El miedo a conducir recibe el nombre científico de amaxofobia. Es un tipo especial de temor que sufren algunas personas ante la perspectiva de conducir.
Estas personas experimentan ansiedad en diversos grados e intensidad en el coche y puede ocurrirles cuando van como pasajero o siendo el conductor. Sienten temor a adentrarse en un puente, penetrar en un túnel, conducir de noche o incluso experimentan el vértigo de la sensación de ir a gran velocidad.
El padecimiento de temores concretos no es algo nuevo para el ser humano. Ya en tiempos de los egipcios se hallaron papiros antiguos donde registraron padecimientos por miedos específicos. De hecho, su denominación actual tiene su origen en la palabra griega "phobos", que significa temor, pánico y terror y también lo toma de la deidad de idéntico nombre que provocaba el pánico en sus enemigos.
¿Por qué se considera una fobia específica?
El miedo a conducir se enmarca dentro de las fobias especificas que se caracterizan por la aparición de un miedo irracional frente a una situación concreta. Ya Marks en 1969 lo caracterizó por ser:
- Desproporcionado a la situación que lo crea.
- No puede ser explicado o razonado.
- Se encuentra fuera del control voluntario de la persona que lo sufre.
- Conduce a la evitación activa de la situación temida.
¿Cómo puede afectarme este miedo?
Estos miedos concretos e irracionales afectan a un 12% de la población y tienen la particularidad de causar malestar clínicamente significativo o deterioro social y laboral. Pueden llegar a afectar a áreas importantes del funcionamiento de las personas y erosionar su rutina diaria.
Hay algunas personas que, presos de un intenso miedo, deciden dejar de visitar a amigos o familiares por no coger el coche. También renuncian a trabajos si les pilla demasiado lejos y implican usar este medio de transporte.
Pero, para que lo consideremos un tipo de fobia, debe tener una duración mínima de seis meses, englobándose en la actualidad dentro de la categoría de los denominados “Trastornos de la ansiedad” del “Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos y enfermedades mentales” denominado DSM-V.
¿Por qué tengo miedo a conducir?
Cuando exploramos el mundo interno de estas personas observamos que el miedo a conducir puede precipitarse por una variedad de razones, pero el denominador común a esta experiencia es que la mayor parte de las personas se encuentran atrapadas en el viscoso miedo de que les suceda algo negativo.
Este pensamiento es tan poderoso que dispara un torrente de ansiedad.
De hecho, una de las causas más comunes que lo precipitan es el intenso miedo que les despierta sufrir un ataque de pánico mientras conducen. Este temor a la ansiedad y a experimentar una situación similar es lo que a muchos les paraliza, así como el carácter perturbador de no disponer de ninguna explicación racional para comprender por qué reaccionan de esa manera y el no tener manera de contenerlo.
También pueden haberse visto afectado tras los siguientes hechos:
- Haber sufrido un accidente en el pasado.
- Haber sufrido la experiencia de sentirte perdido.
- Viajar a través de tráfico intenso.
- Haber visto un accidente traumático en televisión.
- Tener una persona cercana que haya sufrido un accidente.
- No tener seguridad ni confianza suficiente en las habilidades de conducción.
Es fácil comprender que cada una de estas situaciones tendrá un impacto emocional diferente en cada persona. En algunas puede llegar a ser traumático, por lo que será el terapeuta quien determine, previa valoración, qué herramientas terapéuticas son las más adecuadas para superar el bloqueo.
¿Qué síntomas puedo experimentar?
Encontramos que mucha de la ansiedad anticipatoria se expresa en el mapa del cuerpo por:
Abundantes alteraciones fisiológicas tales como:
- Sudoración excesiva.
- Dificultad para respirar, entrecortada y superficial.
- Dolor en el pecho.
- Sentir el redoble de un corazón que se acelera.
Manifestaciones en la esfera conductual:
- Sentir un deseo incontrolable de abandonar a toda prisa la situación para ir en búsqueda de un refugio seguro.
Cambios en la esfera emocional:
- Sentir que has perdido el control de la situación que es inherente a la experiencia lo que genera una profunda inseguridad respecto a sus habilidades de afrontamiento en caso de verse envueltos en un imprevisto o en una situación de emergencia.
Cómo superar el miedo a conducir
Si bien hemos mencionado que es necesario que una Psicóloga/o evalúe cada caso, dado que podemos estar ante personalidades ansiosas propensas a sentir ansiedad ante una variedad de situaciones siendo ésta una entre otras, puede ayudarte mucho tener en cuenta algunas de estas pautas:
1. Acoge el malestar
Si vas a enfrentarte a una situación que te de miedo, comprende que es natural que reacciones con nerviosismo y ansiedad. Por eso es importante familiarizarte con tolerar cierto grado de malestar e incomodidad porque es natural e inherente a enfrentarse a una situación temida.
2. Entrénate en técnicas de relajación y atención plena.
Las técnicas de relajación como el mindfulness te ayudarán a calmarte y a estar centrado en la tarea que vas a realizar.
3. Concéntrate en el ahora
El miedo se nutre y engorda de los pensamientos negativos que nos atemorizan. Por eso focalizar la atención a la tarea que llevas a cabo y en lo que sucede en el momento presente funcionará como un potente antídoto cuando detectes que estás en modo “anticipaciones negativas”: “Voy a tener un accidente”, o “No controlo la situación”, pueden ser ejemplos de los diálogos internos que uno se dirige hacia sí mismo.
Comprueba que nada de eso de lo que piensas está sucediendo. Observa que una cosa es el pensamiento y otra la realidad.
Acompáñalo de frases que te den confianza y seguridad como: “Todo va bien, nada de lo que temo está sucediendo. Conduzco de manera segura y responsable. Todo está bien.”
4. Enfréntate a la situación temida “poco a poco”
Los investigadores han demostrado que la mejor manera de afrontar una situación temida es hacerlo “poco a poco” y en fases, de forma que nos expongamos a la situación que nos atemoriza de forma progresiva y trabajemos en disminuir los niveles de ansiedad para hacerla más manejable.
- Al iniciar la exposición puede acompañarte una persona que te de confianza, aunque el objetivo final sea que conduzcas tú sólo.
- Así, por ejemplo, el primer paso puede ser solamente sentarte en el auto sin ponerlo en marcha. Cuando los niveles de ansiedad disminuyen, pasamos al siguiente punto, girar la llave, después pasamos a conducir por el barrio y así sucesivamente. Es importante darse tiempo.
- Prepara la situación y dedica un tiempo a visualizar que llevas exitosamente a cabo tu objetivo.
- Imagínate seguro y feliz, realizando una conducción adecuada y responsable y llegando al punto que has imaginado.
5. Practica cada día
Dedica una media de una hora cada día. Cuanto más practiques más familiarizado estarás con la situación real y más fácil te resultará superar la fobia. Exponte y familiarízate con los diversos escenarios a los que te expones al conducir.
Habrá momentos en los que veas que te enfrentas a situaciones muy difíciles, pero es importante que eches mano de todas estas estrategias para sobrellevar la situación. Date un tiempo de descanso si lo necesitas, 15 o 20 minutos, antes de reanudar la conducción (pero entiéndelo como parte de la experiencia de afrontamiento).
El caso de Marina
Marina había estado tan enfrascada en finalizar su proyecto que desatendió los avisos de que llegaba el temporal “Filomena”, hizo oídos sordos al rumor creciente de preocupación en la oficina y permaneció concentrada en su trabajo mientras sus compañeros de oficina se desvanecían. Pensó que eran unos histéricos y que solo podía ser un poquito más difícil llegar a casa, como había sucedido el día anterior.
Cuando abandonó la oficina a las 18.30 de la tarde ya el parking se encontraba vacío. Enfiló, ligeramente sorprendida y dudosa, la radial al haberse acumulado más nieve de la esperada. Se dio cuenta de que la carretera estaba peligrosa: una capa de nieve de varios centímetros cubría los arcenes y la circulación comenzaba a ser fatigosa, los conductores conducían con extremo cuidado.
Su coche se deslizó varias veces y sintió por momentos que perdía el control del volante. La circulación se detuvo de repente.
La visibilidad era cada vez más reducida y varios coches comenzaron a amontonarse en los arcenes. De repente, comprendió que estaba atrapada en medio de la tormenta, que había sobreestimado sus posibilidades de llegar sana y salva y que iba a ser imposible arriesgarse en esas condiciones.
Avisó a su familia. Tubo que esperar durante 7 horas a que la Guardia Civil le rescatara presa de frío, sin agua, sin comida, con el cargador del móvil fundido y sin tener la certeza de cuándo llegaría un equipo de rescate. Se sintió abrumada, desconcertada, impotente, pero sobre todo frágil y vulnerable. Desde entonces no podía coger el coche para ir a su trabajo y necesitaba invertir tres horas diarias de su tiempo para ello.