The White Lotus es la serie del momento. A primera vista, su trama parece ser únicamente una crítica al lujo y al poder, pero en realidad es mucho más que eso. Con su toque de intriga, paisajes impresionantes y giros inesperados, la serie va más allá y nos invita a una profunda reflexión sobre la vida.

En su tercera temporada, ambientada en Tailandia, explora temas tan profundos como el anhelo de conexión y el valor de la amistad, el vacío existencial que genera la sociedad de consumo, la dificultad para afrontar los reveses de la vida, las consecuencias de una mala gestión del dolor o la necesidad de espiritualidad, muy presentes en la filosofía budista. Esta nos enseña a aceptar, soltar el apego y vivir en el presente, lo que nos permite encontrar paz incluso en los momentos de más incertidumbre.

La conexión de la serie con el budismo no es casual. Mike White, su creador, ha sido practicante budista durante años, y esta filosofía ha influido tanto en su vida personal como en su trabajo, tal como ha compartido en entrevistas recientes. 

En The White Lotus, esa influencia se refleja de manera sutil; sin embargo, si observamos la serie desde una perspectiva budista, podemos descubrir valiosas lecciones sobre cómo vivir con más conciencia, aceptación y, aunque parezca paradójico, felicidad. Los temas que aborda, la forma en que los personajes enfrentan (o no) lo inevitable y la mezcla de intriga y tragedia que caracteriza cada episodio son una invitación clara a la reflexión.

Todo cambia constantemente

Una de las ideas centrales del budismo es la impermanencia. Todo cambia, todo se transforma, nada permanece. En The White Lotus, esta verdad se manifiesta en cada rincón: el paraíso que promete el resort no es real; la familia que parecía la más rica del mundo podría dejar de serlo de un día para otro, las amistades de la infancia se tambalean... Cada personaje trata de aferrarse a algo: a su imagen, a la idea de éxito o al placer momentáneo, incluso al deseo de venganza. Pero, como enseña el budismo, nada es para siempre.

El camino está en aceptar. Como dice el maestro budista Thich Nhat Hanh: “Gracias a la impermanencia, todo es posible”. Cuando dejamos de luchar contra el cambio, también dejamos de sufrir por él. De hecho, los pocos personajes que aceptan la incertidumbre y su vulnerabilidad, como Loki o Chelsea logran una especie de libertad. Y los que no aceptan la realidad tienen un duro final.

El sufrimiento es parte del camino

El budismo ve el sufrimiento como una oportunidad para despertar. En la serie, todos los personajes sufren, aunque tengan dinero, belleza o poder. Ese sufrimiento a menudo viene del deseo de más. Así, The White Lotus muestra la paradoja del mundo actual: cuanto más tenemos, más vacíos nos sentimos.

Aunque parezca contradictorio, el budismo no propone eliminar el deseo, sino comprenderlo. Nos invita a observarlo sin identificarnos con él, a practicar la atención plena para distinguir lo que realmente nos mueve y a diferenciar entre placer y felicidad. 

El monje tibetano Gueshe Kelsang Gyatso explica que, al reflexionar sobre lo que nos da placer, nos damos cuenta de que a menudo lo buscamos en lo externo, lo que está fuera de nuestro control y puede generar conflictos. Así, como nos decía en una entrevista para Cuerpomente la monja Guen Kelsang Lochani, que sigue sus enseñanzas: "Si algo nos trae dificultades, no puede ser una fuente de felicidad. Si disfrutamos de lo que nos da placer, está bien; pero si no lo tenemos, también está bien. Creer lo contrario no es correcto".

Por eso, The White Lotus nos recuerda que el despertar espiritual no tiene que estar alejado del mundo; puede surgir en medio del caos, el deseo, el ego e incluso el lujo. Si lo deseamos todos podemos encontrar la paz sin importar las circunstancias.

La muerte nos impulsa a vivir

La muerte es un tema recurrente en la serie. No es un spoiler decir que toda la trama se desarrolla bajo su sombra, como un recordatorio constante de que todo tiene un final. Este recurso no solo sirve como narrativa para la historia, sino también como un símbolo. El budismo nos enseña que la muerte es una oportunidad para vivir con más intensidad y estar más presentes. Como decía Buda: “Morimos cada día”. Recordarlo nos ayuda a soltar lo que no importa y a valorar lo esencial.

la mejor lección: Reírse de uno mismo

En este sentido, el humor de la serie, en especial de la primera y la segunda temporada,  va más allá de lo estético: es una invitación a ver la vida con más ligereza. El budismo y el humor hacen un matrimonio perfecto de muchas maneras. Un buen ejemplo actual de esto son los discursos de Lama Rinchen.

Este monje budista de habla hispana siempre incorpora el humor en sus enseñanzas, utilizando la risa para desmontar el ego y fomentar una visión más ligera y compasiva de la vida. En uno de sus últimos vídeos, invitaba a sus seguidores a tomar la vida con más humor y, entre risas, decía: “Hay que casarse con esa persona con la que querías divorciarte”. Un claro ejemplo de cómo el humor forma parte de su sabiduría más profunda.

Así pues, tanto si ya has visto The White Lotus como si aún no te has adentrado en su universo, vale la pena acercarse a ella con una mirada más consciente. La serie nos invita a preguntarnos cómo vivimos, qué buscamos y qué estamos dispuestos a soltar.

El camino budista no promete una vida sin problemas, pero sí una forma distinta de relacionarnos con ellos: con más aceptación, más claridad y más conexión con lo esencial. The White Lotus no da respuestas claras, pero plantea preguntas que, si nos atrevemos a mirar de frente, pueden ser un punto de partida para vivir con más verdad.

Quizás ahí —entre la belleza, el caos y el deseo— también se esconde una chispa de despertar.

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