En una concisa reflexión sobre el arte de vivir, el poeta Robert Frost escribió: «En tres palabras puedo resumir todo lo que he aprendido sobre la vida: la vida continúa».
Parece una obviedad, pero es importante recordarlo, especialmente en tiempos de tristeza o dificultad. Hay momentos en los que nuestros problemas, sumados a las calamidades que cuentan los medios, nos hacen sentir como si estuviéramos en el fin del mundo. Pero no es real. Es solo un episodio de la película.
El problema es tomar la parte por el todo. Imagina la existencia como una larga ruta de montaña, llena de subidas y bajadas. Si cuando subes ignoras el resto del mapa, te parecerá que ir hacia arriba es el único argumento de la vida. Lo mismo sucede si te obsesionas con la bajada, olvidando todo lo demás.
La vida está llena de oportunidades
Alegría y tristeza son complementarios. De hecho, podemos apreciar la primera porque hemos vivido la segunda. Todas las emociones son útiles y necesarias, como ilustra ingeniosamente la última entrega de Píxar: Del Revés 2. El problema viene cuando una única emoción, por ejemplo la ansiedad, se apodera de todo nuestro espacio mental.
Las emociones cambian todo el tiempo, así como la vida y nosotros mismos. Darnos cuenta de esto nos aporta una nueva perspectiva.
Estés pasando por un momento afortunado o infeliz, se trata solo de un capítulo del libro de tu vida. Luego vienen otros, y nuestra historia está llena de puntos de giro. Como afirmaba el misionero Vicente Ferrer, «El momento más oscuro de la noche es justo el instante antes del amanecer».
Tras un cúmulo de adversidades, de repente surge una buena noticia, que a su vez lleva a otra. Entonces se transforma nuestro horizonte existencial.
Un entrenador que acababa de salir derrotado con su equipo dijo: "Lo bueno del fútbol es que, al cabo de tres días, hay otro partido". Y lo mismo ocurre con la vida. Da igual lo que haya pasado, a partir de ahora pueden suceder otras cosas, si estás dispuesto a andar "la milla extra".
Contemplar la existencia con esta temporalidad, asumiendo nuestra capacidad de influir en nuestro destino, nos ayuda a relativizar lo bueno y lo malo. La existencia es cambiante y, mientras tengamos los pies sobre este mundo, nada está escrito.
Atreverse a soñar para dirigirse hacia algún sitio
Todos sufrimos vaivenes en la montaña rusa de la fortuna. Walt Disney, por ejemplo, fue despedido de su trabajo como ilustrador en un periódico "por falta de imaginación", como constaba en la nota de su jefe. Montó varios negocios fallidos y le robaron el primer personaje animado que dio a conocer, antes de que Micky Mouse se popularizara.
Tras invertir todos sus ahorros en su primer largometraje, Blancanieves y los siete enanitos, le llegó un enorme éxito. De esta experiencia, extrajo dos aprendizajes:
- Cualquier cosa que hagas depende de lo que te atrevas a soñar. "Recuerda que todo esto empezó con un ratón", decía Disney.
- "Pregúntate si lo que haces hoy te llevará adonde quieres llegar mañana", aconsejaba.
Al final, lo que cuenta no es dónde estamos ahora, sino adónde nos dirigimos. Porque la vida continúa y está todo por hacer.
Cambiar el pozo por el túnel
La psiquiatra Marian Rojas explica que, ante la adversidad, muchas personas sienten que están en el fondo de un pozo, sin salida. Si cambiamos esta imagen por la de un túnel, entenderemos que hay luz al otro lado: solo hay que seguir caminando.
Para ver «luz» al otro lado del túnel, podemos ayudarnos proyectando lo que haremos al completar la travesía. Como decía Walt Disney, se empieza soñando para luego acabar haciéndolo.