¿Es posible cambiar nuestro cerebro? ¿Podemos educarlo y reeducarlo? El cerebro es el órgano del pensamiento, donde se gestionan todos nuestros comportamientos. Nos permite adquirir conocimientos y experiencias nuevas y dotarlas de significado, especialmente emocional, que van modificando cómo percibimos y nos relacionamos con el entorno y con nosotros mismos. Pero nuestra mente y cerebro no son fijos, siempre pueden seguir creciendo y ampliando horizontes.
Así nos lo explica en su nuevo libro Educa tu cerebro (Editorial Grijalbo), David Bueno, doctor en biología y especialista en neuroeducación y autor de numerosos libros de éxito, como El cerebro del adolescente, que fue galardonado con en el Premio Zimbelli 2023 en Italia.
–“Solo es viejo quien no quiere aprender”, es la frase que repetían tus abuelos. Así lo expresas en tu nuevo libro. ¿En la etapa adulta y en la vejez podemos seguir aprendiendo? ¿Con qué handicaps se encuentra nuestro cerebro en estas etapas?
–Por supuesto que, en la etapa adulta y en la vejez, podemos seguir aprendiendo siempre que no se haya empezado a desarrollar alguna enfermedad neurodegenerativa. Entonces sí que es un serio hándicap para nuestro cerebro. Aún así, no es tan fácil como en la infancia y en la juventud; aprendemos porque el cerebro es plástico, porque es maleable, porque está haciendo conexiones neuronales nuevas.
Todo lo que aprendemos y recordamos queda almacenado en nuestro cerebro en conexiones que se van haciendo entre las neuronas. Esta plasticidad neuronal es máxima durante la infancia, vuelve a ser muy alta durante la adolescencia, y después, va disminuyendo. Normalmente lo compensamos con nuestra experiencia, cuantas más cosas sabe una persona, más fácil es que los aprendizajes encuentren el sitio perfecto donde encajar.
Tenemos más recursos para el aprendizaje cuando somos adultos que cuando somos niños. Siempre podemos aprender, y siempre podremos adquirir y mejorar nuestras habilidades.
–Pero tendemos a pensar qu,e cuando terminamos los estudios o crecemos, ya no tenemos la misma capacidad de adquirir conocimientos y habilidades nuevas, ¿es realmente así o nos ponemos límites?
–Cuando vamos creciendo y nos vamos haciendo adultos, vamos perdiendo lentamente la capacidad de aprendizaje simplemente porque nuestro cerebro pierde plasticidad. De todas formas, nuestro cerebro sigue siéndolo.
Pero ¿qué sucede? Que muchas veces nos ponemos límites, pensando que somos adultos, que ya no nos hace falta aprender, cuando resulta que el aprendizaje es un aspecto central en la vida de todas las personas, y eso hace que nos pongamos límites. Puede ser de este tipo, o simplemente, cuando alguien nos ha repetido, o nosotros nos vamos repitiendo, “yo no soy capaz”, “a mí esto no me sale bien”...,
–Podemos ser nuestro peor enemigo...
–Nuestro cerebro es muy obediente, y si le repetimos lo que no podemos hacer, realmente no podremos hacerlo. Pero no porque no tengamos la capacidad de hacerlo, sino porque nuestro cerebro nos va a obedecer y no lo hará.
Pero volviendo a lo que comentabas de terminar los estudios... Cuantos más conocimientos tiene una persona, más fácil le es adquirir conocimientos nuevos. Una persona que no ha terminado sus estudios, que jamás ha estudiado, por el motivo que sea, lo va a tener siempre más difícil para adquirir nuevos conocimientos, simplemente porque su cerebro no habrá entrenado esta plasticidad neuronal. Por eso, es importante vivir experiencias, adquirir conocimientos y no ponernos límites, sabiendo que quizá no alcancemos todos nuestros objetivos y que habrá cosas que se nos resisten más que otras.
–¿Qué importancia tiene el juego en la capacidad de educar a nuestro cerebro? El juego en la etapa adulta se ve como algo muy lejano, ¿no?
–El juego es el comportamiento instintivo para adquirir conocimientos nuevos, los niños y las niñas no juegan para divertirse, juegan para aprender.
Es una forma controlada, relativamente segura de adquirir conocimientos relacionándose consigo mismos, con su entorno, con sus amigos, con los adultos… ¿Qué sucede?
Que, como adquirir conocimientos es ventajoso para nuestra supervivencia, cuantas más cosas sabemos más fácil será anticipar las amenazas, poder anticiparnos a las oportunidades…
Como aprender es tan importante, cada vez que aprendemos algo nuestro cerebro nos recompensa con sensaciones de placer y de bienestar. Los adultos deberíamos movernos en los mismos parámetros con esa diversión que asociamos al juego y vivir las experiencias incorporando esta sensación de recompensa y diversión. No perder nunca esta capacidad de ser niños y niñas.
–Dedicas un capítulo a hablar sobre las diferencias entre bienestar y felicidad. ¿Por qué son diferentes?
–Bienestar y felicidad son dos conceptos que a menudo usamos como sinónimos, o casi como sinónimos, pero a nivel cerebral no lo son. La felicidad es un pico muy intenso de placer que es efímero, que dura un tiempo, pero se termina. La felicidad no puede durar para siempre. Implica tal cantidad de ciertos neurotransmisores, como la dopamina, que ael cerebro no podría soportarlo para siempre. Así que la felicidad tiende a terminar, y cuando lo hace, para poderse recuperar, el cerebro necesita hacer un pequeño bajón, esa sensación de vacío que nos puede quedar después de una felicidad muy intensa.
–¿Y el bienestar?
–El bienestar implica los mismos neurotransmisores u hormonas de la felicidad –dopamina, serotonina, endorfinas…–, pero en proporciones diferentes. Así como en la felicidad destaca la dopamina, que es el neurotransmisor que implica estados de placer y de euforia, el bienestar se sustenta en la serotonina, el neurotransmisor que transmite sensaciones de estar a gusto con tu entorno, de “buen rollo”...
Y esa es la definición de bienestar, el sentirse razonablemente a gusto contigo mismo, con tu entorno y con aquello que estás haciendo. El bienestar no tiene fecha de caducidad, tiene altos y bajos, por supuesto que sí, pero puede durar para siempre. De hecho, hay estados emocionales incómodos como la tristeza, o la frustración, que tienen cabida dentro del bienestar, porque son los que nos permiten reactivarnos para reactivar este bienestar.
La felicidad no permite estos estados emocionales que son cruciales. Lo que deberíamos buscar en nuestras vidas, por tanto, es ese estado de bienestar y no grandes felicidades, lo que no implica que sentir felicidad de vez en cuando no sea recompensante.
–¿Por qué creemos que nuestra inteligencia nos viene dada y no podemos cambiarla (en este caso a mejor)?
–Normalmente, se ha pensado que la inteligencia es algo monolítico de nuestro cerebro, que cada persona nace con una inteligencia dada y es la que va a mantener toda su vida. Se ha visto que no. Tenemos condicionantes genéticos, hay personas que genéticamente están más predispuestas que otras a cualquier tipo de función cerebral, mental o cognitiva, pero es una predisposición, no es un determinismo.
A través de los aprendizajes, de la experiencia, de los esfuerzos podemos incrementar cualquier característica cognitiva que deseemos, incluida, por supuesto, la inteligencia. Siempre podemos incrementar cualquier característica cognitiva, y atención, si no lo hacemos bien, también podemos disminuirla. Siempre podemos dar un paso más desde donde estamos; no se trata de llegar hasta el máximo, sino del deseo de estar un poquito más allá.
–¿Qué es el efecto Flynn inverso y qué relación mantiene con la inteligencia?
–El efecto Flynn inverso es un efecto que estudió el psicólogo y filósofo estadounidense James Flynn en 1984. Él vio que, desde principios del siglo XX hasta los años 80, el coeficiente de inteligencia había ido aumentando unos dos y tres puntos cada década.
En ese momento se interpretó como una mejora de los sistemas educativos y una mejora en la alimentación, puesto que la alimentación influye en cómo se construye el cerebro.
Sobre el año 2018, un grupo de investigadores noruegos repitió el mismo trabajo que Flynn y lo que vieron es que el coeficiente intelectual parecía que estaba disminuyendo hasta siete puntos cada década, y a eso se le llamó el efecto Flynn inverso.
–¿A qué se debe? ¿Somos las nuevas generaciones menos inteligentes que las anteriores?
–Los autores de ese trabajo dijeron que ese resultado se debía a un empeoramiento de la alimentación –comida rápida, industrial…– y lo que ellos llamaron la "degeneración" de los sistemas educativos.
Pero hay una explicación más plausible a estas dos hipótesis, y es que los sistemas educativos han cambiado, la forma que tenemos de educar ha cambiado, no es solo memorística, que sigue siéndolo, sino que es una educación más competencial, que es como debe ser, puesto que debemos utilizar todo lo que estamos aprendiendo en situaciones nuevas, y saber hacia dónde debemos reconducir todo luego en la vida real.
La educación no solo debe basarse en memorizar, que también, sino en competencias. Las pruebas que se hacen en un test de inteligencia siguen siendo las mismas que hace 50 años. Entonces, si cambiamos el sistema educativo, pero no la manera de evaluar este sistema educativo, estamos haciendo trampa. Esa es mi explicación de por qué el coeficiente de inteligencia está bajando. Lo que pasa es que tal vez no lo estamos midiendo suficientemente bien en la actualidad, al menos en ese estudio.
–En el libro también haces referencia a la mentalidad de crecimiento. ¿Podrías explicarnos de qué se trata?
–La propuesta de la mentalidad de crecimiento la hizo hace ya 30 años una psicóloga norteamericana, Carol Dweck, que propuso que había personas con dos tipos de mentalidad: lo que ella llamó mentalidad fija y la mentalidad de crecimiento. Ella se basó en el coeficiente de inteligencia, dijo que las personas con una mentalidad fija son aquellas que creen que su inteligencia ya no puede incrementarse, que ya no pueden ir más allá, que ya han llegado a su límite. Y la mentalidad de crecimiento, las personas que pensamos que siempre podemos ir un pasito más allá.
Como digo, Carol Dweck lo propuso con la inteligencia, pero esto se puede aplicar a cualquier características mental y cognitiva, a cualquier talento.
Lo importante es que las personas con mentalidad de crecimiento son personas más optimistas, les es más fácil encontrar motivación. Eso hace que se esfuercen más, porque se sienten cómodas con lo que están haciendo, y entonces, consiguen mejores resultados. Promocionar la mentalidad de crecimiento es importante.
–¿Cómo podemos hacerlo?
–Bueno, siendo conscientes de que nuestro cerebro está cambiando siempre, que siempre puede incorporar habilidades, conocimientos, talentos nuevos o puede perfeccionar los que ya tenemos y es, sobre todo, inspirándonos en las personas que ya lo están haciendo para que nos sirvan de ejemplo. Usar esta mentalidad de crecimiento nos ayuda a vivir una vida más plena.