Si hay algo en lo que seguramente todos los seres humanos coincidimos es en la búsqueda de la felicidad. Todos tenemos el objetivo de ser felices, pero no siempre es fácil y uno de los motivos es la concepción errónea de que tener una vida feliz significa ser felices en todo momento, algo completamente imposible. La vida también está repleta de momentos difíciles, de retos y de desgracias, y aprender a gestionar las emociones dolorosas es una parte clave de una vida feliz.

La denominada “paradoja de la felicidad” dice que quienes más se obsesionan por alcanzarla, más se alejan de ella. No obstante, podemos aumentar la felicidad trabajándola indirectamente y fortaleciendo el músculo de la resiliencia. Tal Ben Shahar, uno de los mayores expertos en la ciencia de la felicidad, explica cómo conseguirlo.

Qué es la antifragilidad y por qué trabajarla para ser más felices

Para lograr un mayor bienestar y aumentar nuestros niveles de felicidad debemos trabajar la antifragilidad, asegura el experto. Este concepto, ideado por el escritor Nassim Taleb, sería como una evolución de la idea de resiliencia, una resiliencia 2.0, según Tal Ben Shahar.

Un sistema resiliente es aquel que, tras soportar la presión, regresa a su estado original. La resiliencia 2.0 o antifragilidad va un paso más allá: adaptarse a la presión (o las situaciones desafiantes si lo aplicamos a las personas) lleva a crecer y hacerse más fuertes. Tal Ben Shahar pone el ejemplo de nuestros músculos, “vamos al gimnasio y hacemos pesas. Ponemos presión en nuestros músculos. Lo que sucede como resultado es que nos hacemos más fuertes”, explica.

A un nivel psicológico, la antifragilidad equivale al crecimiento postraumático (PTG, en inglés). Mientras que el trastorno por estrés postraumático comporta una afectación de la salud después de sufrir un hecho traumático, en el crecimiento post traumático sucede lo contrario: la persona se hace más fuerte como resultado de la presión del estrés.  

Perseguir la felicidad de forma indirecta

Obsesionarnos con la felicidad puede tener el efecto contrario y alejarnos de ella. “La paradoja es que, por un lado, la felicidad es claramente algo bueno, pero por el otro, valorarla como algo bueno es problemático”, explica el experto. De hecho, quienes se obsesionan en perseguir la felicidad tienen más probabilidades de sufrir depresión.

Para resolver esta paradoja, Tal Ben Shahar propone perseguir la felicidad de forma indirecta. ¿Qué significa esto? Para entenderlo, nos propone que pensemos en lo que sucede con la luz del sol: si miras al sol de forma directa, puedes tener graves problemas en los ojos. “Sin embargo, si descompongo la luz del sol en sus elementos, en sus constituyentes, puedo observar los colores del arco iris. Así miro indirectamente la luz del sol, la disfruto, la saboreo.”

Del mismo modo, buscar la felicidad de forma directa puede ser perjudicial, pero descomponerla en aquellas cosas de las que se compone nos llevará a aumentar nuestra felicidad.

LOS componentes de la felicidad

¿Y cuál es ese arcoíris del que se compone la felicidad? Tal Ben Shahar lo resume en lo que denomina el modelo SPIRE (por las siglas de sus componentes en inglés), que serían las cinco esferas de bienestar que debemos cultivar y que pueden activar nuestra antifragilidad y llevarnos a ser más felices:

  • Espiritual (spiritual): el bienestar espiritual tiene que ver con encontrar un significado y un propósito en nuestra vida, tanto en lo laboral como en lo personal. “Si te levantas cada mañana con un propósito, tienes más probabilidades de superar las barreras”, asegura el profesor.
  • Físico (physical): en los que respecta al bienestar físico, lo más importante es gestionar bien el estrés y en buscar formas para recuperarse.
  • Intelectual (intellectual): “Hay investigaciones que indican que las personas que las personas curiosas, que hacen preguntas, no solo son más felices, también viven más.” También es importante realizar actividades que trabajan el intelecto, ya sea escribir, pintar o entrar en contacto con la naturaleza.
  • Relacional (relational): “El predictor número uno de la felicidad es el tiempo de calidad que pasamos con las personas que queremos y nos quieren”, indica. La calidad de nuestras relaciones es, de hecho, el factor que más impulsa la antifragilidad.
  • Emocional (emotional): así como debemos aprender a aceptar las emociones negativas, también debemos cultivar las placenteras, y una de las más importantes es la gratitud. “Cuando apreciamos lo bueno que hay en nuestra vida, lo bueno crece”, dice Tal Ben Shahar.