El cuerpo es siempre un reflejo de las reacciones emocionales, y si las emociones son nocivas, terminan por dinamitar el propio organismo. La conexión entre estados de ánimo y glándulas las conoció muy bien el yoga desde el principio y es lo que sigue estudiando, practicando y divulgando Ramiro Calle, pionero del yoga en España y autor de más de 200 obras relacionadas con la sabiduría oriental. Como él mismo afirma "el ser humano es un universo en miniatura o microuniverso y debe respetar unas leyes para evitar desestrucuturarse o enfermar".
Calle nos cuenta que hay fuerzas en el propio cuerpo que tienden al equilibrio y, que si se les permite fluir libre y armónicamente, reequilibran todas las potencias psicosomáticas y hacen el cuerpo más resistente y la mente más sosegada.
De todo ello habla en su libro Los 7 yogas (Ed. Integral) y, entre otras cosas, afirma "he querido transmitir una vez más las enseñanzas y los métodos del yoga basándome en mi experiencia personal, porque todos podemos perfeccionar nuestros instrumentos vitales (cuerpo-mente-fuerza vital) y desarrollar así una más dichosa, plena y lúcida consciencia de la vida y del ser".
técnicas sanadoras
En el yoga psicofísico existe un número elevadísimo de métodos de acción y control neuromuscular (mudras y bandhas), así como gran cantidad de técnicas y procedimientos de higiene y purificación.
Ramiro Calle nos desgrana en las páginas del libro distintos mudras y bandhas. Estos son muy numerosos y todos ellos también facilitan un mayor aprovechamiento de la energía, ayudan a establecer un perfecto equilibrio entre los principios orgánicos y favorecen una estrecha y saludable acción neuromuscular.
El trataka o fortalecimiento de los globos oculares es una técnica de purificación que es formidable para suspender los automatismos de la mente y desarrollar la concentración pura.
yoga para el cuidado de los ojos
Hay varios procedimientos para higienizar los globos oculares y hasta mejorar la visión o frenar su deterioro. Algunos de estos métodos también cooperan en la concentración de la mente, puesto que los yoguis descubrieron desde antaño que la fijación de la mirada tiende a la estabilización de la mente. Ramiro Calle hace referencia en su libro a algunas técnicas que se han utilizado desde hace siglos y que han sido denominadas coloquialmente el yoga de los ojos.
En concreto nos habla del trataka o fortalecimiento de los globos oculares y estas son diversas formas de practicarlo:
- Lavar los ojos con agua tibia y, a continuación, girar los globos oculares varias veces en un sentido y varias en el otro y luego subirlos y bajarlos en vertical un buen número de veces, para de nuevo volver a girarlos unas cuantas veces en un sentido y luego en el otro y, finalmente, relajarlos durante un par de minutos o tres.
- Mirar fijamente un punto sin parpadear (un punto negro dibujado en una cartulina blanca o una chincheta o similares) permitiendo que las lágrimas fluyan libremente pero evitando cualquier esfuerzo excesivo. Tras la contemplación con los ojos abiertos, estos deben cerrarse y la persona ha de tratar de mentalizar el soporte observado. Se puede completar el ejercicio rotando varias veces los globos oculares en uno y otro sentido.
- En una habitación a oscuras, se enciende una vela y la persona se coloca a cierta distancia de ella para contemplarla cómodamente, evitando parpadear, durante tres o cuatro minutos. Luego se cierran los ojos y se presionan ligeramente con el dorso de la mano (a la altura del dedo pulgar). Aparece enseguida, y con llamativa nitidez, la imagen retenida en la retina y hay que concentrarse en ella tanto tiempo como se la pueda mantener, pues finalmente se desvanecer por completo, momento en el que habrá de repetirse el ejercicio.
Hay una variante o complemento del trataka, también preparatoria para una importante y antiquísima técnica yóguica de absorción de la mente conocida como nasagradrishti (contemplación de la punta de la nariz). Señalamos las distintas fases. Se puede trabajar con todas ellas o solo con algunas. Se necesita estar sentado, con el tronco y la cabeza erguidos:
- Se separan los brazos en cruz, con las manos cerradas y el dedo pulgar hacia arriba. Sin mover nada la cabeza, se ladean los globos oculares a izquierda y derecha una veintena de veces, tratando de ver uno y otro pulgar y deteniéndose un ratito cada vez que varía la visión a izquierda y derecha.
- Después, durante uno o dos minutos, se debe intentar de ver uno y otro pulgar con uno y otro ojo, pero sin ladear los globos oculares, sino tratando de abrir la visión para que resulte más panorámica. Se finaliza la fase colocando las palmas de las manos sobre los párpados —ojos cerrados— y relajando los globos oculares.
- Se coloca un brazo al frente y otro en cruz y se procede del modo que se ha indicado en la fase anterior.
- Un brazo abajo y otro arriba una veintena de veces; se cambia la contemplación de uno a otro pulgar y se acaba tratando de ver ambos a la vez sin mover los ojos. Se acaba con la técnica de situar las palmas de las manos contra los párpados y relajar los globos oculares.
- Se coloca el dedo pulgar tocando con la yema la punta de la nariz. Se dirige la mirada fija hacia el pulgar y se va estirando el brazo sin dejar de observar el dedo. Después se encoge y luego se vuelve a estirar, todo ello lentamente y durante una veintena de veces, siguiendo siempre con la vista el dedo pulgar.