No nacemos odiando a nuestro cuerpo, sino que ese rechazo se va construyendo conforme
vamos creciendo y acumulando experiencias en la vida.
“Juzgas tu cuerpo por no ser perfecto, lo maltratas para que lo sea. Ahora toca cambiar esto. Tienes que aprender a aceptarlo incondicionalmente para volver a abrazarte y verte con cariño. Tu cuerpo es tu templo, y debes empezar a verlo y tratarlo como tal”, señala en su nuevo libro Sanar para aceptar mi cuerpo la psicóloga Marian del Álamo. En él te ayuda a entender por qué te
sientes insatisfecha, de dónde nacen tus heridas, qué se esconde detrás de algunos de los
TCA más habituales, y, además, te ofrece las herramientas para sanar la relación contigo
misma, potenciar la aceptación corporal y cultivar la autoestima.
-Todos tenemos partes de nuestro cuerpo que no nos gustan o que nos gustaría
cambiar, pero eso no significa que tengamos un trastorno de la imagen corporal.
¿Cuándo podemos detectar que realmente hay un problema?
-Efectivamente, no podemos esperar que nos guste todo de nosotras, de hecho, la sociedad nos impone esta perfección y es ahí donde muchas veces está el problema. Debemos aprender a abrazarnos y aceptarnos, aunque no nos guste todo de nosotras. El malestar será la clave para poder diagnosticar y trabajar sobre el problema. Si hay malestar significativo, si tu calidad de vida ha disminuido, hay comprobaciones contantes, conductas dañinas, etc., es un buen motivo para pedir ayuda. No hay que esperar a que el malestar sea demasiado significativo, si hay señales de alerta ya se puede trabajar. Todas merecemos aceptarnos.
–¿Qué trastornos de la imagen sueles ver en la consulta y qué esconden? ¿Con qué están relacionados?
–Sobre todo, hay problemas relacionados con la imagen y la autoestima en cuanto al rechazo al propio cuerpo, independientemente del tamaño que sea. Y comparten un deseo común: la delgadez. El tema de la vejez o las arrugas también está comenzando a incrementarse, la lucha para no envejecer y no aceptar el paso de tiempo, por hacerse retoques estéticos, etc. Además, en muchas ocasiones la percepción está alterada e impide que la persona, tenga el cuerpo que tenga, consiga aceptarse.
Es el caso del trastorno dismórfico corporal, o con rasgos similares al trastorno, ya que no hace falta cumplir criterios diagnósticos “de libro” para poder trabajarlo.
Se suelen relacionar con trastornos de la conducta alimentaria, autolesiones, sintomatología ansiosa o del estado de ánimo.
–¿Cuáles son las heridas emocionales y qué peso tienen en la imagen que tenemos de nuestro cuerpo?
–Todas las situaciones que vivimos en nuestra vida se quedan guardadas en nuestra memoria emocional, y más aquellas que son traumáticas o dolorosas. Muchas situaciones que vivimos en torno a nuestro físico pueden ser dolorosas, desagradables y traumáticas, y conforman nuestras heridas. Por ejemplo, si una persona de pequeña sufrió burlas de sus compañeros de cole por su cuerpo, aprendió que ella en sí misma no valía y que para hacerlo tenía que complacer y cambiar, para así ser aceptada. De mayor podrá seguir con este funcionamiento y, además, si algo le activa la herida podría gestionarlo desde ahí también: complaciendo y cuidando más a los demás que a ella misma, rechazándose, etc.
Detectar las heridas y sanarlas es fundamental para poderte dar lo que necesitas y cuidarte como te mereces, así como aceptarte a ti y a tu cuerpo. En mi libro Sanar para aceptar mi cuerpo están todas las heridas descritas con ejemplos y casos para que la lectora pueda identificarse y trabajar en ellas.
–En el libro nos hablas de la gordofobia y del lenguaje que usamos: ¿qué frases son las que pasan más desapercibidas y hacen más daño?
–Todas las frases que lleven a una discriminación o minimización de las personas que no cumplan con el canon y sean de juicio y crítica son dañinas. En terapia podemos detectar qué frases o situaciones fueron relevantes para cada persona y, sobre todo, de parte de qué figura venían. Normalmente madres y padres, familia, compañeros del cole, médicos… suelen tener gran relevancia.
Es importante que aprendamos poco a poco a usar el lenguaje para que deje de ser tan dañino, ya que está muy normalizado: dejar de usar gorda como insulto (es solo un adjetivo más), dejar de asociar estar gorda con no tener habilidades (“que bien baila para lo gordita que está”) o relacionarlo con la pena (“pobrecita con lo guapa que es que gordita está”) etc.
Poder regular cómo nos hablamos es importante y no solo para los demás, también con una misma.
–¿Qué es el body shaming?
–El body shaming es el acto de burlarse de una persona por el cuerpo que tenga: meterse con su cuerpo, destacar características que se alejen de lo normativo, desvalorizarla, burlarse, juzgar…
Hacer creer que el cuerpo no normativo está mal y que debe cambiarse para que sea delgado y canónico. Con las redes sociales y el estar detrás de una pantalla, es muy fácil que se dé.
–Con las redes sociales es más fácil compararse, sentirse culpable por no tener el cuerpo deseado, ¿cómo podemos luchar contra eso, sobre todo cuando hablamos de adolescentes?
–Sí, es un escaparate constante de comparaciones, ya sea de forma consciente o no. Además, esto se une a un bombardeo de mensajes sobre cómo cambiar el cuerpo, de rechazo hacia él mismo, etc. Lo ideal, ya que las redes existen, es hacer limpieza de los perfiles que nos hacen daño o no nos aportan, y quedarnos con aquellos que nos aporten y nos hagan sentir bien de forma real. Además, trabajar la aceptación de manera individual y reestructurar la idea de que lo que se ve en redes no representa la realidad, solo vemos una minúscula parte. Ser consientes de esto y traerte a tu realidad y a tu presente es fundamental para no dejarte llevar por esa burbuja.
–¿Qué le ocurre a una persona que lleva toda la vida haciendo dieta? ¿Cómo puede sanar la herida que tiene con su cuerpo?
–Posiblemente, una persona que lleva toda la vida haciendo dieta crea que es lo normal. De hecho, hemos normalizado el estar siempre a dieta: antes de verano, después, en navidad, para un evento especial, etc. Nos han vendido durante años que la solución a todos los problemas era hacer dieta y cambiar el cuerpo, que así seríamos más exitosas, más felices, que era sinónimo de triunfo... Se ha promocionado la salud desde el cambio de cuerpo y no de hábitos. Hay dietas realmente dañinas para la salud en las que a nadie le preocupa nada más que la pérdida de peso.