La inflamación es, sin duda, el mal del siglo XXI y está en el origen de muchas enfermedades. Síntomas tan habituales como la fatiga, el cansancio, el insomnio, la falta de memoria, el bajo estado de ánimo o el aumento de peso también pueden ser debidos a un proceso de inflamación sostenida en el tiempo.

El proceso inflamatorio agudo dura unas horas y permite que el cuerpo resuelva y recupere la situación de equilibrio tras una infección, un traumatismo o una picadura, por ejemplo. Sin embargo, hay procesos crónicos que pueden pasar desapercibidos, pero que, van haciendo su proceso y minando la salud poco a poco.

La inflamación crónica

Los procesos inflamatorios leves y cronificados aumentan el riesgo de desarrollar muchas enfermedades, aceleran el envejecimiento y acortan la esperanza de vida. Llevar una dieta con efecto antiinflamatorio es la manera más eficaz de prevenir, curar y recuperar el equilibrio de la salud. Si se combina con un estilo de vida saludable, los resultados son sorprendentes.

Vamos a ver cuáles son las verduras con más efecto antiinflamatorio y por qué, entre otros alimentos, los vegetales tienen esta capacidad.

Las verduras contienen vitaminas y minerales indispensables para el cuerpo, pero además poseen unas sustancias con acción antioxidante, llamadas fitoquímicos, que dan a las hortalizas su color característico, sabor y propiedades. Estamos hablando de los betacarotenos, las antocianinas, el licopeno o el sulforafano, entre otras sustancias.

Mantén a raya la inflamación

Evita siempre que puedas estos alimentos:

  • Grasas trans: Este tipo de grasa, que actualmente se encuentra sobre todo en la bollería industrial, los snacks y los ultraprocesados, aumenta el riesgo cardiovascular. Elige aceites naturales sin calentar, como el de oliva virgen extra.
  • Ultraprocesados: Pueden contener grasas trans y aceites vegetales con demasiados omega 6, que en exceso son inflamatorios, además de aditivos y azúcares. Los cárnicos procesados no son recomendables, según la OMS.
  • Azúcar añadido: Todos los azúcares que se agregan a una preparación, así como los cereales refinados (arroz y pan blancos, etc.) favorecen el desequilibrio de la microbiota intestinal y los picos excesivos de glucosa.

Sustancias con efecto antiinflamatorio

Algunos alimentos vegetales contienen sustancias con efecto antiinflamatorio que conviene tener en cuenta en nuestra dieta.

  • Sulforafano: Es el responsable de que las crucíferas sean tan interesantes para nuestra salud; pero para que la glucorafanina se convierta en sulforafano, debe entrar en contacto con la enzima mirosinasa al cortarla, rallarla o masticarla. El sulforafano es el encargado de activar el gen NRF2, involucrado en la capacidad antioxidante, antiinflamatoria, desintoxicante y protectora celular del organismo.
  • Betacarotenos: Son los fitoquímicos que encontramos en las verduras de color naranja. Conocidos por cuidar la vista y la piel, deben mezclarse con grasas saludables para ser correctamente absorbidos. Además, esta absorción aumenta si cocinamos las verduras. Estas sustancias, además de antioxidantes, son precursoras de la vitamina A.
  • Capsaicina: Esta sustancia picante, que se encuentra en los pimientos, ha probado un efecto antiinflamatorio al disminuir la producción de moléculas inflamatorias, como la ciclooxigenasa tipo 2 (COX-2), la prostaglandina (PGE2) y el óxido nítrico sintetasa inducible (iNOS). Puedes tener en la mesa cayena molida para aliñar cualquier plato. No conviene recurrir a las salsas comerciales.
  • Betaglucano: Es un tipo de fibra que se encuentra en las setas, la avena y algunas algas. Tiene la característica de estimular el sistema inmunitario. Además, mejora la microbiota intestinal y previene el estreñimiento y otras molestias digestivas.
  • Quercetina: Es un antioxidante que también posee acción antihistamínica. La encontramos en la familia de las liliáceas (cebollas, puerros, etc.), las alcaparras, las manzanas o las bayas. Mejora el sistema cardiovascular, reduce la tensión arterial y protege los riñones.
  • Coenzima Q10: El poder antioxidante de esta molécula, también llamada ubiquinona, es bien conocido, así como sus efectos beneficiosos sobre el sistema cardiovascular. Además, apoya el funcionamiento de las mitocondrias, las centrales de energía en las células. Se encuentra en alimentos de origen animal y también en verduras, como el brócoli o la coliflor, o en cereales integrales germinados.