En verano las cerezas están en temporada alta, crujientes, de intenso color rojo y disponibles en cualquier mercado o frutería. No solo están deliciosas, sino que suman las ventajas de las frutas locales y de temporada: puedes consumirlas cuando se encuentran en su mejor momento de sabor y de contenido nutricional.
Pero el innegable atractivo de las cerezas es empañado en ocasiones por el resurgir de un mito popular, según el cual debes tener cuidado de no beber agua después de comerlas, bajo amenaza de sufrir una indigestión o algo peor.
No es raro que hayas escuchado alguna vez la advertencia en boca de tus abuelos, pero ¿tiene algún sentido?
Levaduras y bacterias en la cáscara
Expertos de nutrición han investigado con detalle el mito y han explicado su posible origen.
Su parte de razón puede estar en que antiguamente el agua de beber no estaba perfectamente higienizada y los microorganismos que transportaba podían interactuar con las levaduras y las bacterias presentes en la piel de las cerezas, dando lugar a una fermentación que provocaba el dolor de barriga.
Como el agua de beber en la actualidad es de muy buena calidad, la advertencia se puede dar por superada. Eso sí, hay que lavar a conciencia las cerezas antes de consumirlas para eliminar posibles gérmenes y restos de suciedad. Y te puedes beber tranquilamente un vaso de agua fresca después de la ingesta.
Otra posible explicación es que las cerezas son tan adictivas que algunas personas pueden comer cantidades desproporcionadas y si después beben agua se diluyen los jugos gástricos y la digestión puede complicarse. Una cantidad razonable de cerezas se sitúa entre las 10 y las 20.
Propiedades de las cerezas
Las cerezas proporcionan energía, gracias a sus hidratos de carbono, junto con vitaminas y ácidos orgánicos, como el elágico, con propiedades antiinflamatorias.
Destaca su aporte en potasio (210 mg/100 g), vitamina C (15 mg/100 g), betacaroteno o provitamina A y vitaminas B1 y B6.
La cereza es el alimento más rico en melatonina, una hormona segregada por la noche que está implicada en la regulación del sueño y la temperatura corporal.
Algunos expertos consideran que la melatonina es la sustancia más eficaz contra el envejecimiento dada su potencia antioxidante. Curiosamente, el zumo de cerezas es 10 veces más rico en melatonina que la fruta entera.
Un vaso de zumo aporta, además de melatonina, 17 sustancias antioxidantes, azúcares, vitaminas y minerales.
El rojo de las cerezas es el responsable de algunos de sus muchos efectos saludables, ya que se debe a las antocianinas, flavonoides de alto poder antioxidante que se encuentran en las cerezas en mayor proporción que en ninguna otra fruta.
Las antocianinas protegen las arterias de la acumulación de grasas y previenen enfermedades degenerativas y también el cáncer, en especial el de colon.
Pero las cerezas gozan de prestigio sobre todo como alimento depurativo, ya que es sabido desde hace siglos que ayudan a eliminar el ácido úrico. Muchos estudios ratifican la eficacia del tratamiento a base de cerezas en pacientes con articulaciones inflamadas y deformadas por exceso de ácido úrico.
Por su riqueza en fibra y potasio (210 mg por cada 100 g) favorecen a las personas con estreñimiento o tendencia a retener líquidos.
Estas mismas virtudes diuréticas y laxantes previenen asimismo la formación de cálculos renales y biliares, y justifican que se utilicen en curas desintoxicantes y de adelgazamiento.
En estas últimas, a la capacidad depurativa de las cerezas se añaden sus escasas calorías (59 por cada 100 g) y también el efecto saciante de la fibra.
Las cerezas aportan asimismo hierro (0,4 mg/100 g) y su azúcar, la levulosa, las convierte en aptas para diabéticos.
A las cerezas también se les atribuye un efecto analgésico, aunque parece que algunas personas necesitan consumirlas regularmente durante semanas para notarlo.
CÓMO DISFRUTARLAS
Al tratarse de una fruta de temporada corta, que va de mayo a julio, vale la pena disfrutar las cerezas sin dilación.
Las más dulces se pueden comer como fruta pues pierden gran parte de su sabor si se cocinan.
Las neutras resultan idóneas para elaborar tartas, mousses y sorbetes.
Y las variedades más ácidas, como las guindas, son las más adecuadas para preparar salsas y para la elaboración de conservas y mermeladas.
La cereza resulta especialmente sabrosa combinada con chocolate.