Tras superar un cáncer con tan solo 30 años y pasar por todo el proceso de tratamiento, la Dra. Carla Méndez Losi experimentó lo que significa vivir con dolor crónico una vida que nada tenía que ver con la anterior a la enfermedad. En ese momento se dio cuenta de que ese bienestar que damos por sentado y ni tan siquiera reparamos en él cuando somos jóvenes, no es tal. Su experiencia profesional y sus ganas de volver a ser quien era la llevaron a investigar y a experimentar un cambio tanto de alimentación como de hábitos, y también emocional, con el que logró vivir hasta día de hoy, y en sus propias palabras, "vivir una vida plena, sana y feliz".

La Dra. Méndez es doctora en biología molecular y especialista en epigenética y microbiota. Actualmente, es coach de alimentación basada en vegetales y hábitos saludables y es autora del libro Despídete del dolor (Ed. Planeta)  centrado en los hábitos dietéticos para restaurar el equilibrio del cuerpo y dejar de tener dolor. Hemos hablado con ella de su experiencia personal y de la importancia de la alimentación como terapia.

dieta antiinflamatoria contra el dolor

-La alimentación antiinflamatoria cambió tu vida ¿Hasta que punto te ayudó durante tu enfermedad?
-Después de haber pasado por los tratamientos contra el cáncer, quedé con muchos efectos secundarios, entre ellos el dolor crónico por artritis, migrañas y fatiga. Cuando hice el cambio de alimentación, a los 10 días, el dolor de mis articulaciones se había reducido un 80%. A partir de allí, decidí seguir manteniendo ese cambio que me ayudó, no solamente a despedirme del dolor, sino que me ayudó a recuperar la salud de mis huesos, a recuperar también la salud hormonal, a recuperarme de diferentes afecciones de la piel. A mí lo que me gusta decir es que más allá de que me haya ayudado a mi enfermedad, me ayudó a salir de ella y a mantenerme ahora en un cuerpo saludable.

-Para la mujer, que los estudios demuestran que sufre más dolores que el hombre, ¿cuáles serían los 3 grandes antiinflamatorios naturales que debemos incluir siempre en nuestra dieta habitual?
-Yo hablaría de grandes categorías de alimentos. Entre ellos, siempre vamos a querer tener hojas verdes y crucíferas. Estamos hablando de lechugas, espinacas, cilantro, perejil y también de brócoli, coliflor y coles de bruselas, por ejemplo. También queremos tener fruta fresca de diferentes colores, y se ha visto a nivel científico que hay ciertas frutas que son muy antiinflamatorias, por ejemplo, los arándanos, las fresas, las granadas, pero básicamente queremos siempre consumir fruta de temporada de todos los colores. Y el tercer grupo serían las especias. Cada vez hay más investigación que se sabe que la cúrcuma, el jengibre, la canela y otro tipo de especias nos ayudan a mantener un cuerpo desinflamado.

Para mí esos tres los deberíamos incluir siempre en nuestro día a día.

Cómo gestionar el dolor

-Hablas de dolor como una alarma del cuerpo. ¿Si nos tomamos un medicamento para paliar el dolor, estamos ignorando esta señal?
-Efectivamente, los medicamentos o la ruta farmacológica están diseñados para tratar una crisis. Pero si nosotros seguimos estando en crisis durante 2 años, 5 años, 10 o 15 años, solamente tomando fármacos que mantienen ese estado de inflamación, entonces no estamos haciendo nada. En realidad, podemos combinar esas ventajas que nos pueden dar esos fármacos y hacer un cambio de alimentación y estilo de vida. No debemos obviar la señal del cuerpo, porque el dolor o la inflamación en nuestro cuerpo viene por haber tenido un estilo de vida en el que estamos deshidratadas, nos hacen falta nutrientes, no dormimos suficiente, no tenemos suficiente contacto con el sol e incluso vivimos estresadas. Por lo tanto, siempre para superar el dolor, tenemos que abordar esos tres pilares que están descritos en el libro: eliminación de toxinas, nutrición antiinflamatoria y elevación emocional.

-Cuando sentimos dolor físico, nuestra mente puede agudizar ese dolor o puede incluso bajar su intensidad. ¿Cómo puede uno mismo gestionar su dolor cuando parece algo insuperable?
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Lo primero que debemos entender de nuestras emociones es que nadie nos ha enseñado a manejarlas de forma adecuada. De hecho, emociones como enojo, frustración o miedo son buenas porque nos están diciendo que algo tampoco está funcionando bien. Lo malo de sentir estas emociones es que, en vez de sentirlas por un periodo de tiempo específico, las estamos sintiendo durante muchos años. Y para poder reducir el dolor, tenemos que volver a estar en contacto con esas emociones y ver dónde se originaron.

En ese momento, ¿qué podemos hacer? Básicamente, como lo explico en el libro, entablar una conversación con nosotras mismas. Empezar a cerrar los ojos, empezar a conectar con nuestra respiración, empezar a calmar a nuestra mente, a decirle que las cosas no están tan mal y que siempre podemos tomar una decisión. Hay muchas estrategias emocionales que podemos aplicar aquí, pero básicamente a mí me gusta siempre decir que iniciemos una conversación interna para darnos ese espacio de sentir lo que nos está molestando o nos está dando miedo, para luego empezar a sentir un poco de más gratitud, más calma y más amor hacia las cosas simples y sencillas de la vida.

Las señales de que hay inflamación

-¿Cómo podemos detectar que tenemos inflamación en el cuerpo, que señales, además de una enfermedad, nos pueden hacer sospechar de una inflamación que nos puede  perjudicar?
-No solamente el dolor es una señal de inflamación. Tenemos inflamación y lo podemos ver de miles de formas. Por ejemplo, que no estemos durmiendo de forma adecuada o que nos despertemos con mucho cansancio. De repente podemos ver la inflamación como hinchazones en el sistema digestivo o tener retención de líquidos en las piernas, o de repente tener tics y espasmos en un ojo por los diferentes estreses que tenemos en la vida, ya sea de alimentación, de toxinas o emociones. Además, podemos tener inflamación cuando observamos dermatitis, o cuando observamos de repente que tenemos resistencia a la insulina.

La inflamación está ligada a muchos procesos que hemos identificado y que tal vez nos hemos acostumbrado a tener, como sobrepeso, diabetes o hipertensión, por ejemplo. Todo eso forma parte de lo que vemos como inflamación en el cuerpo

-Resaltas la importancia de la microbiota, que interviene tanto en la inmunidad como en el metabolismo o en nuestras hormonas. ¿Qué hábitos o alimentos son los más perjudiciales y no nos lo parecen?
-Hay alimentos tanto animales como vegetales que generan un estado proinflamatorio y que hacen que nuestra microbiota esté afectada por la inflamación y, por supuesto, nuestra inmunidad se vea comprometida. Entre los 3 alimentos más inflamatorios se encuentran todos los azúcares procesados y los siropes, de fructosa, por ejemplo. Tenemos todas las harinas y especialmente aquellas que lleven gluten y que generan mucha toxicidad e intestino permeable, y tenemos también todos los aceites refinados, ya sean en crudo o cocinado.

En cuanto a los productos animales, sabemos que tanto la carne roja como la carne procesada generan una serie de compuestos inflamatorios en nuestro intestino y para el 70% de la población todos los lácteos y es que generan inflamación al ser intolerantes a la lactosa.

Por lo tanto, yo siempre recomendaría en un primer plano, en un primer ejercicio de alimentación antiinflamatoria, empezar por excluir estos alimentos.

Por dónde empezar y qué método seguir

-La dieta antiinflamatoria no solo debe ser para tratar enfermedades ¿podemos seguir un modelo de dieta inflamatoria para toda la familia en nuestro día a día?
-Bueno, la alimentación que propongo en Despídete del dolor es una alimentación 100% vegetal. En esa alimentación se propone una serie de alimentos que incluimos, ya sean de hojas verdes, de vegetales, de frutas, cereales de grano entero, tubérculos, legumbres... Y este tipo de alimentación ha sido catalogada, por tanto la Organización Mundial de la Salud como por la propia Universidad de Harvard en su Escuela de Nutrición, como apta para todo el momento de la vida. Sean niños o madres que estén lactando o sean embarazadas o personas mayores. Además, nos va a ayudar en determinados puntos a superar enfermedades crónicas, siempre y cuando excluyamos la mayor cantidad de alimentos procesados e incluyamos mucha cantidad de frutas y verduras.

-Cambiar el tipo de alimentación puede no parecer algo sencillo para mucha gente. ¿Por dónde recomiendas empezar para que no suponga un objetivo que parezca inalcanzable?
-Tenemos que hacerlo paso a paso. Y como lo describo en el libro, el cambio de alimentación y el estilo de vida tienen que ir a una. Yo siempre recomiendo, cuando tenemos dolores como artritis, migraña y fibromialgia, abordar aquellos aspectos en los que tengamos más deficiencias. La mayoría de las personas que hemos pasado dolor crónico, por ejemplo, tenemos una gran deshidratación. Por eso yo siempre recomiendo utilizar, por ejemplo, las estrategias de nutrición moderna, como lo son los zumos de verduras -con apio, con pepino, con cilantro, con perejil-, porque nos van a dar mucha más agua y nos van a dar más electrólitos que van a hacer que nuestro cuerpo funcione un poco mejor.Luego que tengamos eso como un hábito que nos puede ayudar a superar el dolor más rápido, si nos queremos enfocar en cosas más sencillas puede ser incluir más fruta en nuestra dieta, más hojas verdes o más vegetales, excluyendo alimentos que generen compuestos inflamatorios.

Si nosotros hacemos esos pasos sencillos y nos enfocamos, por ejemplo, en hacer uno cada semana, luego podemos ir trayendo vez hábitos de emociones, trayendo hábitos de estilo de vida como respirar, como tomar el sol, como hacer ejercicio. Así, tal vez, durante un año. No lo veremos como una dieta de un mes, sino que iremos incluyendo cada semana un nuevo hábito.