Ya hemos superado la idea de que las habilidades de las personas se miden por su coeficiente intelectual. Daniel Goleman, autor de libros sobre la inteligencia emocional que han sido súper ventas a nivel mundial, explica que el coeficiente intelectual apenas se puede cambiar a lo largo de la vida; en cambio, la inteligencia emocional, tu habilidad para relacionarte con tu entorno de una manera asertiva, se puede aprender y mejorar a lo largo de la vida.

La capacidad que tenemos de gestionar nuestras emociones en nuestro día a día, en las cosas más cotidianas, con la familia, los amigos o en el entorno laboral, puede definir nuestro grado de felicidad. Son algunas de las conclusiones de Goleman, que ha estudiado durante años la inteligencia emocional de las personas y ha definido sus bases. Gran parte de la búsqueda y alcance de la de la felicidad personal se basa en aprender y aplicar la inteligencia emocional en nuestra vida.

practica la inteligencia emocional

Saber reconocer los sentimientos propios y ajenos para relacionarnos bien con nuestro entorno es lo que podríamos definir como inteligencia emocional.

¿Somos más felices si somos emocionalmente inteligentes? Lo que facilita la inteligencia emocional es el equilibrio interior, y esto, a su vez, mejora nuestras relaciones sociales. Y una vida con unas relaciones afectivas positivas es una vida más feliz. Los estudiosos del bienestar definen al ser humano como un ser social que necesita el contacto y la aceptación de los iguales.

Saber qué sentimos, cómo nos sentimos, y saber interpretar qué sienten y cómo sienten los que nos rodean es imprescindible para socializar de una forma saludable (las relaciones tóxicas carecen de este componente).

En una intervención para el canal de YouTube Big think, Daniel Goleman ha recordado recientemente los 4 pilares básicos para trabajar la inteligencia emocional, pero sobre todo ha definido los 12 rasgos que comparten las personas emocionalmente inteligentes. Ahora los repasaremos y, si no los 12, tener más de la mitad de ellos te asegura cierta asertividad en tus relaciones. Y como dice Goleman "el resto hay que incorporarlos, ya que es la única forma de que se conviertan en un hábito".

Veamos primero las 4 áreas fundamentales de nuestra vida en las que debemos trabajar para desarrollar la inteligencia emocional y después esos 12 rasgos o habilidades que convendría incorporar a nuestra manera de manejarnos en el día a día.

Los 4 pilares de la inteligencia emocional

La inteligencia emocional es una combinación de autoconciencia, buena gestión de las emociones, empatía y sincronización con otras personas. Combinar estos aspectos significa para Goleman tener relaciones armoniosas o afectivas. Pero Daniel Goleman advierte: "no se combinan las emociones con inteligencia; en realidad se trata de ser inteligente con las emociones".

Los 4 pilares de la Inteligencia emocional para Goleman son:

  • Conciencia de uno mismo: significa que sabes lo que sientes, sabes cómo moldear tus percepciones y tus impulsos a la hora de actuar.
  • Autogestión: cuando estás molesto, ansioso ¿puedes controlar tus emociones? Chillar, pelear y abusar de otros es señal de falta de autocontrol.
  • Conciencia social: es principalmente practicar la empatía con los demás. Saber qué siente la persona, cómo se siente y preocuparse por ello; es la base de una personalidad empática.
  • Gestión de relaciones: ¿Eres capaz de manejar conflictos? ¿Puedes mantener la calma y escuchar a otras personas? En el liderazgo y entorno laboral (algo muy teorizado por Goleman) es fundamental pero se hace extensivo a cualquier otra parcela de la vida diaria.

12 habilidades que denotan inteligencia emocional

Dentro de los 4 grandes dominios de las Inteligencia emocional también hay una serie de habilidades que se deben trabajar para estar en equilibrio. No significa que las personas con capacidad para gestionar bien sus emociones los cumplan todos al pie de la letra, pero cuantos más hábitos de estos se incorporen en el estilo de vida diario, más fácil será lograr vivir en equilibrio con nosotros mismos y con nuestro alrededor.

  • Autoconciencia emocional: Las personas con más inteligencia emocional saben reconocer mejor qué sienten cuando lo sienten.
  • Autocontrol emocional: El autocontrol surge con la capacidad para tomar distancia y autorregularse y es un signo de inteligencia emocional. Las emociones no se niegan, pero no llevan a perder el control ni el foco.
  • Adaptabilidad: La vida es constante cambio y las personas con más inteligencia emocional aprenden a mostrarse flexibles y adaptarse a las nuevas circunstancias cuando estas cambian. 
  • Orientación al logro: Si uno se fija un objetivo, no es un mero deseo; trabaja para conseguirlo.
  • Mirada positiva: Es la capacidad de ver lo bueno en las personas, las situaciones y los acontecimientos. 
  • Empatía: Las personas empáticas son aquellas que saben ponerse en el lugar de otro sin por ello dejarse arrastrar por lo que sienten.
  • Conciencia organizacional: Las personas emocionalmente inteligentes saben interpretar las relaciones de poder e implicaciones emocionales en las relaciones dentro de un grupo, así como las dinámicas que se establecen.
  • Influencia: las personas con inteligencia emocional se convierten en referentes para otras personas.
  • Son buenos guías y mentores: En el entorno laboral ayudan a otros a desarrollarse a largo plazo ofreciéndoles un buen feedback y apoyo.
  • Manejo de conflictos: Se trata de ayudar a resolver situaciones tensas de modo que todos los implicados se sientan cómodos con la resolución.
  • Trabajo en equipo: Saben colaborar con otros con el fin de conseguir objetivos comunes.
  • Liderazgo inspirador: Son buenos líderes que consiguen que los demás saquen lo mejor de sí mismos y estén motivados.

Daniel Goleman las desgrana en todos sus libros y conferencias para aprender a manejarlas, pero además destaca 3 de ellas por encima de las otras: la orientación al logro, la empatía y la influencia.

  • Orientarse al logro es importante porque implica no dejar de trabajar para cualquiera que sea tu objetivo. Y no se trata de un gran objetivo de vida. sino de marcarse metas, grandes o pequeñas tanto a nivel profesional como personal y trabajar para ir lográndolas.
  • La empatía es una de las capacidades clave para Goleman. Para saber ponerse en el lugar del otro hay que empezar por conocerse a uno mismo, pero, además, prestar atención a las personas que nos rodean y tomarse un tiempo para saber qué sienten y cómo lo sienten; eso nos permitirá conocerlas y cuidarlas mejor. Hacer preguntas y escuchar las respuestas es una de las tareas más importantes que recomienda Daniel Goleman, ya que, aunque no lo parezca, es de lo más difícil para muchas personas.
  • La influencia que podemos tener en los demás depende de la manera que tenemos de comunicarnos con los demás, de explicar nuestros argumentos de manera que no sean un ataque para el que escucha, sino un intercambio de puntos de vista. Esta capacidad es fundamental en el entorno laboral, aunque en las relaciones interpersonales también se puede aplicar y supone un gran cambio en la manera de relacionarse.