Alcanzar la felicidad ha sido uno de los deseos que la humanidad ha perseguido desde el origen de los tiempos. Una búsqueda emprendida tanto desde las mentes religiosas como seculares, y desde hace un tiempo, también desde una perspectiva científica, como demuestra la inmensa literatura científica que podemos encontrar al respecto. 

Una de las Universidades más prolíficas en este campo es la de Harvard. Tanto es así, que muchos de los estudios más innovadores e interesantes acerca de la felicidad han sido gestados en su seno. Uno de los más conocidos es el que analiza el sentido de la vida y que trata de desvelar el secreto de la felicidad. La investigación aporta infinidad de conclusiones, como las proporcionadas por Robert Waldinger, cuarto director del estudio y prestigioso psiquiatra, que asegura que la felicidad individual depende de lo que nos falta; o Arthur Brooks, experto que afirma que el sentido de la vida se encuentra a través del sufrimiento.

Gratitud, felicidad y longevidad

Entre las innumerables investigaciones impulsadas por Harvard sobre la felicidad, en esta ocasión pondremos el foco en una que relaciona la gratitud y felicidad con la longevidad. Hasta ahora, se había comprobado cómo la gratitud tenía efectos positivos sobre la salud, tanto física como mental. Los datos evidenciaron un mayor bienestar emocional y social, así como una mejor calidad del sueño, menores riesgos de depresión y marcadores favorables de la salud cardiovascular. 

La novedad es que un nuevo estudio, publicado recientemente, y que tiene en cuenta datos del Estudio de Salud de Enfermeras, sugiere que practicar la gratitud, además de ayudarnos a ser más felices, también puede alargar la vida. "La gratitud ha sido una de las actividades más estudiadas que contribuyen al bienestar, pero no pudimos encontrar un solo estudio previo que analizara sus efectos sobre la mortalidad y la longevidad, para nuestra sorpresa", dice VanderWeele, codirector de la Iniciativa sobre Salud, Espiritualidad y Religión en la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard, y coautor de la nueva investigación.

El experto, no solo dirigía el estudio, también trató de comprobar "en sus propias carnes" el efecto de ser agradecido en la salud. Para ello, varias noches a la semana, cuando VanderWeele se reunía alrededor de la mesa con su esposa y sus dos hijos pequeños, la familia hacía una pausa deliberadamente durante la comida para hacer algo simple pero profundo. Cada miembro compartía varias cosas por las que se sentía agradecido, un acto que el investigador asegura que cambió la dinámica de su familia para mejor. "Creo que marca la diferencia y puede ser una práctica muy poderosa", afirma. "Incluso en esos días malos en los que la vida parece difícil, el esfuerzo vale la pena".

¿Qué se analizó en el estudio?

Volvamos a la investigación liderada por VanderWeel. El trabajo, publicado en julio de 2024 en JAMA Psychiatry, se basó en datos de 49.275 mujeres. Su edad promedio era de 79 años. En 2016, las participantes completaron un cuestionario de gratitud de seis preguntas en el que calificaron su grado de acuerdo con afirmaciones como: "Tengo tantas cosas en la vida por las que estar agradecida" y "Si tuviera que enumerar todo por lo que me siento agradecida, sería una lista muy larga".

Cuatro años después, los investigadores revisaron los historiales médicos de las participantes para averiguar quiénes habían fallecido. Se registraron 4.608 muertes por todas las causas, así como por causas específicas como enfermedades cardiovasculares, cáncer, enfermedades respiratorias, enfermedades neurodegenerativas, infecciones y lesiones. Las muertes por enfermedades cardiovasculares (una de las principales causas de muerte entre mujeres y hombres en los Estados Unidos) fueron la causa más común.

¿Qué encontraron los investigadores?

Las participantes que tenían puntuaciones de gratitud en el tercio más alto al comienzo del estudio,  tenían un riesgo de morir un 9 % menor en los cuatro años siguientes que los participantes que tenían puntuaciones en el tercio más bajo. Esto no cambió después de controlar la salud física, las circunstancias económicas y otros aspectos de la salud mental y el bienestar.

Por tanto, la gratitud pareció ayudar a proteger a las participantes de todas las causas de muerte estudiadas, incluidas las enfermedades cardiovasculares.

Ahora bien, ¿qué significa esto realmente? Tal y como explica VanderWeele: "Una reducción del 9 % en el riesgo de mortalidad es significativa, pero no enorme. Por tanto, este dato no es lo más relevante. Lo destacable es que "la gratitud puede entrenarse. Todos podemos reconocer lo que nos rodea y expresar agradecimiento a los demás por lo bueno que hay en nuestra vida".

trabajar feliz
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Si bien el estudio no pudo determinar con exactitud por qué la gratitud está asociada con una vida más larga, VanderWeele cree que varios factores pueden contribuir. "Sabemos que la gratitud hace que la gente se sienta más feliz. Eso en sí mismo tiene un pequeño efecto sobre el riesgo de mortalidad", afirma. "Practicar la gratitud también puede hacer que alguien esté un poco más motivado para cuidar su salud. Tal vez sea más probable que acuda a las citas médicas o haga ejercicio. También puede ayudar con las relaciones y el apoyo social, que sabemos que contribuyen a la salud".

¿Cuáles son las limitaciones y fortalezas del estudio?

El estudio fue observacional, lo que significa que no puede demostrar que la gratitud ayude a las personas a vivir más tiempo, solo que existe una asociación. Además, la muestra particular de personas analizadas es a la vez la mayor fortaleza y limitación de la investigación, dice VanderWeele. Todas eran enfermeras mayores con un alto nivel socioeconómico. La gran mayoría eran blancas.

Teniendo esto en cuenta, VanderWeele se pregunta si es posible extrapolar las conclusiones a los hombres, a personas más jóvenes o con menos recursos económicos. Algo que ya indica cuáles son las limitaciones del estudio. 

 Seis preguntas para entrenar la gratitud

Tal y como señala el profesor, la gratitud es una capacidad que se puede entrenar. Para ello, propone que cada día nos hagamos una serie de preguntas para aprender a ser agradecido:

  1. ¿Qué ha pasado de bueno hoy?
  2. ¿Qué estoy dando por sentado y que debería sentirme agradecido por ello?
  3. ¿A qué personas en mi vida les estoy agradecido?
  4. ¿Cuál fue el último libro que leí, o la última película, programa o clip de redes sociales que vi y que realmente disfruté, y por qué?
  5. ¿Qué es lo que más espero de esta semana, mes y año, y por qué?
  6. ¿Cuál es la cosa más amable que alguien te ha dicho o hecho últimamente?

Además de responder este cuestionario, VanderWeele recomienda realizar algunas sencillas rutinas para infundir gratitud. Entre ellas, escribir notas de agradecimiento. "Creo que escribir una nota o una carta de agradecimiento hace que la mente se concentre en algo positivo durante un período más largo, que piense más profundamente en ello, porque hay que plasmarlo no sólo en palabras, sino por escrito", afirma VanderWeele. "También profundiza la relación y fortalece ese vínculo".

Una práctica de gratitud menos reconocida pero valiosa es el llamado "ejercicio de saborear", que se basa en aspectos de la atención plena. Todo lo que se requiere es "hacer una pausa, mirar a nuestro alrededor y absorber y disfrutar todo lo bueno que nos rodea", dice VanderWeele.