En un mundo cada vez más acelerado, encontrar paz interior puede ser un desafío. Sin embargo, la tradición Kadampa, una corriente del budismo moderno creada por el monje tibetano Gueshe Kelsang Gyatso, nos ofrece enseñanzas profundas y herramientas prácticas para llevar una vida más serena y plena.
Durante una entrevista para Cuerpomente con Guen Kelsang Lochani, maestra principal del Centro de Meditación Kadampa de Barcelona, descubrimos cinco enseñanzas clave del budismo moderno que podemos incorporar a nuestras vidas y ser más felices.
1. La felicidad está dentro de ti
Una de las enseñanzas fundamentales del budismo es que la verdadera felicidad se encuentra en nuestro interior. Aunque solemos pensar que esta depende de las personas que nos rodean o de las circunstancias externas, la tradición Kadampa propone lo contrario. Como explica Lochani: "La verdadera felicidad es la sensación profunda que acompaña a la paz interior". Añade también: "Comprender esto es esencial, ya que, al buscar la felicidad fuera de nosotros, solo conseguimos vivir una vida llena de deseos insatisfechos, lo que nos lleva al sufrimiento".
2. No es lo mismo placer, qué felicidad
Una vez entendemos que la fuente de la felicidad está en nuestro interior, la tradición Kadampa nos anima a distinguir entre la felicidad y el placer. Muchas veces confundimos ambos conceptos, y para clarificar esta diferencia, la maestra budista matiza: "Una forma de entender que el placer no es lo mismo que la felicidad es reflexionar sobre lo que nos da placer. A menudo lo buscamos en las personas, las cosas o las circunstancias externas, pero lo que no está bajo nuestro control puede generar conflictos. Eso no es la verdadera felicidad". Y añade: "Si algo nos trae dificultades, no puede ser una fuente verdadera de bienestar. Si disfrutamos de lo que nos da placer, está bien; pero si no lo tenemos, también está bien. Creer lo contrario no es correcto".
3. Medita para cambiar tu mente
"Para nosotros, meditar no es solo sentarse y respirar. Es cultivar una actitud mental positiva, sostenerla y practicarla una y otra vez. Con el tiempo, eso es lo que realmente transforma la mente y la vida", nos explica. En la meditación kadampa, más que observar lo que pasa, se trata de entrenar la mente para generar pensamientos positivos. A través de las enseñanzas, podemos decidir en qué queremos enfocarnos y mantener esa dirección. No es solo relajarse, sino elegir cómo queremos pensar. Además, gracias a la retentiva mental —la capacidad de recordar lo aprendido y mantenerlo presente— podemos aplicar estas enseñanzas en nuestra vida diaria.
4. Ten paciencia
Para Lochani, practicar la paciencia significa aceptar la realidad tal como es. Cuando insistimos en que algo debería haber sido diferente, nos quedamos atrapados en el pasado y en el sufrimiento. Lo que no aceptamos, persiste y sigue haciéndonos daño. Ese hábito de pensar constantemente “no puede ser, esto no debería haber pasado” es perjudicial, ya que, en el fondo, estamos rechazando lo que es. Como añade la budista: "Lo cierto es que, si algo ya ha ocurrido, decir que no puede ser es simplemente negar lo evidente". Por ello, nos invita a tomar conciencia de esta actitud y a comprometernos a transformarla, eligiendo la paciencia como una respuesta más sana y liberadora.
5. Querer a los demás te hace feliz
La última enseñanza que nos comparte la maestra para ser más felices es aprender a querer a los demás, con amor y compasión. Muchas veces no valoramos todo lo que recibimos cada día y olvidamos lo mucho que dependemos del esfuerzo de otras personas. Esto nos lleva, sin darnos cuenta, a vivir desde la ingratitud.
El budismo Kadampa nos anima a parar y pensar en todo lo que los demás han hecho por nosotros desde que nacimos: el cuidado de nuestros padres, la comida, la ropa, la casa en la que vivimos o los servicios que usamos... Todo eso es posible gracias al trabajo y la generosidad de muchas personas. “Sin los demás, no somos nada”, dice durante la entrevista.
Cuando reconocemos esto, nace de forma natural un sentimiento de cariño y gratitud. Empezamos a ver a los demás no como extraños, sino como parte de nuestra vida. Esta forma de pensar mejora nuestras relaciones y nos hace sentir más felices, porque nos sentimos conectados y acompañados.
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