En el mundo laboral, la inteligencia emocional se ha convertido en una de las habilidades más importantes y mejor valoradas. Y no es para menos. Trabajar en un entorno en el que impere la inteligencia emocional, la empatía y la asertividad es clave para la salud mental de todos los miembros del equipo. Además, los estudios aseguran que esto aumenta la productividad, la satisfacción y la implicación de los trabajadores. Qué sorpresa, ¿no?

En particular, la figura del líder debe ser la que más destaque en esta inteligencia. Un buen jefe no solo debe ser capaz de trazar estrategias y obtener resultados, también tiene que inspirar, motivar y crear un entorno de trabajo positivo en el que cada uno pueda dar lo mejor de sí.

La pregunta es… ¿Tu jefe está haciéndolo bien en este sentido? Si quieres averiguar el nivel de inteligencia emocional de tu superior, echa un vistazo a estas frases que, según la psicología, son habituales en los líderes que saben que la inteligencia emocional genera espacios mucho más productivos que aquellos en los que impera el terror.

¿Qué piensas?

Si te lo han dicho alguna vez, sabes qué bien sienta. Y si no, está claro que tu jefe no va sobrado de inteligencia emocional. Según la psicóloga Teresa Amabile, de la Universidad de Harvard, los empleados felices son siempre más productivos y creativos, y la mejor forma de conseguir que se sientan cómodos es haciéndoles sentir que su  opinión importa.

Es por eso que, según la experta, la estrategia más inteligente a nivel emocional pasa por preguntarles, “y tú, ¿qué piensas sobre esto?”.

Esta sencilla pregunta tiene un efecto poderoso: empodera al empleado, le demuestra que su opinión es importante y fomenta la cultura de la colaboración y el respeto. Además, abre puerta a ideas frescas y soluciones diferentes. Porque cuando alguien se siente escuchado, también se siente parte del proyecto, y eso lo cambia todo.

Lo siento

Errar es de humano, disculparse es de sabios. Admitir un error, si nos fijamos en los manuales de la vieja usanza sobre el arte de liderar, puede parecer un gesto de debilidad. Nada más lejos de la realidad. Una de las mayores fortalezas de un líder emocionalmente inteligente es saber decir “lo siento” cuando se equivoca. Este gesto demuestra humildad, humanidad y una gran capacidad de autoconciencia.

Un jefe que pide disculpas, lejos de perder autoridad, refuerza su liderazgo ganándose la confianza y el respeto de su equipo. Además, da ejemplo, mostrando que en el trabajo (como en la vida) todos cometemos errores, y que lo importante es aprender de ellos y enmendarlos a tiempo.

Cuéntame más

Si el primer paso para demostrar que eres un líder emocionalmente inteligente es preguntar qué opinan a los demás, el siguiente es mostrar verdadero interés por el punto de vista ajeno. Nada hace sentir más valorada a una persona que ver que su voz importa. Esta frase es increíblemente efectiva en este sentido, porque no se trata solo de escuchar, sino también de demostrar interés genuino y abrir espacio para que el otro se exprese sin miedo.

Te aprecio

Puedes cambiarlo por cualquier otra expresión que tenga el mismo efecto: hacer que los empleados se sientan valorados, que se sientan reconocidos. Porque el reconocimiento es uno de los motores más poderosos de la motivación, y es esencial para que todo el quipo se comprometa con los valores de la empresa.

Es por eso que una frase tan sencilla como “bien hecho” o “felicidades, lo has clavado” o, directamente, “te valoramos y apreciamos mucho en esta empresa” es clave para que todos sintamos que lo que hacemos importa y que nuestra dedicación se valora. Da sentido a nuestro trabajo.

Tengo una perspectiva diferente

Mostrar desacuerdo con elegancia, y dejando puertas abiertas al diálogo, es la parte más sutil de las artes del líder emocionalmente inteligente. Esta frase, así como sus diferentes versiones, lo demuestra a la perfección. Sin herir sensibilidades ni imponer su visión, el jefe puede introducir su perspectiva demostrando un sutil desacuerdo.

Un buen jefe
iStock

Además, esta frase no se cierra al diálogo, al contrario, muestra apertura a otras ideas y mantiene el respeto hacia la opinión del otro. Es una forma sutil de decir, “veo las cosas de otra manera, pero quiero escucharte y que encontremos juntos el mejor camino”.

¿Estás bien?

Aunque son muchos los que insisten en separar lo laboral de lo personal, lo cierto es que poder trabajar junto a personas con humanidad es esencial para tener una vida plena. ¿Quién puede mirar a otro lado cuando ve mal a su compañero o su empleado? Ese mundo no es el ideal de la felicidad, desde luego.

La empatía no se queda en lo profesional. Un líder que se preocupa por el bienestar personal de su equipo construye las bases de una comunidad que se sustenta sobre la confianza y el respeto. Un simple “¿Estás bien?”, puede marcar la diferencia.

Y no, no se trata de invadir la intimidad, sino de demostrar humanidad y cercanía. Demostrar que detrás del rol profesional, hay una persona que importa. Esta simple pregunta puede ser el primer paso para detectar problemas, aliviar tensiones o, sencillamente, hacer que alguien se sienta acompañado en un mal día. ¡Qué no todo tiene que ir enfocando a que seamos superproductivos! En este mundo en el que la soledad es un castigo y la empatía brilla por su ausencia, ser atentos y considerados es un acto de resistencia.

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