Conservación
Para conservarlas, guárdalas en un recipiente con tapa hermética tan pronto las saques del deshidratador.
Una cápsula de sílice dentro del recipiente absorbe la humedad ambiental y facilita la buena conservación.
Pero si se humedecen, llévalas de nuevo al deshidratador y recuperarán la textura crocante.
Sí, los snacks sanos existen
Los snack son alimentos típicos de la cultura contemporánea que se consumen fuera de las principales comidas del día y que sirven como tentempiés para saciar temporalmente el hambre, aportar algo de energía instantánea al organismo o simplemente proporcionarnos unos instantes de placer.
A menudo comemos snacks yendo por la calle, cuando estamos aburridos en casa, en momentos en estamos tristes o ansiosos, cuando vamos al cine… Las ocasiones son numerosas y a menudo no nos detenemos a mirar la calidad del producto.
Existen snacks para todos los gustos: dulces, salados, de diferentes formas, texturas crujientes, cremosos, esponjosos, para niños y para mayores… pero la mayoría contiene edulcorantes, conservantes, saborizantes artificiales y otros ingredientes poco naturales y que además generan adicción.
No ayudan las inmensas cantidades de dinero que las empresas invierten en publicidad, a menudo manipuladora, que induce a consumir productos de poca calidad que no necesitamos.
Sin embargo, se pueden preparar alimentos que ofrezcan las mismas sensaciones placenteras y que constituyan un primer plato o un aperitivo muy nutritivo.
Deshidratar en lugar de freír
Nada mejor que combinar una bebida natural refrescante con un delicioso y sano snack crocante cuando sabes que no tiene contraindicaciones.
Con la ayuda de la deshidratación, te proponemos crear tus propios snacks saludables. Es una técnica espectacular que consiste en someter los alimentos a aire caliente para extraer el agua que contienen y conseguir la consistencia crocante que tanto placer proporciona.
Al eliminar el agua de los alimentos sometiéndolos a una temperatura que no esté por encima de los 42-45 °C se mantienen gran parte de sus nutrientes y enzimas. Además no se saturan de grasas –como ocurre con las frituras– y los alimentos se conservan durante mucho tiempo.
Puedes preparar unos chips más sofisticados, rebozando las láminas de hortaliza –puede ser remolacha o trozos de hojas de kale– con una crema de frutos secos y deshidratándolas después.
La crema se elabora mezclando, por ejemplo, anacardos (100 g) y pipas de girasol (25 g) hidratadas con zumo de limón (45 ml) y ralladura, cebolla seca (30 g), aceite de oliva (3 cdas.), zanahoria rallada (50 g), levadura nutricional (6 cdas.) y agua (160 ml).
La deshidratación ofrece muchas posibilidades
Proponemos unas opciones tan simples como cortar en láminas finas un calabacín, condimentarlas y llevarlas a deshidratar. De una manera tan sencilla obtendremos unos chips crujientes exquisitos que ¡encantarán incluso a los más adictos a las patatas fritas!
Si abrimos el abanico, las posibilidades con esta misma técnica son infinitas: remolacha, boniato, zanahoria, calabaza, coliflor, brócoli, col, kale, etc.
Podemos condimentar todos estos alimentos con lo que queramos, deshidratarlos y conseguir resultados que sorprenden.
Por otro lado, si nos apetece trasladarnos al lado dulce, podemos deshidratar rodajas de cualquier fruta, solas o con algún condimento. Hay mil opciones para satisfacernos, solo es cuestión de usar la creatividad y de jugar.
Antes de terminar, nunca está de más recordar la importancia de reflexionar sobre las motivaciones que nos llevan a comer: si lo hacemos realmente porque tenemos hambre, o estamos tapando emociones, reaccionando a estímulos externos, comiendo por aburrimiento…
Ante la duda, ¡el snack más recomendable es el agua! Beber un buen vaso satisface nuestro impulso de picotear, nos calma y nos hidrata. También podemos optar por comer una fruta de estación en su estado natural. Nos estaremos nutriendo y nos sentiremos mejor.