Una de las grandes ironías del mundo moderno es que, si bien vivimos en el auge de la productividad, una era en la que todo lo que hacemos tiene que ser productivo, nuestra concentración es cada vez menor. Es difícil mantener el foco en lo que hacemos, y como no lo conseguimos, nos obsesionamos con lograrlo. El círculo vicioso parece evidente.

En el centro de este contexto surgen muchas técnicas variadas para conseguir mantener el foco. El modo monje, del que ya hemos hablado en otras ocasiones, o el timeboxing, son muy populares. Pero últimamente hay uno que arrasa en redes, aunque es bastante antiguo. Es el famoso método Pomodoro, que invade TikTok y ya cuenta con canales de Twich totalmente dedicados a él. ¿Quieres saber en qué consiste?

El método Pomodoro, ¿qué es y en qué consiste?

Estamos en 1980. Francesco Cirillo, italiano, estudia en la Universidad y necesita mejorar su concentración, aprender a gestionar el tiempo para estudiar. ¡Y eso que no tenía TikTok ni Instagram para distraerse! Entonces se le ocurre una idea. Se reta a sí mismo, en medio de la desesperación, a concentrarse al menos 10 minutos. Va a la cocina, coge un temporizador de cocina, y marca el tiempo. Se sienta, y por primera vez en mucho tiempo, consigue concentrarse de verdad. Tan solo esos minutos se vuelven más productivos que horas de estudio.

Casualmente, el temporizador de cocina tenía forma de tomate. Y de ahí nace el famoso método Pomodoro (tomate en italiano). Con el tiempo, Cirillo fue perfeccionándolo hasta dar con las medidas exactas.

El método consiste en establecer bloques de concentración de 25 minutos, seguidos de un descanso de 5 minutos. Tras completar cuatro bloques, viene un descanso más largo, de entre 15 y 30 minutos. Sencillo, ¿verdad? Aunque todavía nos queda mucho por desarrollar.

El uso del temporizador

Como habrás adivinado por esta pequeña historia que te hemos contado, para usar el método Pomodoro necesitas un temporizador. Opciones no faltan. Hay canales de Twich dedicados a ello, videos en YouTube que miden el tiempo y acompañan con música suave, sonidos naturales o ruido blanco. Y también decenas de aplicaciones y plataformas que puedes utilizar.

Lo más sencillo, sin embargo, es hacerte con un temporizador de cualquier tipo y empezar a ello. Si, en lugar de usar el teléfono o cualquier plataforma de streaming puede hacerte con un clásico temporizador de cocina, mejor que mejor. Así no habrá tentaciones ni distracciones en la mesa.

La idea es que, al medir el tiempo con un temporizador, puedes olvidarte de estar mirando la hora o distraerte pensando en cuánto ha pasado desde que empezaste a estudiar o trabajar.

Una sola tarea a la vez

El siguiente reto del método Pomodoro es que elijas una sola tarea en la que te vas a concentrar. Con esto aumenta el enfoque y consigues priorizar lo que tienes pendiente, que es una de las grandes claves de la productividad.

Para hacerlo puedes usar muchos métodos. La Matriz de Eisenhower es una de las más recomendadas por los expertos. Tranquila, solo tiene de raro el nombre.

Consiste en dividir tus tareas entre estas cuatro categorías: Importantes y urgentes, Urgentes pero no importantes, Importantes pero no urgentes, Ni importantes ni urgentes.

Definimos importante como aquellas tareas que son clave para el proceso a largo plazo, y urgente como aquello que debe hacerse de forma rápida, incluso si no contribuye mucho a tus objetivos a largo plazo.

Sin distracciones

El método Pomodoro es simple y poco exigente. Cualquiera puede invertir 25 minutos en concentrarse, ¿no? Ese es el desafío que debes proponerte, y para cumplir con ello necesitas una cosa: evitar las distracciones.

Para ello, hay muchas técnicas. La más efectiva, por ser increíblemente sencilla y fácil de aplicar, consiste en apuntar en una pequeña libreta todo eso que se te ocurra que debes hacer en lugar de concentrarte.

Por ejemplo, imagina que has decidido invertir el primer bloque de 25 minutos a escribir un informe. Y de repente, te acuerdas de que tienes que mandar aquel correo electrónico a tu compañero. Coges tu cuaderno, y apuntas “mandar email.” Luego lo dejas al lado, en espera, y sigues dedicando tus 25 minutos a lo que te habías propuesto.

Así, consigues minimizar el impacto de las microtareas, que han demostrado ser demoledoras para la productividad.

Descansos

Como ya sabes, en el método Pomodoro vas a tener descansos pequeños, de unos 5 minutos, entre bloque y bloque de concentración. Además, cuando completes cuatro bloques, tendrás un descanso largo. En realidad, la duración de los bloques y de los descansos puedes cambiarlos ajustándote a tus necesidades, pero es esencial que los hagas. Porque estos descansos están destinados a reducir la fatiga mental (también la visual, si trabajas con un ordenador), a mejorar la concentración y a evitar el agotamiento y el estrés.

Pero lo que haces en esos descansos es casi tan importante como el hecho mismo de hacerlos. Lo ideal es que no corras a coger el teléfono móvil en cuanto tengas oportunidad, o acabarás entrando en una espiral de distracciones difícil de contrarrestar.

En su lugar puede ir a beber un vaso de agua, charlar con algún compañero si los tienes, hacer un ejercicio de respiración, algún estiramiento, escuchar una canción o, en los descansos largos, salir a dar un paseo breve.

El objetivo de estos descansos activos es renovar tanto la energía física como la mental, pero sin desconectar del todo del flujo de trabajo. Estas pequeñas actividades relajan la mente, reducen la tensión física acumulada tras haber pasado un largo rato sentada, y estimulan la creatividad. Son esenciales para reducir el estrés, que es la clave de la productividad tras este método.

Flexibilidad

Para acabar, es importante que uses el método Pomodoro con flexibilidad. Porque, si bien puede ser muy útil para mejorar la concentración, es esencial equilibrar trabajo y descanso sin la necesidad de contar minutos.

Es decir, si te sientes muy cansada, puedes alargar los descansos y acortar los bloques de concentración. O si tienes más energía y crees que puedes con más, puedes hacerlo al contrario.

Lo esencial es que uses un sistema con pausas regulares y momentos de desconexión, adaptado a las exigencias del momento y sin seguir una rutina estricta e inamovible día tras día.