Sufrir resfriados y gripes con más frecuencia de lo normal es molesto y demuestra que el sistema inmunitario no funciona a pleno rendimiento.
Una de las causas de que esto ocurra es que de niño te hayan extirpado las amígdalas. Esta operación multiplica por tres el riesgo de padecer infecciones respiratorias en la edad adulta.
Sin amígdalas aumenta el riesgo de infecciones y alergias
Los investigadores de la Universidad de Melbourne (Australia), que han publicado su estudio en la revista Jama Otolaryngology-Head & Neck Surgery, afirman que la extirpación también favorece el desarrollo de alergias que afectan a la piel y los ojos.
El estudio analizó los datos recogidos en los informes médicos de 1,2 millones de niños daneses a lo largo de 20 años. De ellos, fueron operados 60.400.
Después de haber cumplido 30 años, aquellos participantes que habían sufrido la operación habían acudido al médico para tratarse resfriados, mucosidad o bronquitis con el triple de frecuencia que las personas no operadas.
Pero las consecuencias no se limitan a las enfermedades leves. Los intervenidos también sufren un riesgo aumentado de padecer neumonías y una enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) como el asma o el enfisema.
Los investigadores constataron también una elevada tendencia a sufrir 28 tipos distintos de enfermedades, entre ellas, infecciones parasitarias, enfermedades de la piel, alteraciones oculares…
¿Por qué se extirpan las amígdalas?
Los médicos suelen proponer la eliminación de las amígdalas cuando el niño sufre repetidamente amigdalitis u otitis media.
La operación puede consistir en una tonsilectomía (extirpación de las amígdalas) o una adenoidectomía (se eliminan los adenoides o vegetaciones que se encuentran detrás de la nariz por encima del paladar en la nasofaringe).
Sin embargo, las amígdalas y los adenoides no son unos tejidos molestos o inútiles, sino que desempeñan un papel importante en la inmunidad temprana, pues las células defensivas instaladas en ellas bloquean la penetración de bacterias y virus en el pulmón y en la garganta.
La doctora Shaun Byars, directora de la investigación, ha explicado que ahora gozan de datos objetivos sobre las consecuencias de la intervención y poseen una mayor comprensión de las funciones del tejido inmunitario.
Buscar alternativas a la operación
A la luz de los resultados de su estudio, los investigadores aconsejan que se busquen alternativas a la operación quirúrgica.
En España, las extirpaciones se han reducido en los últimos años, pues la mayoría de médicos es consciente de que las amígdalas tienen una función positiva, pero siguen realizándose demasiadas intervenciones.
A menudo los niños no son operados pero reciben antibióticos que poseen efectos secundarios, entre ellos, el favorecer la aparición de bacterias resistentes.
El doctor Ramón Roselló propone varios tratamientos naturales que exigen un poco más de atención y constancia que la simple ingesta de unas pastillas, pero que son eficaces:
- Asegurarse una buena hidratación bebiendo abundantes zumos y caldos de verduras durante los días de enfermedad.
- Aplicar envolturas de agua fría.
- Aplicar zumo de limón en las amígdalas, varias veces al día, durante 48-72 horas.
- Realizar gárgaras con una mezcla de agua caliente y agua oxigenada a partes iguales varias veces al día.
- Hacerlas con agua tibia y sal (una cucharadita por taza).
Si estos medios no funcionan está indicado recurrir a los antibióticos.
El tratamiento natural puede evitar la evolución y la repetición de las amigdalitis o anginas. La repetición y la aparición de apneas del sueño son las causas que en la actualidad llevan a los niños al quirófano.
La operación puede ser parcial (por radiofrecuencia, se conserva parte del tejido) o total (se eliminan completamente las amígdalas).