La sensación de espacio es un maravilloso recurso interior que puede servirnos, especialmente, en situaciones difíciles en que nos sentimos abrumados emocionalmente.
Cuando esto ocurre, suele ser porque estamos identificándonos con nuestra experiencia emocional, es decir, sentimos que todo lo que somos es esa experiencia. Nuestro cuerpo entra en alerta buscando una solución o una salida a ella, y el pensamiento de no encontrarla y de quedarnos atrapados en ese lugar que nos resulta tan doloroso para siempre nos crea una gran sensación de alerta en nuestro sistema nervioso y mucha tensión física.
Pero nuestra experiencia, por abrumadora que parezca, es siempre una pequeña parte de todo lo que somos en ese momento.
Los beneficios de incluir espacio interior
La sensación de espacio nos ayuda a tomar distancia de nuestras emociones o sensaciones y a desidentificarnos de ellas. Cuando somos capaces de identificarnos más con el espacio que acoge que con la experiencia que ocurre en él, nuestra experiencia se relativiza y tomamos una nueva perspectiva para observarla desde lejos y reconocerla como una pequeña parte de todo lo que somos.
Desde este punto, nuestra experiencia se convierte en algo que podemos manejar, ya que somos más grandes que ella.
Esto significa que dejamos de ser víctimas de esa experiencia para sentirnos empoderados y recuperar nuestro lugar de creadores de nuestra realidad.
Identificarnos con espacio infinito que acoge, hace que los patrones de juicio, rechazo o deseo de cambio hacia nuestra experiencia se disuelvan, por lo que nos convertimos en una madre amorosa dejando a nuestra experiencia ser tal y como es, acogiéndola incondicionalmente con compasión y relajándonos en ella.
Cómo meditar para dar espacio a tu experiencia interior en situaciones difícles
- Siéntate en una postura cómoda soltando tu cuerpo y dejando que se acomode.
- Comienza a hacerte consciente de tus sentidos. Puedes centrarte primero en lo que oyes. Puedes empezar con lo que está más lejos de ti y poco a poco oír lo que está más cerca de ti, quizás incluso puedas escuchar el latir de tu corazón. Reposa en los sonidos.
- Ahora puedes observar el sentido del tacto haciendo que tus manos se toquen suavemente entre ellas.
- Cambia de nuevo tu atención hacia los sonidos y date cuenta de ese cambio de atención, de ese cambio sutil en que tu atención se centra de repente en otra cosa.
- Cambia de nuevo al tacto, siendo consciente de este cambio de consciencia y sintiendo la caricia de una mano sobre otra.
- Tomando distancia date cuenta del espacio de conciencia en que todas estas sensaciones ocurren. Observa ese espacio y observa como las sensaciones aparecen y se disuelven en él.
- Date cuenta ahora de las sensaciones y emociones presentes en tu cuerpo. Obsérvalas con curiosidad y dales el permiso para estar ahí. Pueden ser muy sutiles o más notables: cosquilleo, tensión, contracción, vibración, sensación de ligereza, de pesadez, de calor... cualquier sensación.
- Ahora puedes observarte como espacio infinito, y deja que todas estas sensaciones internas floten en él. Incluye todo lo que esté presente: sensaciones internas, emociones, sensaciones que percibes a través de tus sentidos.
- Tú eres ese espacio infinito amoroso y amable que acoge tu experiencia presente. Déjate sentir el efecto de ello en tu cuerpo, siéntete espacio infinito.
- A tu propio ritmo y cuando lo sientas, abre tus ojos.