Cuando surgen problemas de alteración de las emociones o del aparato digestivo, la mayoría de los pacientes visitan, por una parte, al psicólogo o psiquiatra y, por otra, al especialista digestivo. Uno y otro intentarán buscar daños físicos reparables y, si no, clasificarán el trastorno como una enfermedad funcional difícil de encasillar o tratar, quizá por la misma interrelación de ambos campos.
Como médicos, nos comienza a sorprender que medicamentos diseñados para tratar el insomnio, la ansiedad o el estrés mejoren problemas digestivos. Pero, de hecho, los plexos de células nerviosas en el intestino contienen los mismos transmisores que utilizan las células nerviosas para comunicarse.
Muchas molestias intestinales podrían explicarse por las interferencias entre el cerebro y los intestinos.
Los plexos nerviosos del abdomen ayudan a conectar los intestinos con las emociones. La compleja red de plexos nerviosos intestinales influye no solo en la digestión sino en la felicidad o desgracia de muchos pacientes, ayuda a digerir bien los alimentos, a tomar contacto con el mundo exterior y aprovechar lo mejor de él, a la vez que contribuye a defendernos de sus agresiones con la puesta en marcha de los mecanismos inmunitarios y manteniendo el equilibrio de toda la flora intestinal.
En un pensamiento lineal se cree que el cerebro controla los intestinos a través del nervio vago, pero no hay control ni mando, sino que se produce una interrelación de coordinación y equilibrio entre ambos, o un desequilibrio que hace que los pacientes vayan del psicólogo y el psiquiatra al especialista del aparato digestivo.
Las enfermedades digestivas funcionales como el colon irritable y el dolor abdominal en niños suelen presentar también ansiedad, fatiga, agresividad y alteración del sueño.
Equilibrio entre emociones y digestión
Uno de los neurotransmisores más ligado a las emociones es la serotonina. Se sintetiza en las neuronas serotoninérgicas en el sistema nervioso central (un 10%) pero sobre todo en las células enterocromafines del tracto gastrointestinal de los animales y el ser humano (casi el 90%).
Interviene en la inhibición de la ira y la agresividad, en la regulación de la temperatura corporal, en el humor, el sueño, el vómito, la sexualidad y el apetito. Su inhibición está relacionada directamente con síntomas de depresión. De hecho, los antidepresivos se ocupan de modificar los niveles de serotonina en la persona.
Otros psicofármacos que provocan cambios en el cerebro pueden dar náuseas, diarrea o estreñimiento. Se puede utilizar un opiáceo para calmar el dolor y este actuará sobre los receptores intestinales produciendo estreñimiento.
Es verdad que se puede utilizar la relajación, cualquier técnica que promueva la calma y medicaciones psiquiátricas como los ansiolíticos para tratar problemas digestivos, pero son pocos los psicólogos y psiquiatras que piensen en tratar a sus pacientes cuidando el aparato digestivo, proporcionándole una comida sana, equilibrada y agradable.
Si nuestro intestino produce benzodiacepinas para controlar el insomnio y el estrés, es probable que eso signifique que estos trastornos dependen también del vientre.
No es extraño que en medicinas tradicionales orientales como la china, la japonesa o el ayurveda, el centro de control corporal se sitúe en el vientre, en el llamado Dan Tien o Hara.
Desde allí se regula el equilibro del cuerpo para estar de pie o sentado, pero también el equilibrio psicológico. Desde ese vórtice, asimismo, el cuerpo se coordina con la energía que le rodea. Allí llegan los alimentos y se asimilan, se capta y distribuye la energía y a la vez se gesta el equilibrio o el desequilibrio emocional.
Problemas digestivos que hablan de tu salud mental
Las buenas digestiones son signos también de cabeza despejada y psique equilibrada. Comer bien y defecar a gusto favorece el equilibrio mental. Asimismo, los estados de ánimo repercuten en la parte digestiva.
Los órganos digestivos a veces reflejan problemas psíquicos no resueltos que se manifiestan bajo distintas formas, desde molestias hasta padecimientos. A estas afecciones psicosomáticas pertenecen muchos casos de inflamación estomacal, úlceras de duodeno y estómago, así como distintos problemas de hígado, vesícula e intestino y colitis.
Esto lo experimentan claramente los pacientes que se sienten agobiados por problemas anímicos, situaciones conflictivas, incertidumbres e inseguridad. Se ha visto que los pacientes que manejan mal sus emociones o que padecen alexitimia (incapacidad para identificar y expresar emociones) sufren más problemas digestivos.
En estos casos el diálogo con el médico puede brindar claridad y mostrar caminos beneficiosos, tanto resolviendo problemas emocionales como cuidando la comida.
Una mirada al colon irritable
En la medicina convencional están apareciendo grupos de especialistas en trastornos digestivos que intentan practicar una medicina integrativa, ya que son muchos los pacientes que no encuentran una causa orgánica a sus problemas.
La psiconeuroinmunología es un campo científico interdisciplinar que investiga los mecanismos de interacción y comunicación entre el cerebro (mente, conducta) y los sistemas responsables del mantenimiento homeostático del organismo, los sistemas nervioso (central y autónomo), inmunitario y neuroendocrino, así como sus implicaciones clínicas.
Los trastornos funcionales digestivos, y en particular el síndrome del colon irritable, podrían explicarse desde esta perspectiva. En este síndrome parece existir una motilidad y sensibilidad visceral intestinal alteradas, aparentemente sin ninguna alteración orgánica.
En la endoscopia, la mucosa intestinal es normal. No obstante, hay factores celulares que hacen pensar en una inflamación intestinal de bajo grado. Además, se añaden otros elementos como la comunicación del intestino con el sistema nervioso, el aumento de la permeabilidad intestinal y los cambios en la microbiología intestinal, que aparecen en estos pacientes.
En todos estos aspectos influye el elevado número de linfocitos T. Se ha sugerido que las alteraciones de los niveles de estos linfocitos podrían conducir a una actividad proinflamatoria subyacente. El cuerpo está intentando reaccionar y hay algo que se lo impide, probablemente relacionado con el estilo de vida del enfermo. Y, sobre todo, con lo que come y cómo lo come.
El estudio de estas personas a las que no se encuentra grandes alteraciones orgánicas es complicado, pero se están planteando nuevas formas de abordar su diagnóstico y tratamiento.
Una vez descartadas las patologías orgánicas, se proponen cuidados tanto psicológicos como dietéticos y, en general, un estilo de vida más saludable.
Ayudas naturales para conectar la digestión con las emociones
Entre las técnicas terapéuticas que pueden ayudar a conectar la parte digestiva con la emocional se encuentran:
Puede calmar el dolor al aliviar la estimulación del sistema nervioso simpático que a menudo se observa en problemas gastrointestinales. Ya sea en el abdomen o por reflexología, es muy útil para aliviar el íleo y el estreñimiento y, en general, muy reconfortante. Es una de las terapias básicas de la cura Mayr.
La liberación de algunos puntos en la columna vertebral y los músculos grandes del dorso y el tronco disminuye su efecto reflejo en la región abdominal y mitiga el dolor. medicina china tradicional y acupuntura, digitopuntura y fitoterapia. Han demostrado en estudio a doble ciego su utilidad para el colon, con mejoría significativa en los síntomas del meteorismo y bienestar general en los pacientes.
Múltiples estudios indican que la curación con energía es eficaz para el dolor, la ansiedad y la depresión.
- Relajación y psicoterapia
Dados los conocimientos actuales sobre el eje cerebrointestinal y las interacciones asociadas, es lógico que el tratamiento mente-cuerpo se utilice. La relajación muscular progresiva y los ejercicios respiratorios, por separado o en conjunto, ayudan a disminuir la estimulación simpática y favorecen la comodidad.
Al reducir la ansiedad relacionada con el dolor demuestran el fenómeno psicosomático y la capacidad de autorregulación que tiene la persona. Con las imágenes dirigidas se logra un estado de atención enfocada en el que la mente se muestra más receptiva a la sugestión. Se utiliza para reducir las molestias intestinales.
La psicoterapia cognitiva-conductual de intervención familiar a menudo incluye la enseñanza de destrezas de adaptación, sociales y de relaciones.
Conviene reducir la ingesta de alimentos muy procesados, sobre todo los que contienen hidratos de carbono refinados (dulces, galletas…). Si los síntomas son sugestivos o hay un antecedente familiar de intolerancia a la lactosa, se prueba de 2 a 4 semanas eliminando todos los productos lácteos de la dieta para ver si se producen cambios. Si no ocurren, se reincorporan.
Los médicos pueden ayudar a cambiar de hábitos ofreciendo una explicación minuciosa del diagnóstico, de la fisiopatología y de los posibles tratamientos, lo que tranquiliza al paciente y le ayuda a concienciarse. descanso. Es útil trabajar en estrategias para fomentar un sueño reparador.
Las emociones y reacciones viscerales pueden ayudar a la mente cuando está alterada. Se puede tomar la riendas sintiendo y pensando con la tripa, recuperando la respiración abdominal, sintiendo la importancia de tener la capacidad de respirar. Esta atención al vientre permite poner en marcha centros de neurotransmisores que segregan la celebración y la alegría de sentirse vivo.
Comer, un ritual
¿Qué valor se otorga al acto de comer? Puede ser un simple trámite o convertirse en un acto ritual trascendente. Se puede comer de pie y a toda prisa, sin dejar de moverse, como si se resolviera un asunto pendiente. O bien darse el tiempo de preparar los alimentos, cocinar, poner la mesa y convertir el acto de comer en un ritual, lo que incluye también fregar los platos y recoger. Cada comida puede convertirse en una pequeña o gran fiesta.
Se puede comer solo o acompañado, y en los dos casos la experiencia puede ser muy satisfactoria (si la compañía no incomoda o tensa). Se ha demostrado que las comidas familiares proporcionan ayuda psicológica y ayudan a resolver conflictos emocionales. En general, parece que la gente que come sola es más vulnerable a los problemas emocionales. Aún peor si todas las comidas se hacen escuchando el telediario.