La vida ha llevado a esta mujer alegre y entusiasta a dar muchas vueltas, pero desde que se fijó en el pericardio es ella la que le ha dado vueltas a la vida.
Nació en Granollers (Barcelona) y sus inicios fueron ciertamente azarosos. Trabajó de maestra y de enfermera, estudió hasta cuarto de Medicina y por un divorcio lo dejó todo para viajar por África con un hijo de dos años.
Con el tiempo su afán por comprender la relación entre la salud y las emociones despertó su interés por la homeopatía, la morfopsicología y sobre todo la osteopatía, de la que cursó estudios completos. Para la tesina final, eligió ahondar en el pericardio, según confiesa "sin saber muy bien dónde metía la nariz".
Desde entonces Montserrat Gascón ha desarrollado la Osteopatía Bioenergética Celular, una rama de la osteopatía que destaca la importancia del impacto emocional en la salud y los mecanismos de protección frente a estos impactos, que ella sitúa en el corazón.
También lidera lo que llama el "Frente Popular de Liberación del Pericardio", desde el que anima a todo el mundo a liberarse el pericardio o liberárselo a otros. A mí me lo libera justo antes de esta entrevista, en medio de un parque de Barcelona.
Me presiona sobre el corazón varias veces y, tras cada presión, dejo escapar un fuerte suspiro. Noto la columna más alargada y, sin comprender muy bien qué ha sucedido, empiezo la primera pregunta muy relajada y extrañamente conmovida.
El pericardio es el guardián de la vida
–¿Qué es el pericardio?
–Esla bolsa que envuelve, protege y sostiene el corazón dentro de su cavidad: el mediastino. Está formado por una capa muy resistente y dura que actúa de protección, y otra serosa y suave en la que el corazón puede, al latir, resbalar y fluir.
–¿De qué protege el pericardio al corazón?
–El corazón es el órgano vital por excelencia: es el primero que se forma a nivel embrionario, el que con su fuerza permite que se vayan creando los demás sistemas del organismo y el que se para cuando morimos. También es el que cataliza las emociones. Pero las emociones no pueden estar perturbándolo continuamente, y es el pericardio el que las recibe. Ante el miedo o una tensión emocional, se cierra y se adapta para proteger el corazón y permitir que siga funcionando. Cuando decimos que el corazón se nos ha encogido o nos ha dado un vuelco, es el pericardio el que se ha contraído.
De la apertura a la retracción
–¿Qué le llevó a interesarse por el pericardio?
–¡Se me había encogido tantas veces que quise entender qué me pasaba! Para mí era evidente que cuando una emoción te llega al corazón sientes una opresión en el pecho. Aparte de en mí misma, podía observarlo en la consulta.
Como osteópata veía una y otra vez que las personas con taquicardias, tensión en los hombros, tristeza o depresión, entre otros problemas, tenían el pericardio encogido. Casi nadie hablaba de él, ni siquiera en la facultad, y sin embargo es la encrucijada por la que pasan todos nuestros sistemas. Así que empecé a investigar.
–¿Qué descubrió?
–Que el pericardio forma una unidad anatómica con dos ganglios estrellados que conectan con el sistema neurovegetativo, es decir, con el sistema nervioso autónomo que regula las funciones vitales.
–¿Qué implica esto?
–Mientras estamos confiados y alegres, el pericardio se abre, pero si tenemos miedo se cierra. Al hacerlo estimula esos ganglios estrellados, que al estar conectados con el sistema simpático ponen en marcha una reacción neurohormonal. Esto produce un gran cambio: se invierte la dirección de la energía, que en lugar de dirigirse hacia fuera se vuelve hacia dentro. Se pasa de un estado de vibración, expansión y alegría a un estado de miedo, retracción y supervivencia.
–Ha definido el corazón como receptor y catalizador de la vida emocional y espiritual. Ahora la ciencia sitúa las emociones y la espiritualidad en el cerebro. ¿Nacen en el cerebro y se dirigen al corazón?
–No. Para mí el pericardio es la puerta de entrada de las emociones y luego se produce un feedback del cerebro, que vuelve a influir sobre el pericardio. La ciencia dice que el miedo o los impactos emocionales entran en el cuerpo a través de los órganos de los sentidos: ojos, oídos, nariz... Pero a veces se tiene miedo sin ver, oír, oler ni tocar nada. Se tiene un "presentimiento" que se siente en el pecho, en las células, y que automáticamente hace que el pericardio se contraiga. Los ganglios estrellados actúan de vínculo con el cerebro activando la secreción de adrenalina, lo que nos pone de nuevo en estado de miedo.
–¿Un pericardio encogido puede provocar trastornos cardiovasculares?
–Sí. El corazón depende, mecánicamente, del buen funcionamiento del pericardio. Si este está retraído, comprime el corazón, que no solo no puede latir libremente sino que va rozando con la pared interna del pericardio. Además se excita el ganglio estrellado, del que parte el nervio cardiaco. Esto hace que el corazón lata más rápido y se pueden producir taquicardias, arritmias y otras alteraciones.
"Si el pericardio se cierra, se pasa de un estado de expansión y alegría a uno de miedo y supervivencia."
–¿Puede existir relación entre el pericardio y trastornos respiratorios como el asma?
–El pericardio está encima del diafragma, sobre el centro frénico, que es el centro de la respiración. Y los dos nervios frénicos están adheridos a sus lados. Si el pericardio se retrae perturba su funcionamiento.
La espalda puede encogerse con el pericardio
–¿Puede producir algún otro trastorno o molestia?
–El pericardio tiene forma de copa invertida y llega hasta la base del cráneo. Al contraerse, excita la tiroides y tira de esa base hacia abajo. Esto puede derivar en problemas hormonales y cerebrales.
–Al liberarme el pericardio se me estiraban las cervicales. ¿La retracción del pericardio puede afectar a la postura?
–El sistema osteomuscular protege y sostiene los órganos vitales. Cuando el pericardio se encoge, músculos y vértebras lo acompañan y la espalda se va curvando.
–¿Liberar el pericardio puede aliviar un dolor de espalda?
–La emoción actúa primero en el pericardio. De ahí pasa, a través de los ganglios estrellados, al cuerpo neurohormonal, que al segregar adrenalina perturba el sistema metabólico: altera la secreción renal, los ácidos del estómago, produce una vasoconstricción... También afecta al sistema visceral, pues los órganos, con la adrenalina, se endurecen y bajan su rendimiento. Esto acaba incidiendo en el sistema osteomuscular que los protege y sostiene. Pero este sistema es el último de la fila. Tratar solo la contractura o una articulación es intentar arreglar el problema empezando por la cola.
–¿Qué hace posible que el pericardio se encoja?
–Para comprenderlo hay que fijarse en las células. Estas se expanden y se contraen, como el pericardio. Pero ¿qué hace que la célula se mueva, que respire? ¡La vida! Lo que diferencia a una célula viva de otra muerta es que una se mueve y la otra no. ¡Años intentando entender qué era la vida y lo comprendí cuando llegué al pericardio! La vida anima y da movimiento al cuerpo y a todos los seres vivos. Todos estamos animados por la misma esencia. ¿Qué cambia? La manifestación de esa vida según el cuerpo utilizado. Los chinos la llaman chi, los egipcios ka; es el yin o energía creadora...
El pericardio aprisiona la vida
–¿Al contraerse el pericardio está aprisionando la vida?
–Sí. La vida se aloja en las células y, por tanto, en todos los órganos, incluido el pericardio. A esa vida la llamo "alma", si bien ahora casi nadie se atreva a usar esta palabra. El alma empuja hacia fuera, es una fuerza expansiva que crea y hace crecer. En condiciones óptimas el cuerpo se adapta a su movimiento. La expansión es salud porque el alma se siente a gusto en el cuerpo.
En cambio, si el pericardio u otro órgano se retrae la vida queda bloqueada en el interior y aparece la enfermedad. La misma palabra lo sugiere: "en-fermedad", vida enfermée o encerrada, vida infirme o disminuida de sus posibilidades. La patología aparece cuando un órgano falla porque la vida, al quedar atrapada, no puede expresarse bien.
¿Hay algo que temer?
–¿El miedo es la única emoción que afecta al corazón?
–El miedo es la madre de todas las patologías. La medicina china dice que el pericardio gobierna la sangre y alberga el espíritu, y que de él depende la conciencia. La conciencia es saber que somos seres divinos encarnados experimentando a través de la materia y que a través del cuerpo físico podemos reconocernos. No somos el cuerpo sino la energía que lo ha creado y lo anima: el alma.
El alma es inmortal, no tiene límites: la tuya es igual que la mía. Algunos la llaman Dios, otros madre divina o fuente de vida. En cambio el cuerpo muere, es la materia o yang, el complemento del yin. Cuando pensamos que somos el cuerpo olvidamos quiénes somos y tenemos miedo. ¡Morimos de miedo a morir!
–Mientras me liberabas el pericardio he sentido miedo...
–Porque al presionar llevo el pericardio al máximo de su retracción y allí espero hasta que sea él, totalmente acorralado, el que se suelte. La propia energía del pericardio pugna por salir y permite liberarlo.
–Cuando trabaja sobre el pericardio, ¿qué nota?
–Noto la energía, la vida, y bailo con ella: lo que me lleva hacia dentro está en retracción, lo que me empuja hacia fuera está relajado y en expansión. Y luego le pregunto a las células cómo están, qué les pasó... Lo importante es la atención: si se lleva la atención al alma se la está reconociendo. Conocimiento es "co-nocimiento": nacemos con él y estamos aquí para "re-conocer". Pero la mayoría de veces no sabemos que tenemos ese conocimiento, no sabemos quiénes somos ni qué hemos venido a hacer, y nos empeñamos en buscarlo fuera.
Un cambio de vibración
–¿Cómo ayuda liberar el pericardio en ese proceso?
–Recuerda lo que dice la medicina tradicional china: el pericardio gobierna la sangre y alberga el espíritu. Liberar el pericardio produce un cambio energético: varía la vibración, se abren los chakras... Cuando cuerpo y alma se encuentran en el pericardio, el espíritu se despierta. El despertar es ese cambio de vibración: la reunión entre cuerpo, alma y espíritu.
–¿Adoptar una actitud más positiva puede facilitar la liberación del pericardio?
–Se puede hacer psicoterapia para cambiar de actitud pero es como intentar ayudar a un coche a funcionar con el freno de mano puesto. Con el pericardio bloqueado, el cerebro funciona controlado por el miedo y es difícil conseguir que funcione de otra manera. En cambio, si se va al pericardio y se libera, en un instante cambian la secreción hormonal, el metabolismo, el humor...Con el pericardio abierto, la vida se ve diferente.
–¿Se puede liberar uno mismo el pericardio?
–Sí. En realidad no hay más que hablar con la propia alma. Puedes hacerlo por la mañana: toma conciencia del pericardio, lleva la atención a él. Puedes apoyar las manos a la altura del corazón y darle las gracias, o sacar pecho unos instantes, con los hombros relajados. Siente su movimiento y deja que se expanda.
Una técnica sencilla para liberarse
–Da cursos de formación para liberar el pericardio. ¿Qué se enseña en ellos?
–Lo que hacemos es aprender a sentir la vida practicando ejercicios de atención. Enseño a preguntar a las células, a hablarles y decirles que se pongan bien. Preguntarles implica reconocerlas y eso ya las libera. Es muy sencillo. ¡Hasta los niños pueden aprenderlo!
–¿Los efectos son duraderos o es necesario liberárselo de vez en cuando?
–¡No hay resultados definitivos! El reconocimiento máximo es recordar quiénes somos. Reconectar con lo que nos da el corazón: nuestra divinidad. Y bailar con la magia de la vida, porque todos somos el mago Merlín: nos pasamos la vida buscando el grial, y resulta que lo llevamos dentro.