Reconócelo, pasas muchas más horas de las que te gustaría confesar preocupándote por cosas que luego jamás llegan a materializarse. En la mayoría de los casos, te preocupas por cosas que, de hecho, son ajenas a tu control. Como si va a llover mañana, si tu compañera de trabajo habrá acabado lo que le pediste o tu pareja va a llegar temprano a casa. Estas preocupaciones, además de ser materialmente inútiles, nos agotan y nos alejan de lo que realmente importa.

Con ello en mente, ¿qué te parecería aprender a aceptar aquello que no puedes cambiar? ¿Qué harías con todo ese tiempo recuperado? Probablemente, centrarte en lo que sí depende de ti. La idea suena sencilla, pero requiere de un cambio profundo de mentalidad que los japoneses resumen con una sola palabra: shoganai.

¿Qué es el shoganai?

Por más que queramos controlarlo todo, hay cosas que simplemente escapan de nuestro control. C’est la vie, dirían los franceses. Qué le vamos a hacer, diríamos en España. Y en Japón, la respuesta ante este tipo de circunstancias es shoganai. Es difícil traducirlo a nuestro idioma, pero si tuviéramos que hacerlo sería algo así como “no se puede evitar” o “es lo que es”. Suena sencillo, pero encierra una lección poderosa: aceptar lo inevitable no es una derrota, sino una forma de liberarte de la frustración.

La idea detrás del shoganai está profundamente arraiga en la cultura japonesa y sus tradiciones budistas. Esta filosofía reconoce que hay aspectos de la vida que no pueden ser modificados. Suela pesimista, pero no lo es. Porque sucede en tantas cosas en la vida, debemos tener en cuenta también la otra cara de la moneda. Y es que hay cosas que sí dependen de ti. Así que, al dejar de preocuparte por lo inmodificable, tienes tiempo para centrarte en lo que sí está en tus manos. ¿El resultado? Un equilibrio emocional que te permitirá avanzar por la vida con mayor serenidad.

Es importante recalcar que esta mentalidad nada tiene que ver con la pasividad. Practicar el shoganaino significa rendirse ante los problemas, sino aceptar que no todo depende de ti, para actuar con determinación en las áreas en las que sí tienes control. Es un cambio de perspectiva que puede transformar tu forma de ver el mundo y enfrentarte a los retos diarios.

Cómo practicar el shoganai en tu día a día

Incorporar el shoganai en tu vida no requiere de grandes esfuerzos, sino de cambiar el enfoque. Cambiar la mentalidad con la que te enfrentas a la vida. Para conseguirlo, puedes empezar siguiendo estos pasos.

Identifica lo que está fuera de tu control

Un ejercicio sencillo que puede ayudarte a iniciar en el camino del shoganai es el siguiente. Cuando te enfrentes a un problema, pregúntate si realmente puedes hacer algo al respecto.

Si la respuesta es “no”, pregúntate si hay algo que puedas hacer al respecto. Por ejemplo, si estás en un atasco de dimensiones bíblicas, en lugar de frustrarte, acepta que no puedes hacer nada para evitarlo. Aceptada la situación, puedes preguntarte qué podrías hacer para que la situación sea más amena. Enciende la radio, elige un podcast que te relaje o conversa con el copiloto (si está presente).

Enfoca tu energía en lo que puedes cambiar

Al igual que en el ejemplo del atasco, el siguiente paso en la senda del shoganai es entender que aceptar lo inevitable no es sinónimo de ser pasivo. Al contrario, te permite redirigir tu atención hacia áreas en las que realmente puedas marcar la diferencia.

Por ejemplo, si un proyecto no sale como esperabas, dedica tu tiempo a buscar soluciones o mejorar la estrategia para la próxima vez, en lugar de lamentarte, por lo que ya no puedes revertir.

Practica la reflexión diaria

La práctica hace al maestro, como se suele decir. Así que, si realmente quieres dejar de preocuparte por lo que no puedes controlar, vas a tener que dedicarle tiempo a este nuevo hábito. Para ello, tómate unos minutos al día para reflexionar sobre aquello que te preocupa de forma consciente.

Haz una lista con dos columnas. En la primera vas a poner todo aquello que puedes controlar, y en la otra, todo lo que no. Este ejercicio te permitirá, de forma visual, soltar lo que está fuera de tu alcance, ganando espacio mental para trabajar en aquello sobre lo que sí puedes influir.

Encuentra rituales que te conecten al presente

Actividades como la meditación, la escritura o incluso salir a dar un paseo, pueden convertirse en herramientas muy útiles para reconectar contigo misma y dejar ir las preocupaciones innecesarias.

Es fundamental que consigas conectar con el momento presente si quieres soltar lo que no puedes controlar. Porque aquello que permanece más ajeno a nuestro control es el pasado, seguido muy de cerca por el futuro. Estos rituales, además, contribuyen a reducir el estrés, al reforzar la idea de que el presente es lo único que realmente importa.