La histamina es una sustancia que produce nuestro organismo y almacena en los mastocitos, un tipo de glóbulo blanco que se encuentra en el tejido conjuntivo, en particular debajo de la piel, en los vasos sanguíneos, en los nervios, en el tracto respiratorio y en los intestinos.
Aunque es más reconocida por su acción contra agentes alergénicos, también actúa como neurotransmisor, además de regular las funciones digestivas.
Mantener la cantidad adecuada de histamina en el cuerpo resulta crucial para el bienestar físico, pues un exceso o una intolerancia causa múltiples disfunciones.
Por qué se acumula la histamina
Muchas personas experimentan reacciones de tipo alérgico, como picor, eccemas, estornudos, edemas, migrañas, dolores musculares o fatiga después de ingerir alimentos con un alto contenido de histamina, aunque no sufran una alergia real a ellos. Es lo que se denomina «intolerancia a la histamina no alérgica», la sensibilidad a esta molécula. Las causas pueden ser varias: desde la deficiencia de enzimas que la descompongan, hasta una alteración en la capacidad del hígado para procesarla o una disbiosis de la microbiota intestinal.
- La histaminosis exógena sucede cuando se toman alimentos con elevadas cantidades de histamina, aunque también puede ocurrir en personas que, aun ingiriendo niveles bajos, tienen dificultad para eliminarla.
- En la histaminosis endógena es el propio organismo el que libera histamina e incrementa sus niveles normales por el contacto con un alérgeno o debido a factores que desequilibran la homeostasis en el organismo, como pueden ser el estrés, cambios de temperatura, infecciones, etc.
EL déficit enzimático que causa intolerancia a la histamina
La principal causa de la intolerancia a la histamina es una baja actividad de la enzima diamino oxidasa (DAO), que se encuentra principalmente en la mucosa intestinal, y, por tanto, actúa durante la digestión. Junto a la DAO también interviene la enzima histamina-N-metiltransferasa (HNMT), encargada de inactivar la histamina en el hígado y en diferentes órganos y tejidos.
Al no poderse eliminar a través de la orina, la histamina se acumula, pasa al plasma y puede provocar síntomas muy diversos, como migrañas, desórdenes gastrointestinales, ciertas arritmias, hipotensión arterial, urticarias, rinitis, fatiga, alteraciones menstruales y dolores musculares.
No existe un consenso sobre la cantidad máxima tolerable de histamina, pero su acumulación en la sangre empieza a dar síntomas a partir de los 50-75 g/ml.
Por otra parte, la actividad normal de la DAO debe estar por encima de las 80 HDU/ml (unidades degradantes de histamina por ml). Cuando se sitúa entre 40 y 80 HDU/ml, se considera que la actividad es reducida; y por debajo de las 40 HDU/ml que hay un déficit enzimático importante.
Disbiosis intestinal e histaminosis
La disminución en la producción de DAO y la inactividad de la HNMT pueden deberse a una disfunción genética o adquirida, pero también a déficit de cofactores como la vitamina C, la B6, el cobre o el zinc.
El artículo Intestinal Dysbiosis in Patients with Histamine Intolerance, publicado en la revista Nutrients en 2022, indica que las personas con más tendencia a padecer histaminosis son las que sufren trastornos gastrointestinales, como la enfermedad inflamatoria intestinal, el síndrome de intestino irritable, la celiaquía o un sobrecrecimiento bacteriano (SIBO) de ciertas bacterias secretoras de histamina, especialmente las de los géneros Staphylococcus, Proteus, Enterobacteriaceae, Clostridium perfringens y Enterococcus faecalis. Algunas bacterias de la microbiota protectora, como los Lactobacillus casei o L. bulgaricus, que se encuentran en los productos lácteos y en los fermentados, incrementan también la producción de histamina.
Además, el consumo habitual de fármacos, como los analgésicos, antidepresivos, antihipertensivos, bronquiolíticos, antibióticos y antiinflamatorios, tiene un efecto inhibidor de la enzima DAO y propicia la liberación de histamina endógena.
Las hormonas influyen en la acumulación de histamina
Los estrógenos y el déficit de DAO están relacionados. Los estrógenos estimulan la producción de histamina y reducen la enzima DAO. A su vez, la histamina induce a los ovarios a producir más estrógenos. De ahí que muchas mujeres con hiperestrogenismo tengan déficit de DAO y padezcan los síntomas de la intolerancia a la histamina. Las causas de este desequilibrio pueden ser un déficit de progesterona, la excesiva actividad de la enzima aromatasa, la exposición a contaminantes estrogénicos, el mal funcionamiento del hígado o la disbiosis de la microbiota intestinal.
Alimentos como la remolacha, el brócoli, las verduras de hoja verde, los cereales integrales, las semillas de sésamo y las legumbres ayudan a incrementar la función de metilación hepática que neutraliza y elimina múltiples toxinas, entre ellas el exceso de estrógenos.
Regular el metabolismo y revisar las intolerancias
Existe una relación entre el exceso de histamina en el cuerpo y los niveles de la hormona antidiurética, de ahí que la histaminosis produzca una mayor retención de líquidos y entorpezca determinados procesos metabólicos que lleven a la obesidad. En ocasiones, es una de las razones por la que muchas personas no consiguen perder peso a pesar de llevar una dieta frugal y hacer ejercicio.
Una dieta adaptada sin alimentos inductores de histamina y potencie los que ayudan a degradarla es la base para regular esta disfunción, pero se deben tener en cuenta otros factores no inmunológicos que pueden estar implicados en la sintomatología. Por ejemplo, la falta de determinadas enzimas que degradan otro tipo de moléculas presentes en los alimentos afecta al equilibrio intestinal y puede agravar síntomas similares a los de la histaminosis.
- La intolerancia a la lactosa afecta a un 70% de la población, aunque buena parte lo desconoce. Este azúcar se encuentra en la leche y los productos lácteos y produce en los intolerantes alteraciones gastrointestinales, migrañas, rigidez articular, aftas, fatiga, arritmias y vértigos, entre otros síntomas de mayor o menor intensidad. Esta intolerancia se puede diagnosticar fácilmente mediante un test de aliento.
- La intolerancia a la fructosa o al sorbitol afecta a un 40-60% de la población. Son otro tipo de azúcares presentes en la miel y en un gran número de frutas y verduras. Producen en los intolerantes cólicos, distensión abdominal, flatulencias y diarrea. También pueden dar lugar a cefaleas, náuseas y a un aumento de las poblaciones de bacterias intestinales que producen metano y favorecen el desequilibrio en la microbiota. Se diagnostica también mediante un test de aliento.
- La intolerancia al gluten no celiaca afecta a un 6-10% de la población. Los síntomas son variados y pueden ser tanto intestinales como sistémicos: dolor abdominal, flatulencias, estreñimiento o diarrea, fatiga, calambres, dolor de cabeza, malestar general, eccemas... Algunos de estos síntomas coinciden con los de la histaminosis, por lo que es difícil diferenciarlos. La falta de marcadores para diagnosticar este tipo de sensibilidad hace que sea más difícil de determinar y se basa sobre todo en la evidencia, al comprobar si hay una mejoría cuando se reduce o elimina la ingesta de alimentos con gluten (trigo, cebada, centeno, avena, espelta) y los productos derivados de estos cereales, como las harinas, los almidones, las féculas o las sémolas.
Test de histamina: para qué sirve
Los alimentos que presentan mayor positividad en un test de histamina suelen ser los más consumidos por las personas con histaminosis crónica. Un test inmunológico puede ayudar a confirmarlo.
A partir de una muestra de sangre, se estudia el comportamiento de las células inmunológicas frente a los alimentos y, si hay una liberación de mediadores inflamatorios, el alimento se considera positivo.
El tratamiento consiste en eliminar durante seis meses los alimentos positivos y reintroducirlos uno a uno para inducir tolerancia.
Dieta baja en histamina
Una selección apropiada de alimentos antiinflamatorios, bajos en histamina y que ayuden al sistema digestivo a metabolizarla puede resolver los síntomas de exceso de histamina en el organismo.
Alimentos recomendables:
- Verduras de hoja verde, coles, zanahorias, alcachofas, pepino, ajos, cebollas, puerros, calabaza, espárragos y algas.
- Cereales sin gluten, como mijo, quinoa y trigo sarraceno.
- Legumbres, como guisantes, azukis y lentejas.
- Frutas, como pera, mango, manzana, granada, uvas, frutas del bosque y cerezas.
- Leches vegetales de arroz, almendra, quinoa, sésamo o avena sin gluten.
- Quesos frescos de cabra y de oveja.
- Semillas de lino, sésamo y calabaza.
Alimentos desaconsejables:
- Legumbres, como garbanzos, lentejas o la soja y sus derivados.
- Frutas, como naranjas, limones, pomelos, kiwis, piña, aguacate, plátano, melón amarillo, fresas y ciruelas.
- Hortalizas, como tomate, pimiento, berenjena o patata, así como algunas verduras, como espinacas o acelgas.
- Productos cárnicos (en especial embutidos), clara de huevo, pescado azul y marisco.
- Harinas procesadas derivadas del trigo.
- Ahumados, conservas y fermentados.
- Productos lácteos de vaca.
- Frutos secos, especialmente los cacahuetes y las avellanas.
- Azúcar blanco, aditivos y chocolate.
- Café, té negro, alcohol, cerveza, vino y vinagre.
Ayudas naturales para la histaminosis
Además de la dieta baja en histamina, también se puede recurrir a algunos remedios naturales para mejorar la histaminosis.
- DAO: Es más efectiva junto con la enzima catalasa. Dosis: 0,3-0,5 mg de DAO por 250 mg de catalasa 20 minutos antes de cada comida.
- Glutamina: Evita el paso de sustancias inflamatorias del intestino al torrente sanguíneo. Dosis: 4 g/día.
- Omega 3: Reducen los síntomas asociados a la sobrecarga de histamina. Dosis: de 3 a 5 g diarios.
- Probióticos: Cepas como B. infantis, B. longum, L. rhamnosus y L. plantarum disminuyen la liberación de histamina.
- Sol de oro: Regula la respuesta inmunitaria. Dosis: 200-600 mg diarios.
- Vitaminas C y B6, zinc y cobre: Aumentan la actividad de la enzima DAO.