Cuando nuestro crítico interior aparece, suele hacerlo con una energía bastante negativa, hablándonos de forma dura, diciéndonos que no somos suficiente o que no somos capaces de hacer algo, ridiculizándonos o incluso insultándonos.
Muchas veces cuando la energía de tu crítico interior está presente, se manifiesta a través de vergüenza o de culpa, ambas emociones que nos aportan una energía muy pesada y nos contraen nuestro potencial y autoestima.
Puede que incluso lo notemos como una negación de nuestro espacio en el mundo.
El crítico interior es como un padre muy severo que nos dice lo que debemos hacer, nos presiona para hacerlo y nos castiga si no lo hemos hecho bajo sus altos estándares. Y en realidad es una parte de nosotros que bajo esa actitud esconde un gran miedo. Está aterrorizada de que no seamos aceptados si nos mostramos tal y como somos y hacemos lo que queremos hacer.
Por lo tanto se imagina y nos adelanta todas las posibles críticas y juicios sociales sobre nosotros, para reprimirnos y así protegernos de forma desesperada.
Es importante que reconozcamos su voz, nos desidentifiquemos de ella y podamos entender con compasión el miedo del que parte. Este proceso nos servirá para gestionar esa energía a nuestro favor, sin dejar que nos hunda y que limite nuestra vida.
Responsabilizarnos de los miedos de nuestro crítico interior
Reconocer los miedos bajo esas críticas y asumir la responsabilidad y el cuidado sobre ellos, nos empodera. Dejamos de ser víctimas de nuestra voz crítica interna que limita nuestra libertad y asumimos el control sobre los aspectos de nuestra vida por de los que hasta ahora habíamos dejado en manos de ese crítico interno y bajo su responsabilidad. De esta manera, asumimos un rol parental de cuidado en relación a él.
Esto es similar a responsabilizarse de un padre mayor que te ha cuidado durante toda tu vida y que ya no es capaz de hacerlo pero, aún así, sigue intentándolo de la misma manera que en tu niñez. En realidad necesita que puedas apañártelas de forma independiente y que cuides de sus necesidades y miedos, aunque le cueste pedírtelo.
Cuando tomes esa responsabilidad que ahora mismo está asumiendo tu crítico interno, verás cómo esa voz negativa se neutraliza y se tranquiliza, ya que sabe que puede dejar ir ese control porque tú te estás ocupando de ello. Además, puede convertirse en un aliado ya que te muestra en qué momentos hay algo vulnerable en ti a lo que necesitas prestarle atención y acoger con compasión.
Cómo meditar para gestionar tu crítico interior
- Siéntate de manera que puedas mantener tu espalda lo más recta posible y cierra tus ojos.
- Hazte consciente de tu respiración y nota como con cada exhalación tu cuerpo se vuelve más ligero y relajado.
- Ahora puedes recordar una situación en la que la energía negativa de tu voz crítica interior haya estado presente.
- Siente tu cuerpo haciéndote consciente de cuál es el efecto sensorial de esa energía crítica y negativa presente en tu mente.
- Observa desde la distancia lo que te dice esa voz en esa situación. Puede que te diga que no eres capaz, o suficiente, o que deberías hacerlo de otra manera.
- Visualiza a ese crítico interior como una persona mayor que está a tu cargo, que ha cuidado de ti durante su vida y sigue manteniendo ese rol protector en relación a ti y en base a ciertos miedos. Criticarte es su manera de paralizarte y así protegerte.
- Visualízalo con compasión y pregúntale cuáles son sus miedos, de qué intenta protegerte. Escúchalo con calma y sin juicio, desde la curiosidad real.
- Observa cómo esa voz crítica se relaja al ser atendida, reconocida y escuchada.
- Ahora que conoces sus miedos, puedes responsabilizarte de ellos de la manera en que sea satisfactoria para ti y para el camino de vida que eliges. Acogiéndolos para asegurarte de que esa parte vulnerable en ti se siente a salvo.
- Siente tu cuerpo desde esta responsabilidad, este empoderamiento. La sensación de ser líder de tu vida. Respira profundamente para dar espacio a las sensaciones.
- Integra estas cualidades para trasladarlas a tu vida.
- Poco a poco puedes ir moviéndote para salir de la postura, respirar más profundamente y abrir tus ojos.