Si hay una institución considerada como un referente mundial en lo que asuntos de felicidad se refiere, esa es la Universidad de Harvard. Muchas de las investigaciones que se han llevado a cabo entre sus paredes son las que a día de hoy marcan la dirección de la mayoría de estrategias destinadas a alcanzar el deseo universal.
Uno de los trabajos más relevantes ha sido liderado por Robert Waldinger, profesor de Psiquiatría en la Harvard Medical School, director del Centro de Terapia Psicodinámica e Investigación del Hospital General de Massachusetts y director del Harvard Study of Adult Development. El experto es el cuarto director de la investigación más amplia y prolongada que se ha emprendido jamás sobre felicidad. Comenzó en 1938 y desde entonces, centenares de personas han sido entrevistadas acerca de lo que más les importa en la vida.
Ahora bien, Harvard no es la única fuente de la que beber. Muchos otros expertos de la talla de Waldinger, también tienen mucho qué decir al respecto. Entre ellos, el psiquiatra Enrique Rojas, cuyas aportaciones en este asunto son tan valiosas como aquellas.
cuando sientes que el tiempo vuela
En una de las conferencias que organiza Mentes Expertas, el afamado psiquiatra afirmaba, entre otras cosas, que "una persona feliz es aquella que ha sabido diseñar un proyecto de vida, coherente y realista, con los pies en la tierra".
Además, el experto en salud mental señala, explica y profundiza en los cuatro grandes argumentos que orbitan en torno al concepto de proyecto de vida, amor, trabajo, cultura y amistad.
A partir de estos cuatro elementos, el psiquiatra concluye que "siguiendo este curso de ideas, la felicidad consiste en un trabajo artesanal que hacemos cada uno de nosotros, según nuestras experiencias personales, con estos cuatro elementos que forman nuestra constelación geográfica".
Por último, poco antes de finalizar su intervención, Rojas añade a esos cuatro elementos mencionados, las aficiones. Y es que, identificar los hobbies que más encajan con cada uno y practicarlos con regularidad es algo mucho más importante de lo que pensamos.
En el mundo actual, y especialmente en Occidente, la sociedad se mueve casi exclusivamente en función de la productividad de sus actividades. Tanto produces, tanto vales. Sin embargo, cuando hablamos de felicidad o bienestar emocional, como lo quieras llamar, poco importa si lo que haces es rentable o si es atractivo para el mercado laboral, mercantil o bursátil, ya que, lo que nos hace sentir bien no se mide del mismo modo.
Su valor radica en lo mucho o en lo poco que encaja con nuestros gustos. Cuando el tiempo pasa sin darnos cuenta y las horas se convierten en minutos, es muy probable que eso que estamos haciendo sea una clara fuente de felicidad personal.
averiguar lo que realmente quieres
Partiendo de la idea de que el bienestar emocional requiere la creación de un plan de vida único y personal en el que la persona integre sus necesidades y deseos más íntimos, queda claro que lo que cada uno entiende por felicidad, también es único. Basta con preguntar en tu círculo más cercano qué es lo que les hace felices y, a buen seguro que las respuestas serán de lo más variopinto. Mientras para unos la felicidad es tener una gran cantidad de dinero en la cuenta corriente, para otros, este estado de bienestar se adquiere a través de unas relaciones personales fuertes y consolidadas.
Ahora bien, más allá del objeto de deseo que persigue cada uno (dinero, poder, amor...), para ser feliz, según el psiquiatra, lo importante es tenerlo identificado. Además, Rojas recalca la idea de que ese bienestar emocional no se experimenta cuando se cumple el objetivo, sino a lo largo del camino. La sensación de progreso es lo que nos llena de satisfacción y nos motiva para levantarnos cada mañana. Es lo que los japoneses llaman ikigai, término que podría traducirse como "la razón de vivir".
Claves para crear tu proyecto vital
La esencia de un plan de vida es que sea único, ya que su objetivo es identificar los deseos individuales. Esto no significa que sea una tarea fácil. De hecho, hacerlo correctamente puede ser bastante complicado. Estas son las pautas principales que el psiquiatra recomienda seguir para lograrlo:
- Fija tu objetivo. Como hemos comentado, el punto de partida es identificar lo que queremos conseguir. Es importante que el proceso de reflexión para encontrarlo sea individualizado, ya que es algo muy íntimo que requiere tranquilidad y paciencia.
- Sé coherente. Una vez hemos identificado nuestro objetivo en la vida, nuestro ikigai, la clave es que los pasos que conducen a la meta deberían ser coherentes. El hilo conductor debe ser equilibrado, y evitar las contradicciones.
- Ten en cuenta los cinco elementos. El plan debería contemplar estos cinco elementos: amor, trabajo, cultura, amistad y aficiones. Tal y como apuntábamos en los primeros párrafos de este artículo, todo proyecto de vida ha de contemplar esos cinco conceptos. Eso sí, teniendo en cuenta que los dos esenciales son los dos primeros: amor y trabajo, ya que "son las dos principales piezas para ser feliz", señala el experto.
- Alimenta la ilusión. Según Rojas, "la felicidad consiste en ilusión. Y eso se traduce en anhelo, esperanza y entusiasmo. Vivir el presente empapado de un futuro sugerente que nos empuja a avanzar en esa dirección. Y es que, por muy brillante que sea el diseño de un proyecto vital, si no está creado con ilusión, será muy difícil que se lleve a cabo con éxito. De hecho, la actitud con que se ejecute cada uno de los pasos es crucial para seguir avanzando.
- Escoge algo que te motive. Para que la fuerza de voluntad actúe es fundamental la motivación. Ambas herramientas, voluntad y motivación están íntimamente relacionadas. Si hay una fuerte motivación, la voluntad será más robusta, y esto hará que superen más fácilmente las adversidades que se presenten.
- Sé positivo. El optimismo es el motor que te impulsa a lo largo del camino hacia la felicidad. Restarle protagonismo a los contratiempos, al mismo tiempo que potenciamos los golpes de suerte es una magnífica manera de ir avanzando en nuestro ikigai o propósito de vida.