la mejor manera posible.

En definitiva, como ves, esta regla del Peak-End es muy útil, sobre todo si somos conscientes de ella. Nos sirve para ver en perspectiva, para recordar ampliamente, para ser capaces de valorar todo aquello que nos ha pasado en su justa medida. Huir de la visión de túnel y tener una inspiradora perspectiva de paisaje.