De Jorge Bucay, psiquiatra y psicoterapeuta gestáltico, llegó a decirse que se había convertido en el psicólogo de todos los argentinos"El Buscador", un programa de televisión hecho a su medida, que se dedicaba a resolver las incógnitas y problemas que conlleva el hecho de existir, fue seguido a diario por más dos millones y medio de espectadores.

Bucay es también uno de los autores más famosos de Latinoamérica. Libros como Cartas para Claudia y Recuento para Demián, entre otros, se han erigido en auténticos best-sellers, también en España. Sus obras han sido traducidas a más de veinte idiomas.

En su libro Déjame que te cuente... (Ed. RBA-Integral), el autor descubre los cuentos que le enseñaron a vivir. En De la autoestima al egoísmo, analiza el valor de amarse a uno mismo y recoge uno de sus grandes lemas: la necesidad de saber que lo más importante es uno mismo.

"Para ser feliz una de las primeras cosas es aprender a poner límites y tener claro que, cuando yo me muero, nadie más muere conmigo", asegura Bucay. 

Tal vez por eso lo primero que hace cuando me siento a su lado para interrogarle es quejarse un poco de que le esté robando tiempo: "iMira qué sol hace!", exclama.

Después no parece sufrir demasiado, habla animadamente y explica historias maravillosas sin parar. Son historias que Bucay cuenta haciéndote sentir como si estuvieras a punto de cruzar un umbral mágico. Imaginas que mediante un bonito ritual el brujo de la tribu te está entregando la llave para abrir la puerta tras la que se esconde el secreto de la existencia y la felicidad.

¿Por qué recurre tan a menudo a los cuentos? ¿Las palabras no bastan?
‒Definitivamente no bastan. Las palabras están dirigidas a tu mente y tu mente es intelecto puro. Con que entiendas, no alcanzas, hace falta comprender. El cuento es como un puente que salta de tu cerebro hasta alcanzar tu parte más emocional. Con imágenes, consigue transmitir mucho más brevemente una emoción y te hace comprender.

Para curar en psicoterapia, ¿lo más importante es ayudar a entender al paciente cuál es su problema?
‒Depende de la escuela terapéutica en la que se mueva el terapeuta. Según el psicoanálisis, no te das cuenta de lo que te ocurre a causa de la represión que tú mismo ejerces para no darte cuenta. Cuando era joven, yo estaba muy enojado con el psicoanálisis. Lo acusé de anacrónico y de estar atado a viejos esquemas. Ahora me parece que era necesario enojarse con él para poder dejarlo.

Creo que, si soy gestáltico, es simplemente porque como terapeuta no sirvo para ejercer el psicoanálisis. Para la gestalt las situaciones inconclusas se resuelven tratándolas desde el presente. Para el psicoanálisis, todo se deriva de una situación del pasado que yo estoy simbolizando. Para un conductista, se trata de aprender la conducta correcta. Para el cognitivo, habría que cambiar los falsos conceptos que conforman mi conciencia. Pero, en última instancia, todas las terapias conducen al mismo lugar: mejorar la calidad de vida de la persona y hacer de ella un individuo más auténtico.

"Amarnos con defectos es el gran desafío"

Sus libros respiran una apología del egoísmo como secreto del bienestar.
‒Sí. Intento olvidar los tópicos para que mis libros induzcan a pensar. Cuento que quizás el amor no sea para tanto, que el egoísmo no es tan malo, que la solidaridad es algo a explorar para descubrir... El egoísmo es una postura personal que tiene mala prensa, pero si lo entendemos como un profundo amor por uno mismo es bueno.

Tenerme en cuenta constituye una condición indispensable para no excluirme del mundo. También es una condición indispensable para hacerme cargo de mí mismo. Y, sobre todo, me libera a mí de ti, porque ahora no sólo no quiero depender de ti porque soy autodependiente, sino que no permito que tú dependas de mí. Este egoísmo, bueno para mí, también lo es para ti. Cuando me dices: "Oh, amor mío, vivo por ti...", yo digo: "Por mí, no. Vive por ti, que por mí ya vivo yo".

‒Su definición de autoestima incluye la capacidad de poner límites.
‒Es fundamental, porque si yo no tuviera la capacidad de poner límites, ¿cómo haría para poder decir que no? ¿Cómo haría para encontrar lo que quiero?

¿Y de qué depende tener autoestima? ¿Es una cuestión genética?
‒La genética se relaciona con tantas cosas... Creo que la autoestima tiene que ver con un axioma: "Yo me trato como fui tratado" y "te trato como me trataron". Si fui tratado amorosamente, quizás tenga conmigo una relación amorosa. Si yo he tenido la suerte de tener padres que, sabiéndose valiosos, me valoraban, posiblemente yo me sienta valioso.

Pero si mis padres estaban distraídos o trabajaban mucho o tenían problemas con su propia autoestima, mi autoestima puede estar en jaque. Una buena autoestima depende de que alguien valioso para ti te haya dicho alguna vez: "Tú vales mucho". Amarnos con nuestros defectos es el gran desafío.

¿Eso es posible?
‒Mírame a mí. Acá estoy yo, si necesitas algún ejemplo. Yo escribo lo que me pasa. A veces veo que soy demasiado pasota y antes me peleaba mucho con eso. Pero hay que aceptar las limitaciones.

‒Cuando uno deja de pelearse consigo mismo se gana mucha energía.
‒Sigmund Freud decía: Todos los contenidos que escondes, los pones en un barril que tiene todo lo que te avergüenza. Pero, como te avergüenza, tienes el barril escondido bajo el agua y lo presionas con una mano para que no aparezca.

Cuando alguien te dice "vamos a jugar", tú dices: "Me encantaría". Y, cuando vas a jugar, te das cuenta de que has soltado el barril y de que éste ha subido y va a quedar al descubierto. Entonces vas corriendo y lo empujas con la mano para sumergirlo de nuevo. La energía que usas en esconder el barril no la puedes usar en otras cosas.

¿Hay algún camino para poder llegar a soltar ese lastre del barril?
‒El primer paso consiste en entender que no se trata de esconderlo más hondo ni de ponerle más piedras para enterrarlo, sino de dejarlo salir a la superficie. El segundo camino es creerse lo bastante valioso como para decirse: "Seré capaz de quererme sea cual sea el contenido del barril". Así actúa la terapia.

Para serte sincero, un terapeuta es alguien que puede quererte y aceptarte sea cual sea el contenido del barril. Tu terapeuta te muestra que puedes aceptarte aunque el barril tenga un contenido horrible. Te enseña que, en realidad, el contenido de ese barril que te asusta no tiene tanta importancia como para paralizarte. Después, aún te queda ir a buscar fuera la misma aceptación.

"El cuerpo ha perdido identidad"

Según usted, ¿por qué hay tan pocas personas auténticas en el mundo?
‒Ser persona es un proceso y la mayoría se quedan en individuos, porque básicamente estamos educados para eso. La sociedad tiene sus reticencias ante las personas, porque las personas no son buen negocio. Es más fácil vender a los individuos que a las personas. Los individuos son muy sensibles a las modas, hacen lo que hacen todos. La persona tiene sus gustos.

Anorexia, operaciones de estética, vigorexia... ¿cómo nos llevamos con nuestro cuerpo?
‒El cuerpo tiene una belleza que es en sí misma valiosa, pero nosotros tratamos de esculpir todos los cuerpos para que se parezcan al mismo modelo. Hemos abandonado la actitud personal de nuestro cuerpo para volvernos individuos con un cuerpo que debe parecerse al de los demás. En este proceso, se ha perdido identidad.

En Argentina (supongo que aquí también), ves a varias mujeres famosas que han sido operadas por el mismo cirujano y todas acaban pareciéndose. A veces necesitas escuchar su voz para saber de quién se trata, porque todas tienen la misma cara y a todas se les mueven las orejas cuando se ríen. Cuidar el cuerpo es aceptarlo y no maltratarlo, empezando por no intoxicarlo. Empecemos por no dañarlo.

¿Qué diría del sentido de la enfermedad? ¿Los síntomas pueden expresar conflictos personales?
‒La gestalt no acepta esta idea de que hay una mente por un lado y un cuerpo por el otro; para la gestalt yo no tengo un cuerpo: soy un cuerpo.

El asmático tiene problemas respiratorios, pero también tiene problemas sociales y psíquicos. El asma es el fenómeno global de lo que le sucede y expresión de lo que ese individuo sufre existencialmente; es decir, se trata de una manifestación física de lo le ocurre por dentro.

¿Puede explicarnos algún caso en que a través de su terapia haya podido curar una enfermedad física?
‒En gestalt se trabaja mucho con juegos de roles y dramatizaciones para descubrir de qué se están quejando los órganos enfermos. Y a mí me parece que todo lo que lleva a darse cuenta es interesante.

Una vez un ginecólogo me envió una paciente que sufría metrorragias (hemorragias vaginales). Tras hablar con ella organicé una sesión para que la paciente dialogara con su útero. Se trataba del típico juego de silla vacía en el que ella iba cambiando de sitio para hablar primero como persona al útero y después hacía de útero para hablar desde ese papel a la persona. En un momento de la sesión haciendo del útero, ella dijo a la persona: "Tú me tienes aquí inútilmente, yo me tomo el trabajo de ovular cada mes, de prepararme cada mes, y tú nunca me permites quedarme embarazada. ¿Para qué me tienes aquí? ¿Por qué no me sacas ya y acabarnos de una vez...?". Al decir esto la mujer empezó a llorar. Comprendió que en realidad estaba postergando su deseo de embarazo por miedo a crear un conflicto con su pareja. Cuando se dio cuenta, no tuvo un hijo, pero sus hemorragias desaparecieron. Dejar que el barril salga a flote, siempre ayuda a sanar. Más tarde fue madre con otra pareja. Cuando nos vemos aún me recuerda esa sesión...

‒Encontrar "la pareja" es el gran problema. ¿Cómo funciona el amor entre personas autodependientes?
‒Déjame que te cuente un cuento. Una vez el guerrero más valeroso de la tribu se enamoró perdidamente de la hija del rey de la tribu. La pareja quería que su amor fuera eterno y por ello se fueron a ver al brujo para que les diera un conjuro y así conseguir estar juntos para siempre. Estaban tan enamorados que tenían miedo de que un día se les acabara el amor. Habían visto que esto sucedía a menudo a otras parejas. El brujo les dijo que había un conjuro para conseguir lo que querían, pero que requería mucho trabajo. La pareja aseguró que no les importaba el esfuerzo y que estaban dispuestos a cualquier cosa. El brujo le encomendó a ella que fuera al monte y que trajera un halcón. Tenía que cazarlo con sus propias manos y traerlo vivo. A él le pidió que trajera el águila más poderosa que hubiera en lo más alto de la montaña. Tenía que cazarla solo y sin ayuda y traer el ave viva.

Cada uno se fue por su lado y trajeron esa misma noche las dos aves puestas en una bolsa. "¿Y ahora qué hacernos? ¿Las matamos y nos comemos su carne?", preguntó la pareja. "No", dijo el brujo. "¿Derramarnos su sangre y la bebemos?", preguntaron de nuevo los amantes. "No", dijo el brujo. El brujo dio a la pareja unas cuerdas hechas con cuero y mandó atar las aves entre sí por las patas. La pareja ató las aves. "Ahora tirarlas al aire", dijo el brujo. Las aves no podían volar y cayeron al suelo enseguida. A los pocos minutos las aves empezaron a picotearse entre sí, a lastimarse y a sangrar. El brujo dijo: "Liberen las aves". La pareja liberó las aves y los pájaros que se habían estado peleando, en el mismo momento de ser liberados empezaron a dar vueltas en el aire como si protagonizaran una bella danza. Después se fueron volando juntos. "Éste es el conjuro -dijo el brujo-; si queréis seguir juntos, nunca os atéis el uno al otro".

LIBROS DE Jorge BUCAY

Los libros de Jorge Bucay están repletos de fábulas tan expresivas y bonitas como ésta. Leerlos constituye ante todo un deleite, aunque después a cada uno le siga quedando por recorrer su camino en soledad. Estos son algunos de sus títulos:

  • Cuentos para pensar (Ed.RBA-lntegral).
  • El camino de la autodependencia (Ed.Grijalbo).
  • Amarse con los ojos abiertos (Ed. RBA-lntegral).
  • De la autoestima al egoísmo (Ed. RBA-lntegral).
  • 20 pasos hacia delante (Ed. RBA-lntegral).
  • Shimriti (Ed. RBA-lntegral).
  • Con Silvia Salinas: Amarse con los ojos abiertos. (Ed. Del nuevo extremo).
  • Con Demián Bucay: Padres e hijos. Herramientas para cuidar un vínculo fundamental. (Ed. RBA-lntegral).

El camino de la autodependencia:  5 permisos básicos para ser persona

Según Bucay, para dejar de ser individuo y convertirse en persona hay que atreverse a emprender ciertas acciones, que él resume en cinco pasos y que consisten en darse permiso para ciertas cosas.

  1. Me concedo a mí mismo el permiso de estar y de ser quien soy, en lugar de creer que debo esperar que otro determine dónde yo debería estar o cómo debería ser.
  2. Me concedo a mí mismo el permiso de sentir lo que siento, en vez de sentir lo que otros sentirán en mi lugar.
  3. Me concedo a mí mismo el permiso de pensar lo que pienso y también el derecho de decirlo, si quiero, o de callármelo, si es que así me conviene.
  4. Me concedo a mí mismo el permiso de correr los riesgos que yo decida correr, con la única condición de aceptar pagar yo mismo los precios de esos riesgos.
  5. Me concedo a mí mismo el permiso de buscar lo que yo creo que necesito del mundo, en lugar de esperar que alguien más me dé el permiso para obtenerlo.

12 pasos hacia adelante

  1. Conócete a ti mismo.
  2. Sé autónomo (vive y obra según tus propios principios).
  3. Saluda, agasaja, sonríe (nadie triunfa sin ser amado).
  4. Invierte en ti y en tu futuro (mantente informado, pero no sobreinformado).
  5. Sé creativo (descarta lo preconcebido).
  6. Organiza tu tiempo y respeta el tiempo ajeno (cuídate de las adicciones, también la del trabajo).
  7. Aprende a vender (cuida tu imagen).
  8. Rodéate de personas adecuadas.
  9. Negocia hasta donde te conviene y no cedas más allá.
  10. Aprende de tus fracasos (o volverás a fracasar).
  11.  Vuelve a empezar tantas veces como sea necesario (pide ayuda si no puedes solo).
  12. Nunca dudes del resultado final.