Tener la oportunidad de conversar con uno de los pensadores más influyentes de nuestro tiempo es un verdadero privilegio. José Antonio Marina no solo es filósofo y pedagogo, sino también un maestro del arte de pensar la vida, de cuestionarla y de buscar caminos para comprenderla mejor.

En esta entrevista hablamos de muchas cosas, pero hay un tema que emerge con fuerza por su gran relevancia en la actualidad: el estoicismo. Esta filosofía antigua, que hoy vuelve a resonar en un mundo que busca respuestas, ha conseguido muchos seguidores que se aferran a ella en este mundo de incertidumbre y cambio constante. Marina comparte con Cuerpomente su visión crítica sobre esta corriente, y reflexiona sobre su verdadero valor en la vida moderna. Aunque también abordamos otras cuestiones esenciales, como la importancia del pensamiento crítico, la necesidad de comprender el mundo que nos rodea y el poder transformador de la bondad y la inteligencia. Temas que invitan, una vez más, a detenerse y pensar.

Las reflexiones de Marina nos conectan también con las de otros grandes pensadores, como Jorge Freire, también filósofo, que en una bellísima entrevista para nuestra revista nos da sus propios secretos para llevar una vida plena y consciente. En la misma línea, Martin Seligman, referente en psicología positiva, nos ayuda a reflexionar sobre el optimismo y el papel que juega en nuestra vida. ¿Hace que la vida sea más sencilla? Su respuesta sorprende, no cabe duda. No puedo evitar recordar también a Tal Ben-Shahar, profesor de Harvard que explicaba a Cuerpomente que “la felicidad es algo por lo que trabajamos, que requiere tiempo y esfuerzo cultivar, como cualquier otra habilidad”. Sus consejos marcan un antes y un después. Y para consejos, los que nos ofrece otro gran pensador de nuestro país, Rafael Narbona, un maestro de la filosofía.

— Si hablamos de filosofía, hay un tema que está en boca de todos. El estoicismo. ¿Qué opina de esta corriente filosófica y de que se haya vuelto tendencia?
El estoicismo, como filosofía, es muy elemental. Durante mi juventud, por ejemplo, leí muchísimo a Séneca, sobre todo las Cartas a Lucilio, porque son muy bonitas. Son consejos que ofrece desde la experiencia. Entiendo que se haya puesto de moda, pero cuando se lee el estoicismo en serio, descubres que dice cosas un poco absurdas. Como, por ejemplo, que el virtuoso si está haciendo bien no tiene por qué sufrir. Bueno, el virtuoso sufre como todas las personas, de manera que lo que sí es cierto es que cuando se habla del estoicismo se está hablando como de una especie de resiliencia ante la adversidad. Y eso está muy bien, pero eso no es una filosofía. Esta resiliencia te puede venir del estoicismo, de la religión, del ascetismo, de la filosofía zen o por otras muchas cosas.

Me parece estupendo que se lean. Son grandes escritores, son buenos pensadores, pero digamos que no les interesó mucho hacer ciencia sobre eso. Son lo que ahora llamaríamos consejeros.

Por ejemplo, uno de los consejos que recuerdo de cuando leía a Séneca es el siguiente. En una de sus cartas, le decía a Lucilio “arrebaña el tiempo con ambas manos”. Es decir, aprovecha el tiempo. Bueno, pues está muy bien. Pero vamos, es un consejo puramente de experiencia. Es estupendo que se lea a los estoicos, pero solo si te acercas a ellos como consejeros. De hecho, Séneca, que en cada carta a Lucilio le pone una frase de un filósofo, resulta que no pone a filósofos estoicos. Pone, sobre todo, frases de filósofos epicúreos.

Epicuro, entre otras cosas y pese a su mala fama, lo que decía es “intenta medir los placeres y contentarte con los pequeños”.  Invitaba a una especie de mesura, a evitar los excesos, y eso también es común a los estoicos. Entonces, sí, muy bien. Es un buen consejo, evita los excesos, pero eso es muy poca filosofía. Son solo eso, buenos consejos.

 

— ¿Hay, entonces, alguna forma en la que sí podamos hacer que la filosofía forme parte de nuestra vida para vivir mejor?
La filosofía está para lo que tiene que estar. La filosofía tiene como misión, en primer lugar, desarrollar el pensamiento crítico para que no nos engañen. Eso es lo importante, esa es su función principal. Desarrollar el pensamiento crítico, porque estamos rodeados de personas que van a querer manipularnos. Que van a intentar que comulguemos con rueda de molino. Que nos va a hacer creer, por ejemplo, que todas las culturas son iguales.

O que todas las opiniones son valiosas, que todas son respetables. Bueno, la filosofía nos dice que eso es un disparate. Hay opiniones respetables, hay opiniones imbéciles, hay opiniones crueles, hay opiniones salvajes. De manera que, el poder someter a juicio las opiniones, el poder elaborar criterios de evaluación para poder distinguir la verdad de la mentira, lo bueno de lo malo, lo bello de lo feo, es filosofía. Eso sí es filosofía. Y deberíamos introducirlo en nuestra vida para que pudiéramos ser capaces de subir el nivel de la conversación política, de atender a argumentos, de rendirnos a la evidencia, de no ser maniáticos, de no estar ideológicamente sesgados. Todo eso es filosofía.

La filosofía es el fundamento de la democracia, porque la democracia es argumentación. Y la argumentación forma parte de la filosofía. Distinguir el buen argumento del mal argumento, es propio de esta ciencia. Como dijo un gran filósofo, Karl Popper, “conviene que peleen los argumentos, para que no tengan que pelear las personas”.

— Decía que esta era la primera función de la filosofía, ¿hay una segunda? ¿Cuál sería?
Sí, la segunda función de la filosofía es comprender. Comprender el comportamiento, comprender las instituciones, comprender el modo de vida. El esfuerzo de comprender es un esfuerzo intelectual. Y es un esfuerzo duro, uno que hay que intentar desarrollar. Porque en caso contrario, caemos en la trampa de pensar “para qué voy a comprender una cosa si sé usarla”.

Si usas una cosa sin comprenderla, antes o después la usarás alocadamente. Si tú sabes cómo utilizar a una persona sin comprenderla, eso no parece una buena forma de actuar. De modo que la filosofía puede tener en la vida estas dos funciones. En primer lugar, el desarrollo del pensamiento crítico, y en segundo lugar, desarrollar la capacidad de comprensión de todo lo que tenemos a nuestro alrededor.

—Si pudiera dar un consejo a nuestros lectores, ¿qué podríamos hacer para vivir de forma más consciente e inteligente?
En primer lugar, recuerdo algo que decía Voltaire: “la razón es eso que los hombres utilizan cuando están tranquilos”.  Por eso creo que debemos tomarnos las cosas con pausa, porque si no tenemos esa pausa, no tenemos posibilidad de reflexionar.

En segundo lugar, confiar en la inteligencia. La inteligencia es la capacidad de resolver problemas cada vez más complicados. La gran demostración de la inteligencia, la que resuelve los problemas de más alto nivel, es la ética y su puesta en práctica, que es la bondad. De manera que, mi consejo es que desarrollen una inteligencia bondadosa, porque creo que es la mejor solución de todas.

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