Hace un par de años que se publicó el ya célebre Estudio de Harvard sobre el Desarrollo Adulto, que desde 1939 y tras 83 años de investigación concluyó que las buenas relaciones son el factor nº1 de felicidad.  Con todo, en su libro el psiquiatra y director del estudio Robert Waldinger apunta que es imposible vivir sin contrastes.

En sus propias palabras, la existencia está «llena de amor, pero también de dolor (…) Todo forma parte del proceso. Incluye agitación, calma, ligereza, cargas, luchas, logros, reveses, saltos hacia adelante y caídas terribles».

Por lo tanto, además de tejer vínculos de calidad con familiares, amigos y compañeros de trabajo, tenemos que ser capaces de montar en esta montaña rusa que es la vida sin que nos entre el pánico.

¿Confías en que algún día llegará la calma? ¡Error!

Una de las maneras más absurdas de estresarse y decepcionarse es la ilusión de que algún día llegará la calma y los problemas se habrán acabado para siempre. No existe una vida así, solo soluciones temporales hasta el próximo desafío.

Tomar conciencia de que todo es cambiante, como nos recordaban los filósofos griegos, nos permitirá relativizar aquello que nos desagrada, incluyendo las personas que nos tratan injustamente.

Tenemos capacidad de compensar y ver lo positivo

Sobre esto, Marco Aurelio remarcaba que si dejas de repetirte "me han hecho daño" habrás eliminado el daño. De hecho, el filósofo y emperador romano señalaba la capacidad humana de compensar, con la virtud contraria, las situaciones difíciles. En sus propias palabras: "Si alguien se dirige a ti con agresividad, trátalo con complacencia y buen humor".

Una existencia feliz, aseguraba Marco Aurelio, depende de muy pocas cosas.  Darnos cuenta de que, pese a todo, la vida es buena, sería una de ellas.

La buena vida ya es tuya, según Waldinger

Volviendo a Robert Waldinger, en su libro Una buena vida presenta el siguiente relato: "Hay dos peces jóvenes nadando y se encuentran con un pez mayor nadando en dirección opuesta, quien les saluda con la cabeza y les dice: 'Buenos días, muchachos. ¿Cómo está el agua?' Sin responder nada, los dos peces jóvenes nadan un rato y, finalmente, uno de ellos mira al otro y le pregunta: '¿Qué diablos es el agua?'"

Algo así es nuestra relación con la felicidad. Como los peces jóvenes, es muy posible que nademos ya en ella, pero andamos tan estresados y preocupados por nuestras cosas que no nos damos cuenta.  Solo si nos sacan de la existencia, como el pez arrancado de su medio, nos daremos cuenta de todas las cosas bellas que nos rodeaban. Vivir con sabiduría es no esperar al final para darnos cuenta de que lo que tenemos, con sus subidas y bajadas, merece la pena.

¿Qué hacemos con los malos momentos?

Los seres humanos tenemosla posibilidad de mitigar los sinsabores de la existencia con nuestros propios "comprimidos" de felicidad.

Johann Wolfgang von Goethe proponía: "Deberíamos, por lo menos una vez al día, escuchar una pequeña canción, leer un buen poema, ver una imagen bella y, si fuese posible, decir algunas palabras razonables."

Muchos acontecimientos —entre ellos la marcha general del mundo— no dependen de nosotros, pero sí podemos influir en nuestro estado de ánimo y en el de los demás dando valor y protagonismo a estas inspiraciones para el alma.

Apreciar los verdaderos lujos de la vida

Cuando se pregunta en intimidad, casi nadie relaciona la felicidad con tener propiedades, coches exclusivos o ropa de marca. La mayoría mencionan placeres sencillos como una conversación amigable, pasear al aire libre o una noche de buen descanso.

En las encuestas aparecen también tener tiempo, poder viajar y aprender algo nuevo.  

En su poema Satisfacciones, Bertolt Brecht añadía: "la primera mirada por la ventana al despertarse", "el viejo libro vuelto a encontrar", "zapatos cómodos" o "ser amable".

Poema Satisfacciones, de Bertolt Brecht

Poema Satisfacciones, de Bertolt Brecht

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